Capítulo I "El Adiós"

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Samanta es una chica con un pasado muy oscuro, ahora con la partida del "Amor de su vida" Le costara salir adelante, pero Mauricio la ayudara a cambiar su futuro, y le enseñara lo que es el "Verdadero amor" Todo a partir del "Verdadero Adiós"

-No quiero nada contigo- Dijo mientras se levantaba de la silla y salía del departamento –Perdóname, por favor- Susurre mientras se iba.

Era la tercera vez que me decía eso en diferentes ocasiones, siempre volvía, pero algo me decía que esta vez no iba a ser así y no podía dejarlo ir, no esta vez.

Corrí a la puerta y salí del departamento esperando que todavía estuviera en la puerta de salida, eran las 8:00 de la noches, así que todavía había uno que otro taxi.

Grite su nombre con la esperanza de que no se fuera. Se dio la vuelta y al verme simplemente salió y busco un taxi, entro en el –Arranque- Dijo, haciendo caso omiso que iba tras de él. Corrí lo más rápido que pude y antes de que cerrara la puerta del taxi, la frente, mientras el taxi iba encendiendo –Arranque, por favor- Dijo mientras yo sostenía la puerta.

El taxi empezó andar y yo seguía aferrada a la puerta, me aferre a ella, como me aferre a él y a la esperanza de estar juntos –No me dejes- Grite mientras el taxi andaba y yo seguía aferrada a la puerta.

Me vio a los ojos y me dijo –Olvídate de mí- Giro su cabeza y entre lagrimas le dijo al conductor –Acelere- El taxi freno en medio de la calle, ya eran aproximadamente las 9:00 de la noche y casi no había nadie –No puedo conducir si ella sigue agarrada de la puerta, puede haber un accidente- Abrí la puerta, él se bajo del taxi y se colocó frente a mi –Adiós- Me dijo mientras se secaba las lagrimas –Dime hasta nunca y te dejo ir- Le conteste agarrándolo fuertemente del brazo

-Adiós- Me repitió tratando de soltarse –Adiós significa que volverás, hasta nunca significa que no te veré más- Le explique, mientras iba soltándolo poco a poco –No me veras más, adiós- Dijo mientras se soltaba y subía al taxi, me dijo adiós, pero supe que sería lo último que me diría y que no lo vería más o por lo menos, no durante mucho tiempo –Hasta nunca- Le dije mientras cerraba la puerta del taxi.

El conductor encendió el taxi -¿Nos vamos?- Pregunto mientras encendía – Si, por favor- Contesto mientras me miraba atreves de la ventana ahí parada con la esperanza de que se bajara. El taxi empezó andar, acelero y él se iba, con él se iban las esperanzas de volverlo a ver.

-Te amo- Le grite mientras veía como se alejaba, empezó a llover y lo único que hice fue sentarme en el medio de la calle a gritar por su partida, se había ido y esta vez era para siempre.

Estaba sola a las 11:00 de la noche, sentada en el medio de la calle llorando por un hombre que me había dejado. ¿Cómo podía amar a un hombre que me hizo tanto daño? Desde ese momento supe que estaba sola o eso pensaba hasta que sentí a alguien tocar mi hombro. Me volteo y solo vi una hermosa sonrisa de alguien que con su paraguas trataba de cubrirme de la lluvia.

Tenía una sonrisa, pero no era de felicidad, era como de lastima de esas que colocas al ver a un niño llorar y solo quieres ponerlo feliz.

Me levantó y con un suéter que tenía, me cubrió de la lluvia -¿Dónde vives pequeña?- Me pregunto mientras me llevaba a la será –En aquel edificio- Le conteste, me llevo hasta mi departamento, abrí la puerta y él se despidió –Nos vemos pequeña y no te estés mojando- Me dijo seguida de una risa cariñosa, como jugando conmigo –Gracias, pero no soy pequeña- Le dije a modo de broma –Lose, te he visto muchas veces entrando al edifico-, -¿Si? No recuerdo haber visto antes-, -Me llamo Mauricio- Dijo mientras me daba un apretón de manos –Yo me llamo Samanta, tengo 18 años-, -Mucho gusto, espero verte pronto- Me dio una sonrisa y se estaba alejando cuando lo invite a pasar -¿No quieres algo de tomar?- Le pregunte, buscando una excusa para que se quedara, no quería estar sola, no después de lo que paso –Claro, una taza de chocolate ¿Puede ser?- Dijo mientras entraba –Claro, siéntate-

Lo senté en el sofá mientras iba a la cocina a preparar el chocolate, él se veía feliz, yo lamentablemente ya no sentía nada, estaba devastada y simplemente no quería sentirme sola.

Preparé el chocolate caliente y se lo lleve al sofá, luego me senté al lado de él –Deberías cambiarte o secarte- Me dijo al verme temblar por el frío –Ya vuelvo- Me levante y fui a mi habitación, me cambie y revise la hora eran las 12:30 de la noche. Me acosté por un segundo en la cama, estaba cansada y me sentía mal por lo que paso.

Ella había entrado a su habitación, llevaba ya media hora sin salir. Me levante y me dirige a la cocina estaba hecha un desastre –Esta pequeña si es desordenada- Dije en voz baja y me decidí a limpiar un poco la cocina. Revise mi reloj y eran las 1:00 de la madruga, me dispuse a ver donde se había metido ella, me acerque a la puerta de su habitación y dudoso de si entrar o no abrí un poco la puerta.

Ahí estaba ella acostada durmiendo como un ángel, abrazada a la almohada como niño a un peluche, me acerque y la arrope, yo estaba allí frente a la persona a la cual había visto muchas veces, la vi la primera vez que se mudo aquí, vi entrar y salir a ese chico ella ha veces llorando y otras ni salía, la vi cuando llego de su graduación, la vi llegar borracha cuando tal vez venia de alguna fiesta, solo podía admirarla atreves de mi ventana, sin atreverme a hablar con ella.

Estaba frente a frente a un propio ángel, parecía una muñeca con esos labios brillantes y pestañas largas, pude ver como tenía los ojos hinchados había llorado bastante, la admire dormir por un rato luego salí de su habitación y cerré la puerta. Me fui del departamento y volví al mío. Me coste y no podía dejar de pensar en ella, se veía tan hermosa, tan tierna mientras dormía, me quede dormido con esa bella imagen en mi cabeza, la imagen de un ángel. 

El Verdadero AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora