Capítulo Cinco - ¿No desayunas?

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  —Lo que te decía, Potter. —comentó Draco con una sonrisita de suficiencia —. Yo siempre me veo radiante. Y tú tardaste cuatro años y medio en darte cuenta.

Harry puso los ojos en blanco.

 —Qué creído te lo tienes.

Draco alzó y bajó las cejas. Guió a Harry fuera, bajo la luz del verano casi acabado, y caminaron unos minutos en silencio contemplando el paisaje, el lago reluciente con los rayos del sol centelleando en su superficie y la pradera verde. A lo lejos se divisada el Sauce Boxeador y, más allá, las altas montañas que rodeaban el castillo como una muralla impenetrable.

Harry iba con la cabeza gacha leyendo su horario y, de vez en cuando, soltaba un bufido.

  —Pociones doble hora los lunes —se quejó el chico, enseñándoselo a Draco y haciendo una mueca—. Qué asco.

Draco soltó una risa dulce y le revolvió su cabello negro.

  —Tranquilo, león. No me saques los colmillos.

Harry se apartó el cabello del rostro impacientemente, analizando aún el horario.

—¡Eh, pero mira! Los viernes tengo la primera hora libre —señaló el día con una sonrisa en el rostro—. Si tú tampoco tienes nada, entonces ahora no tenemos nada que hacer. Deberías ir a mirar el tuyo, ¿no?

—Nah —contestó Draco metiendo su mano libre en el bolsillo del pantalón —. Aunque tuviera pasaría de ir. Es el primer día, por Merlín.

  —Qué malote que te estás volviendo.

Volvió a soltar una carcajada.

  —Ya era así, leoncito.

—Claro que no lo eras. Y no me llames así. 

—¿Cómo que no? —entrevió una sonrisa en sus labios—. ¿Y qué pasa con el año pasado? ¿Ya lo has olvidado? Robé una snitch, quise manipular el partido de quidditch, te robé un besito...

Harry puso los ojos en blanco.

—¿Un besito? ¿En serio? —suspiró. No podía negar que llevaba razón—. Está bien, está bien —alzó las manos—. Siempre has sido un malote.

—Pues lo que decía —siguió caminando con una postura desgarbada—. Sé que eso te pone. 

  —Muchísimo.

  —¡Harry! —exclamó Draco dándole un golpe juguetón en el hombro—. No hables así, por Merlín, que lo único que quiero hacer ahora es arrancarte la ropa.

—Si eres tan malote, ¿por qué no lo haces? —volvió a lanzarle una sonrisa de medio lado, juguetón. 

Draco le echó una mirada, la cual no pudo descifrar Harry. Se juntó a él, alzó la mano y con un solo movimiento desabotonó el botón de la túnica de Harry, dejando al descubierto su camiseta.

  —¡Draco! —exclamó Harry, sorprendido —. ¿Qué...?

  —Te pienso arrancar la ropa.

Harry le sujetó las muñecas.

  —¡Era broma, era broma! —el rubio seguía mirándole de aquella forma, divertido.

—Esperate un poco, ¿quieres? No llevamos ni veinticuatro horas en el castillo.

Su rostro estaba a pocos centímetros del suyo.. Una sonrisa se hizo paso por el rostro del pelinegro, el cual se perdió durante unos instantes en los ojos de Draco, tan claros y puros como el mismo cielo que tenían sobre sus cabezas. De hecho, eran tan parecidos que por un momento pensó que eran dos agujeros y que tras ellos lograba distinguir el cielo, libre de nubes y en su total resplandor.

—Querías que fuera tu malote—murmuró Draco con una sonrisa ladeada. 

Harry abrió la boca para poner objeciones a su lógica. Sin embargo, apenas separó los labios para hablar, Draco juntó sus labios.

Harry cerró los ojos y se dejó llevar. Hundió sus manos en los cabellos rubios del chico, sintiéndolo suave y liso entre sus dedos. Sintió que las manos de Draco se posicionaban sobre su mejilla, su nuca, su pecho.

Se separaron jadeando.

  —Vaya —suspiró Harry, aún con la mirada fija en los labios que ya ansiaba saborear—. Realmente no me lo esperaba. 

Draco le sonrió, mirando también sus labios rosados.

  —Te das cuenta de que tenía razón, ¿no? —preguntó Harry con una sonrisa burlona en el rostro. Draco subió las cejas, curioso—. Antes no estaba pensando mal. Realmente querías desayunar algo diferente.

Draco le recorrió el contorno de sus labios con el pulgar.

—Quizás no desayunar, pero si esta noche vienes a la sala de los menesteres, te prometo que cenaré como Merlín manda.

Harry rió.

 —Me encanta cuando usas frases muggles sustituyendo "Dios" por "Merlín".

  —Pues a mí me encantas tú.

Harry le dio un golpe cariñoso en el hombro.

  —Qué cursilero eres.

El Trágico Final || Drarry || TERMINADA y EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora