Cap 7

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-Eres la chica más rara que he conocido jamás-y por eso me gustas-.

-Gracias-sonríe-me esfuerzo, créeme.

-Te da resultado. Ahora, ¿Por qué tal vez sí te gusto?-inquiero-.

-Porque te preocupas por mi no diagnosticado cáncer y por mis no deseadas buenas notas. Además me haces reír-sonrío a escucharla, ella bebe su café-pero sigues siendo un idiota, ese es el contra-ah. Cuando estaba comenzando a complacerme-.

-No soy un idiota-le digo, acercando mi butaca más a la suya, ella se ríe y sigue comiendo-en serio, no lo soy. Te di una mala impresión, lo sé, ¿Es que nunca has oído hablar de las segundas oportunidades?-ella voltea la cabeza y me enfrenta con su mirada-.

-Tal vez-murmura-.

Diablos, siento el calor de su aliento. Tan cerca. Y huele tan delicioso.

-Tienes que ceder. En serio, eres muy...-busco la palabra exacta, pero la única que encuentro para describirla es "frustrante". Aprieto los labios-obstinada-ella medio se ríe, medio resopla-.

-Intenta hacerme ceder-me dice-.

Oh, la manera en la que lo dice... es como un desafío, un pedido, pero ella no sabe, no tiene idea de lo que pide. Ella se rendirá ante mí, lo hará. Siempre consigo lo que quiero, lo tengo todo. Siempre lo he tenido.

-Claro, será divertido-me encojo de hombros, pensando en todas las maneras en las que puedo hacerla ceder, en todas las gratificantes—para ambos—maneras de domarla-.

-Seguro-se burla. Aprieto la mandíbula y no sé de donde saco la templanza para refrenar mi impulso de arrastrarla y amaestrarla a mi antojo -.

Inspiro, y su aroma entra por mis fosas nasales. Oriana es difícil, cerrada... un dilema, Oriana tiene que ser sometida, tiene que darme su cuerpo para que yo lo use a mi voluntad. El problema con ella es que no será fácil la dominación psicológica, que es la más importante, porque me dará acceso a su alma. Y quiero acceder a todos los recovecos de su mente, su alma y corazón.

Me enerva estar haciendo el papel de idiota, nunca tuve que cazar, perseguir, y por último, y lo más humillante, rogar a alguien. Todo el tiempo soy yo quien decide, soy yo quien se niega, soy yo quien controla.

Esto no me gusta, pero Oriana sí. Y aparentemente voy a tener que ser tradicional respecto a esto: amigos, novios, sexo vainilla, y todas esas cosas que hace el resto del mundo. Y que yo nunca hice.

-Oriana, en serio, intenta verme como un amigo.

-No.

Ante la negativa, una vena me late en la frente. ¡Es tan malditamente tozuda! Cierro los ojos, tragándome la rabia y el orgullo.

-¿Por qué no?-inquiero, con la mandíbula apretada de nuevo-.

-Porque no tiene sentido-dice, y se gira, poniéndose frente a mí-no lo entiendo. ¿Cuál es el punto de esto? ¿Quieres molestar? ¿Te estás burlando de mí? ¿Hiciste una apuesta con tus amigos?-toma una respiración y yo la miro con los ojos abiertos como platos, ¿de qué mierda está hablando?-No comprendo por qué, tú, hablas conmigo siquiera, quiero decir, eres hermoso, altanero y completamente atrayente. Eres la clase de chico por el que me vuelvo loca. Dios, no tienes idea de cómo amo el color de tus ojos-masculla-ya puedes dejarlo, no te vas a acostar conmigo, no vas a ganar la apuesta.

-¿De qué estás hablando? ¿Piensas que hablo contigo porque hice una apuesta con mis amigos?-me río-Para empezar, no tengo amigos aquí. Gracias, a mí también me gustan tus ojos-ella desvía la mirada avergonzada, con una media sonrisa en los labios-No te quiero molestar, solo soy terriblemente insistente cuando se trata de algo que quiero, y quiero ser tu amigo. De verdad-vacilante, apoyo las manos sobre sus hombros, sintiendo su calor en las palmas a través del chándal. Ella no se mueve, se queda tiesa pero luego se relaja-.

Oriana se muerde el interior de la mejilla. Me mira finalmente, con los ojos entornados.

-¿Cuál es la trampa?-inquiere. Bueno, tú sabes, no hay trampa, solo algunos arneses, pellizcos, mordiscos, látigos... no mucho-.

-No hay trampa-contesto. Me mira seria, y por un momento, sé que está planeando irse, dejarme solo en ésta cafetería y con una cuenta que pagar-.

-Hmm, está bien-dice, a regañadientes, y suelto sus hombros-.

-Genial-le paso la mano-¿Amigos, entonces?-ella asiente-.

-Amigos-estrecha mi mano, delicadamente, suavemente, mira por encima de mi hombro-Ya que somos amigos, te cambio dos magdalenas por un croissant, ¿Qué dices?-sonríe-.

Sacudo la cabeza.

-Está bien-digo y cambiamos los platos-.

-¿Por qué no tienes amigos?-inquiere, de repente, me encojo de hombros-.

-No lo sé, estudio solo, no hablo con nadie y eso es todo-le digo y ella asiente, mientras introduce un pedazo de la masa de origen austriaco a la boca-.

-Dios-alaba mientras mastica-amo esto-dice-eres como yo, ¿sabes? Bueno, tú estudias, yo no, pero creo que a lo que te refieres es a que disfrutas de tu soledad.

Ladeo la cabeza, nunca había pensado en eso, pero sí, es eso a lo que me refiero.

-¿Disfrutas de tu soledad? ¿Y Verónica?

-Ella es mi amiga... pero no salimos, yo no salgo. No me gusta el exterior. Además aquí hace frío, y mi única salida es a la cocina de mi loft, así que-alarga y se encoge de hombros, mientras parte con los dedos el croissant-.

-¿Qué haces todo el día? Digo, aparte de no estudiar.

-Vamos, lo sabes. Me la paso leyendo-dice-.

-¿Tanto odias tu vida?-suelto sin querer, y ella deja de comer-.

-No odio mi vida, me gusta la vida que plantean los libros... es como si cuando leyera, pudiera encontrar la esperanza, el amor que no encuentro en la vida real. Cada historia me transporta, me emociona, me excita. Mientras espero a la persona que cree una de esas historias conmigo, las leo.

Su explicación deja bien claro que ella espera a alguien, ¿Príncipe azul? ¿Romeo? ¿Lancelot? Eso no me conviene. Yo soy todo menos un príncipe. A no ser el príncipe de El Rapto de la Bella Durmiente, de Anne Rice. Río entre dientes.

-Está bien que esperes por el indicado-le digo-.

-¿Por qué lo dices así?

-¿Así, cómo?-inquiero, ¿Cómo lo dije?-.

-Con ese desánimo-dice, concentrada en su croissant-ya sé que nunca llegará, esa persona especial, y bla bla bla, que solo unos pocos son los privilegiados. Pero soñar no cuesta nada. Además, vamos, soy mujer, está en mi ADN-una risa triste flota en el aire, y el sonido envía un suave cosquilleo a la boca de mi estómago... ¿Qué se supone que fue eso?-.

-¿Qué quieres decir? ¿Que eres muy evasiva? Sí, lo eres. Pero vas a encontrar a la horma de tu zapato...

-No-me interrumpe-no hay alguien que esté hecho para mí, soy demasiado complicada, me gusta estar sola-dice completamente segura-.

-Encontrarás a alguien que tolerará todo eso, que te cuide y te proteja-yo quiero ser ese hombre para ti, pienso. Coloco la mano izquierda sobre su muñeca derecha, y me concentro en no pensar en cuerdas ni nudos. Ella se queda mirándome primero con duda, luego entorna los ojos—hace mucho eso—y finalmente se queda estupefacta, ¿qué pasa?-.

-Vaaaa-ya-dice, parpadea dos veces-tenías razón. No estás mal, no eres tan idiota-asiente, mientras habla y yo me río-.

Es histérica. Pero simpática, es capaz de sacarme una sonrisa con su ataque. Y con respecto a acostarme con ella, lo dejaremos en stand by por ahora. Al parecer, si sigo así, haciendo lo que el común de la gente hace, lograré acercarme a su centro y su interior—en ambos sentidos—.

Bebiendo mi café, me digo, va a firmar ese contrato.

MasterWhere stories live. Discover now