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-¿No me iba a llevar a mi casa?- preguntó Martina cuando aterrizaron nuevamente, su amigo tardo un momento en entender la pregunta pues daba vueltas por la consola.

-¿Qué?... Ah sí, es que me emocione, pero piénsalo un poco ¿Acaso no quieres ver cómo era esa época? ¿Conocer a un artista famoso de tu país? ¿Tener un poco de aventura?- abrió las puertas –Veinte de abril de 1957, Mérida, Yucatán ¿Alguna vez has venido aquí?- Martina reía, tomo la mano del doctor y ambos salieron.

-¿Qué es lo que vamos a buscar exactamente?- pregunto viendo a todos lados, analizando el lugar, según recordaba en esa época su abuela aún era una niña, y estaban a muchos estados lejos de Sinaloa, en un puesto, una vieja radio encendida hablaba del recordatorio del actor y cantante muerto, y comenzaba a sonar la canción de amorcito corazón. El doctor saco la fotografía.

-Buscamos una casa- respondió el doctor, hasta que se encontraron en una lonchería llamada "El último vuelo" el doctor miraba desde la ventana a un grupo de personas en una mesa, Martina también los reconoció, los mismos que aparecían en la fotografía.

-¿Esta seguro que se trata de una casa?- susurro Martina, esas personas debían saber algo.

-No estoy seguro de nada- susurro de vuelta el doctor -¿Por qué susurramos?- pregunto en un tono normal, Martina se encogió de hombros con una sonrisa, ambos entraron en el pequeño establecimiento, el doctor se acercó a las personas que comenzaban a comer tortas ahogadas –Buenas tardes caballeros, ¿Escucharon las noticias? Es una pena lo que ocurrió hace unos días- soltó sin más dando palmadas en la espalda a dos de los hombres que comían.

Todos voltearon a verlo de una manera muy extraña, dejando su comida por un momento.

-¿Se refiere a la supuesta muerte de Pedrito?- el acento del hombre moreno de cabello cano era muy marcado.

-¿Supuesta?- pregunto el alto que estaba a un lado de él. –Todos sabemos que el Pedrito chambeaba con las avionetas, era buen piloto- se inclinaba al hablar.

-Nepo tiene razón, a mí se hace que es pura conspiración, se hizo el muerto porque ya le empezaban a reclamar todas sus viejas, que ahorita han de andar llorando por el en su velorio- respondió el sujeto de gran bigote y cráneo grande y cuadrado.

-¿Cómo pudo fingir eso? Dos buenos pilotos más se murieron junto al pobre Pedrito, que estaba hasta arriba en su fama, con todas sus películas y canciones grabadas- dijo el hombre bajito que tenía el acento yucateco mucho más marcado que los demás.

-Yo digo que es mentira que se petateo- dijo el quinto, que tenía las cejas más espesas que los demás. Y así entre todos comenzaron una discusión apenas entendible. Martina y el doctor se miraron. Aunque el hecho para esos sujetos era muy reciente, tenían opiniones muy divididas.

-No hablen mal de los muertos, les pueden venir a jalar las patas- dijo por sobre los demás el hombre alto, y volteo a ver al doctor. –Diga señor gringo ¿A qué viene su curiosidad? ¿Es periodista? Yo supe que el Pedrito alguna vez vino a merendar en este lugar, las tortas están bien buenas- una señora miraba atenta a Martina y al doctor de forma atenta. Pues la única mesa con personas era esta con los hombres, probablemente en hora de comida del trabajo.

-Lo soy, y esta es mi compañera- afirmo pronto el doctor. Martina con una mano en la espalda los saludo.

-¿La chamaca que lleva pantalones? ¿Acaso salieron de un circo?- se levantó el de cráneo cuadrado.

No hubo momento de responder, por la puerta entro y apareció quien menos esperaban.

-Buenas tardes- se quitó el sombrero y fue hacia la señora –Mi chorreada, me muero de ganas de una buena torta ¿Sería tan amable de servirme una?- la señora rio un poco.

Cayendo en aventuras- Doctor whoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن