43: Pequeña función

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—Bien, pequeña.

Los chicos se miraron entre ellos antes de volver a sus puestos. Allan tomó mi mano y depositó un beso en el dorso.

—Empecemos con la función.

Alcé una ceja ante su elección de palabras.

—¿Función? —me burlé—. Esto es un teatro.

—Sí. Para ellos, pequeña.

No entendí sus palabras, y no me dio tiempo para preguntar porque tomó su micrófono y se dirigió al público de nuevo. No tuve más remedio que seguirlo y tomar el micrófono que me tendía para cantar las canciones que nos faltaban.

Puse todo mi esfuerzo para no ver la primera fila donde se encontraban ellos. Mientras Allan y yo cantábamos sobre el escenario, mi mente fue alejando pensamientos sobre ellos al fondo de mi cabeza. No quería complicaciones y ciertamente no quería notarlos. Por lo que dejé que mis ojos vagaran hacia el final de la cafetería e incluso miraba sólo a Allan para no tentar y pecar. En mis planes estaba ignorarlos y eso haría.

La noche pasó mientras mis nuevos amigos y yo dejábamos todo en el escenario. Por los aplausos y gritos de todos podía darme cuenta que estábamos yendo muy bien. Que sonábamos muy bien. Cuando la última canción llegó, yo ya estaba sudando a mares, por lo que me quité la casaca de cuero, mostrándome en un top pequeño haciendo que todos los presentes silbaran en mi dirección. Mis mejillas ya estaban ardiendo de calor, pero con eso se intensificó.

Sonreí por aquello mientras veía a Allan cantar su parte. Cuando vino la mía, él se acercó a mí para cantar. Los dos terminamos la canción y toda la cafetería se volvió loca por los gritos que lanzaban y silbidos. Ben se acercó con su guitarra, Mark también, Luke con sus banquetas de batería, y los cinco nos inclinamos en una reverencia mientras todos nos aplaudían fuertemente.

Cuando bajamos del pequeño estrado y nos dirigimos a un lado donde Debie nos esperaba, sentí que Allan se inclinaba hacia mí.

—Llegó la hora, pequeña.

Fruncí el ceño echando mi cabeza atrás para preguntarle a qué se refería y me quedé muda cuando pasó un brazo por cintura desnuda y me pegó a él. Abrí mucho los ojos.

—¿Qué haces? —siseé en su dirección.

—Te ayudo.

No pregunté a qué se refería porque Debie llegó saltando de arriba abajo sonriendo con alegría.

—¡Increíble, chicos! —Gritó abrazándonos a todos al mismo tiempo—. ¡Estuvieron perfectos!

Todos sonreímos agradecidos. Allan aún tenía su mano en mi cintura y me hacía sentir incómoda. Estaba sudando a horrores por las horas de canto en el escenario y no podía soportar su mano en la mía porque emanaba calor y me ponía muy nerviosa.

—Allan... —susurré, pero me vi interrumpida por los chicos que se abrazaban entre ellos. Ni siquiera parpadearon cuando vieron que Allan me tenía agarrada de la cintura, ni siquiera Debie. Sólo sonreía en nuestra dirección como si supiera algo que yo no.

Debie miró sobre mi hombro y abrió mucho los ojos, luego los entrecerró como si estuviera furiosa.

—¿Qué diablos? —exclamó para luego apretar los labios. Volteé hacia donde sea que estuviera mirando y me tensé cuando vi a todos ellos caminar hacia nosotros.

DEMONIOS. MIERDA. RAYOS. JODER CON TODOS.

Volteé hacia Allan con la mirada aterrada. Él me sonrió infundiéndome aliento y me apretó a él. Sentí que alguien me tocaba el hombro y al instante me volteé. Allan lo hizo conmigo y los demás chicos también. Debie incluso se puso a mi lado izquierdo, del otro lado de Allan, enfrentando a quienes antes solían ser mis amigos.

El chico de arriba #1 | EN FÍSICOWhere stories live. Discover now