Le miro aturdida, sin decir ni una sola palabra. ¿Cómo seguir mintiendo?

Nick exhala un suspiro y asiente, tomando mi silencio como respuesta. Mi pecho arde y creo que se debe a la intensidad de la situación pero prefiero terminar con esto de una vez por todas.

—Lo sabía... —masculla, empuñando sus manos, luego de ello, golpea el escritorio con tanta fuerza que temo que los demás trabajadores hayan escuchado—. ¡Lo sabía, maldita sea!¡Lo sabía!

—Nick, yo lo siento —intento disculparme pero el me interrumpe con ferocidad. Sus ojos están vidriosos, lo cual me parte el corazón en mil pedazos.

—¿Lo sientes? —pregunta con un apice de incredulidad—. ¡Te lo dí todo, maldita sea! Te metí en mi empresa, te metí en mi casa, te metí en mi vida, te metí en mi corazón y aún así, ¿lo sientes? —no soy capaz de gesticular ni una palabra. El escozor de las lágrimas arden detrás de mis párpados mientras mi corazón se ha hecho diminuto—. Yo lo siento, Amber. Yo siento mucha lástima por tí... No tienes idea de con quién te has metido, no soy Drac, que se quedó cruzado de brazos mientras disfrutabas destrozarle la vida, soy mucho peor que él.

Nick abandona la oficina, dejándome con el corazón en la boca.

Oh, Sullivan...

¿Quién es Nicholas realmente?

(...)

Remuevo el jugo con la pajita de color rojo. El hielo se ha derretido y el agua flota encima del jugo. Desde el incidente con Nick en mi oficina, he estado intentando comunicarme con él pero es inútil, y por un lado lo entiendo, el necesita su espacio. Suspiro, yo también necesito mi espacio, pensar en todo lo que ha sucedido me vuelve loca y por un instante las lágrimas amenazan con escapar. Echo tanto de menos a mi padre. Estoy segura que justo ahora estaría llorando en su regazo como una niña pequeña mientras el acaricia mi cabello. Aparto el jugo frente a mí e inclino la cabeza para observar a las personas caminar a través del cristal de la panadería. La ciudad se mueve tan rápido como siempre, pero entre todo el suburbio mis ojos se encuentran con unos ojos conocidos. Sus pupilas dilatadas y el iris de su globo ocular me recuerda a... Me recuerda a Robert Sullivan. Sacudo la cabeza para aclarar mi vista pero el permanece allí. Mirándome fijamente mientras una multitud de vehículos se transportan frente a él. Mi corazón comienza a palpitar desenfrenado adentro de mi caja torácica.

¿Qué demonios estoy viendo?

Rápidamente, cojo mi bolso y lo cuelgo en uno de mis brazos. Avanzó hasta la salida y empujo la enorme puerta de cristal frente a mí. Al salir, el sigue allí. Al otro lado de la calle frente a mí. Las personas caminan a velocidades anormales como si sus vidas dependieran de ello. El hombre frente a mi gira su cuello, y su mirada se pierde. Intento cruzar la calle pero el semáforo marca verde desde hace más de diez segundos, trato de no perderlo de vista pero de pronto, un enorme camión bloquea mi campo visual.

Mierda.

El desespero se ha segregado en mi torrente sanguíneo y me siento observada. Cuando el camión comienza a moverse, la esperanza de que continúe allí me golpea, pero no es así. No hay nadie frente a mí. Se ha ido.

No comprendo. No entiendo que demonios está sucediendo, tampoco es la primera vez que lo veo después de su muerte pero estoy segura de que no he perdido la razón. No aún. Es imposible que sea mi imaginación, haciéndome una mala jugada simplemente porque le echo de menos. Fue tan real. El estaba allí, al otro lado de la acera, mirándome con sus enormes focos despiertos. Pero luego, dejó de mirarme, el estaba huyendo, podía sentirlo. Pero...

¿De quién? ¿Por qué?

No estás loca, Amber. No aún. Intento convencerme de ello, y es allí cuando me doy cuenta de un dato importante, lo que Alessia me dijo en el cementerio... Ella lo sabía. Ella sabe algo que yo no. Alessia sabe la verdad sobre la muerte de Robert Sullivan, y yo estaba dispuesta a encontrarla para saber la verdad.

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