-¡Mira una cabaña, Dipper! Estamos salvados ¡Vamos! -dijo con una sonrisa ladina y unas cuantas lágrimas en los ojos.

-Bueno, pero... Mabel, no te confíes ¿Si? No sabemos a que tipo de persona nos enfrentamos. -caminaron de la mano hasta la cabaña. Al llegar a ella Dipper se acercó con desconfianza, mientras Mabel se soltaba de su mano y se acercaba rápidamente. No lo dudó ni un momento y tocó, Dipper la miró extrañado- es como si ella ya supiera que va a pasar. -pensó- pero eso, eso no puede ser... Mabel tampoco sabía dónde estabamos -se dijo a si mismo confundido.

Mientras tanto el ritmo cardíaco de Mabel había aumentado considerablemente, miraba a todos lados nerviosa, pero seguía sonriente. Y tenía que pensar que, pasará lo que pasará, extrañaría demasiado a Dipper. Y haría todo para recuperarlo, además él le había dicho que Dipper estaría a salvó. Aún que tampoco se fiaba de la palabra de Will.

La puerta de la vieja cabaña se abrió, la persona en resivirlos era un joven de aproximadamente 25 años, era atractivo y alto. Mabel estaba tranquila pero en el fondo estaba sorprendida, Dipper miraba sorprendido y aquel joven solo los miraba con una tenue sonrisa.

Era un joven completamente distinto a Will, incluso parecía otra persona. Lo que parecía un rostro normal, era más bien un trabajo de varias horas con algo de maquillaje y látex líquido, hecho por alguien más al parecer.

-¡Oh! Hola jovencita. -dijo con una gran sonrisa. ¿De verdad era Will? Esos gestos, esa forma tan amable de hablar y tratar a la gente. No podía ser él, no era Will. Mabel estaba aún más sorprendida, cosa que expresó en su rostro.

Will miró a Mabel, quién algo avergonzada le contó a aquel hombre por lo que habían pasado, él los invitó a pasar, la castaña accedió con facilidad, pero Dipper estaba desconfiado y se negaba a entrar de cualquier manera que se lo pusieran. Aún que finalmente después de unos minutos insistiendo Dipper entró a la cabaña.

Miraban de un lado a otro, y debes en cuando se miraban el uno al otro y se sonreían con la finalidad de tranquilazarse. Llegaron a una sala y se sentaron, entonces aquel hombre comenzó a contarles su vida para entrar en confianza y se presentaron de manera más formal, su nombre era Stanford Smith, un científico que había quedado en el olvido y ahora trabajaba en esa cabaña para vivir, vivía sólo.

-Y ¿Porque andan hasta acá? El bosque es peligroso para ustedes, niños. -su mirada era extraña y su voz también era como áspera pero molesta o nerviosa, no sabían cómo describirla, además de que mostraba un comportamiento extraño.

-Estabamos de día de campo señor. -dijo Dipper con seriedad- y solo nos perdimos en el bosque, es todo. -de vez en cuando Dipper sonreía como un bobo al verlo, pero luego se volvía frívolo y sería de nuevo.

-Bueno, ¿Y que necesitan, pequeño? ¿Que edad tienes 10 o 11 años? Ja, ja, ja. -dijo tratado de parecer gracioso.

-En realidad tengo 12. -dijo molesto- y de usted no necesitamos nada, señor. Es más -se levantó y tomó a Mabel de la mano-. Vámonos. No me gusta este lugar.

-Perdón princesa. No sabía que eso te iba a molestar. -Dipper se detuvo en seco y soltó a Mabel.

-Camina. -la melliza asintió y siguió caminando- ¿Cual es su problema? ¿Que quiere?

-¡Oh! ¿Ahora te importa? No vas a salir de aquí. -dijo con una sonrisa más sádica y una mirada fría y vacía- ¡Capturenla!

-¡¿Que?! -gritó Dipper asustado, intentaba correr hacia su hermana, pero le tomaron por detrás unos brazos con fuerza.

-¡DIPPER! ¡DIPPER! ¡AYÚDAME! -gritaba mientras se la llevaban a rastras a una habitación.

-¡Déjala ir! -gritó enojado, intentaba zafarse sin éxito.

Eres mi niño Where stories live. Discover now