11

216 30 2
                                    

Aquella noche Peridot no podía conciliar el sueño, es cierto que en dos o tres ocasiones sus parpados estuvieron a punto de cerrarse, pero cada vez que esto ocurría sentía un ronquido o un suspiro en sus espaldas, por parte de la peli-azul con la que compartía la cama… Y eso bastaba para crisparle los nervios.

Muchas cosas habían pasado aquella noche, por más absurdo que parezca como si de una comedia romántica se tratase, las cosas fueron cayendo una por una en su lugar, hasta formar aquel rompecabezas tan vergonzoso para la rubia. Pero a Peridot no le gustaban las comedias románticas, no cuando ella era la protagonista de lo que ella denominaba “un burdo intento de conmover a las mentes débiles y poco racionales”, y tampoco era fan de los rompecabezas, no cuando una pieza era ella y la otra pieza era Lapis, y debían embonar entre si… “¿Cómo sería sin nosotros embonáramos?… ¡¡Tonta, en que estoy pensando!!!” grito Peridot no lo suficientemente fuerte como para despertar a Lapis por suerte, al parecer ella tenía el sueño muy pesado.

Decidió levantarse e ir por un vaso de agua, sería una noche larga para la rubia.

Todo había empezado poco después de que ella había tomado de la mano a Lapis, y había decidido llevarla a casa, camino sin ver atrás, tratando no tener que enfrentarse a aquel
momento, tratando de alejarse de aquel sujeto que molestaba a la peli-azul, lo suficientemente rápido para escapar de las excusas. Cuando al fin llegaron a la puerta de aquel edificio, solo se dio vuelta e intento decirle algo a Lapis, pero esta se adelantó:

- Wow, no conocía ese lado tuyo, Peridot, debiste ver cómo nos miraba la gente en todo el camino jajaja – Peridot solo agachaba la mirada, lo cual Lapis noto al fin después de todo aquello – En serio, bueno… creo que ya debo irme – Dijo Lapis soltando por fin la mano de la rubia. Ni una de las dos se había dado cuenta de que aún se tenían de las manos hasta aquel momento.

- Quédate… - Dijo Peridot con voz temblorosa rompiendo su silencio - es decir, al menos hasta que Jasper vuelva podríamos quedarte, le dije a aquel sujeto muchas cosas y… pues me sentiría como una mentirosa si no cumplo con lo que dije – Lapis la miro sorprendida una vez más aquel día, no podía decir que no a aquella pequeña rubia, que le pedía de forma tan tierna, Lapis dudaba que existiera alguien en el mundo capaz de decirle que no en aquel momento.

- Ok, vamos – Dijo Lapis sonriente. Una vez adentro Lapis sintió aquel lugar un poco más como un hogar, en el fondo ella sabía que no sería para siempre, pero al menos por ahora, agradecía que todo estuviera de ese modo.

- Oye Peridot, gracias – Dijo mientras la rubia la miraba expectante – Fuiste muy valiente.
- Yo... yo... yo solo fui compulsiva – Dijo con un leve sonrojo y los puños apretados – No sé qué paso, comúnmente no haría algo así… pero, pero ya no importa – Dijo esquivando el tema – Creo que ya es tarde, deberíamos dormir.

Y en serio aquella rubia no dejaba de preguntarse “¿Que paso?”. Ella no solía hacer ese tipo de cosas, y ahora paso todo aquello, Lapis ebria en su casa, el error de haber quedado aquella noche y ese maldito sujeto que la llevo a caminar tantas cuadras tomados de Lapis. Algo en ella se emocionaba al recordar aquello. Entonces, ¿qué es lo que sentía por aquella peli-azul?

- Supongo que dormiré allí – Lapis interrumpió los pensamientos de la rubia, señalando la que era la habitación de Amatista. Pero Peridot aún no estaba lista.
- No, no creo que sea correcto, esa es la habitación de Amatista… dormirás en mi habitación, al menos por hoy, yo dormiré en el sofá, ¿Esta bien?
- No, no está bien – Dijo Lapis – No puedes simplemente traerme a tu casa y esperar que utilice tu cama mientras tu duermes en un sofá, me sentiría culpable si despiertas adolorida o si no puedes dormir… Ya se – con una sonrisa juguetona – Ambas podemos dormir en tu cama, es bastante grande si mal no recuerdo- La rubia avergonzada y llena de preguntas quiso replicar:

- ¿Cómo sabes que… - Pero fue interrumpida por la mano de Lapis agarrando con fuerza de la suya y llevándole a rastras hasta la habitación. No opuso mucha resistencia, la mano de Lapis sobre la suya la ponía muy dócil.

- No era necesario esto – Se quejó por última vez Peridot, ya en la misma cama que Lapis.
- Quizás así ya dejes el pasado atrás, no puedes solo dejar que todo lo referido a esa amiga tuya domine tu vida.
- ¿Acaso te pone celosa que hable de Ami? – Dijo Peridot burlona para la sorpresa de ambas.

Entonces ambas rompieron en carcajadas. Quizás no se estaba tan mal así, pensó Peridot. Hablaron por horas antes de que la peli-azul cayera rendida, Peridot al fin le conto todo respecto Amatista y Lapis simplemente la escucho, bromeando de vez en cuando sobre una hipotética relación entre Peridot y Amatista, lo cual hacia enfurecer a la rubia. A Lapis eso le parecía lindo. A la rubia simplemente le parecía algo tonto, pero le gustaba mucho hablar con Lapis. Hubiera deseado que Lapis no se hubiera quedado dormido antes que ella.
Y ahí estaba Peridot, de madrugada, con el pulso acelerado, intentando calmarse y preguntándose una vez más “¿Que sentía por esa tonta diva azul… ejem Lapis?”, necesitaba
una respuesta en aquel instante.

Encendió su laptop, abrió un nuevo archivo y tecleo sin pensarlo demasiado:

“Es como si alrededor del mundo, cientos de personas quisieran vernos juntas, acomodando todo, dejándome a la deriva de ti, observando complacidos como mis pulmones lo dejan todo ante tu suspiro, cómplices de un deseo ajeno, maquinadores tontos de un mundo amorfo que ahora me pide voltear y encontrarte siempre cercana, correr huyendo de ti solo para terminar otra vez clavada a tus ojos, ¿acaso no tienen límites?
Si querían romper mis entrañas, basto con presentarte en mi vida, si no deseaban verme estallar en cientos de pedazos, no debieron dejar que nuestros ojos se encontraran. Ahora soy solo prisionera de la voluntad de aquellos que me ordenaron mirarte, eso basto, no necesitaron más. No me queda más que cumplir con lo impuesto, caminar a ciegas hacia mi infierno. No me quejo. He llegado a amar tus tormentos. Diva Azul.”

Suspiro. Lo leyó una vez antes de lanzar una tímida carcajada, “es lo más tonto que he escrito”, cerro el archivo y presiono “no guardar” ante la insistencia de la máquina, ya no importaba, ya no necesitaba una respuesta. En ese momento lo supo. No le quedaba más que aceptar que amaba a aquella peli-azul, aunque fuera un poco.

“Quizás estoy exagerando” se dijo con una sonrisa en el rostro.

Cuidame ~ LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora