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¡Maldita sea!! – Murmuraba una rubia desde el piso de su sala mirando hacia el techo, su
cabello despeinado, unas ojeras grandes de quien no ha logrado dormir bien en varios días, algo de baba seca en la cara y los ojos verdes algo perdidos, ha estado llorando.
La rubia no ha parado de lamentarse desde el día en que su amiga Amatista la abandono, “Cuídate” decía la nota- ¡tonta!! – grito al pensar en eso, ni siquiera se había despedido de ella, su gran amiga se había ido dejándola sola, y solo un cuídate, se sentía vacía.
Intento lamentarse como se debe (o al menos como ella pensó que debía), a manera de berrinche dejo de comer como antes, saco unas botellas de cerveza de la despensa y se las bebió muy lentamente (ella no solía beber, pero esas botellas eran algo que su amiga había
dejado abandonadas también), quedándose ahí sentada en el suelo, viendo la ventana y lamiéndose las heridas, aunque no haya nadie para verlo, o quizás ella pensó en el universo
como un extraño espía voyerista. Pero no…
El universo no parecía querer jugar el juego de la rubia, no, en vez de eso puso a un gigante chico a vivir justo en el piso de arriba, y a hacer fiestas jodidamente ruidosas y que podían durar días hasta donde ella podía notarlo, lo raro es que nadie parecía estar molesto por esto en el edificio, es decir, la rubia llevaba casi un año viviendo ahí, y solo recién nota que su techo podría caerle encima en una extraña broma fiestera del destino, “Supongo que todos están muy distraídos para fijarse” – pensó, pero esto no le ayudaba, saber que siempre estuvo sorda y solo ahora que está sola puede oír, no le sirve de nada.
Ella quería lamentarse, pero ellos no la dejaban, así que se puso un par de pantuflas con rostros de alíen, se levantó después de no hacerlo días, y se dirigió al departamento en el piso de arriba y una vez en frente de la puerta, respiro un par de veces para calmar sus ansias.
Una vez, nadie le hizo caso, volvió a tocar, dos minutos después seguía tocando la puerta y nadie parecía escucharla, por suerte algún intoxicado “caballero” decidió que sería buena idea tomar algo de aire así que salió y abrió la puerta dejando a esta el paso libre.
A penas entro, busco con la vista a quien pareciese el dueño de la casa, esa maldita manía de no prestar atención a las cosas ni siquiera para enterarte como es el rostro de tus ruidosos vecinos le complicaba la vida, no tenía ni idea de cómo reconocería al dueño de casa.
Entonces la vio. En un rincón de la habitación, cabello azul, ropas ajustadas algo provocativas jugando entre azul y negro, una cara de diva, algo engreída a primera vista, pero con varios
secretos de prestar más atención, un cigarro en una mano y un vaso en el otro, rodeada de varios chicos, claramente el centro de atención de aquella fiesta.
“Menuda zorra” – Es lo primero que pensó Peridot. Rodeada de esos necesitados, tan coqueta, y al parecer con una constante necesidad de halagos y tenía esa aura de estar siempre de fiesta, la rubia pensaba que sin duda esa diva azul era la dueña de casa, así que sin perder el tiempo se acercó al grupillo y se paró frente a ella, la mirada de la azulada se clavó en ella.
Peridot quiso decirle lo que vino a hacer, pero, demonios, la mirada de la chica azulada en
serio la molestaba.
- Yo soy… quería… soy… - Decía la rubia llamando la atención de todos, estas situaciones no eran su fuerte y ya se había empezado a trabar, finalmente pudo aclarar su voz – Yo, soy Peridot, vivo abajo, no quería molestarte, pero quisiera que le bajes al volumen por favor- Dijo
firmemente, aunque mirando al suelo. Después silencio.
“Lindos ojos” – Pensó Lapis cuando vio a esa pequeña chica acercarse donde estaba, no pudo
evitar quedarse viendo sus ojos de un tono verdusco, mientras al parecer la rubia le decía algo
que no entendía, pasaron varios segundos para cuando la azulada se dio cuenta que la rubia la
mirada incomoda, como esperando una respuesta. Trato de pensar en que le dijo, pero estaba muy distraída, realmente no la escucho, así que solo se le ocurrió presentarse.
- Hola, soy Lapis, Lapis Lazuli ¿y tú eres? – La rubia estuvo a punto de hacerse un facepalm,
“¡Ni siquiera me estaba escuchando, esa engreída!!!” pensaba. Decidió respirar y calmarse, calmarse, calmarse.
- Mi nombre es Peridot, vivo en el piso de abajo y… -
- Ahh un gusto, ven ponte cómoda – Le interrumpió la peliazul mientras se alejaba del grupillo en el que se encontraba. Esto solo se exasperaba a Peridot, quería acabar rápido con esto, al menos ya no están todos esos chicos mirándonos pensaba.
- Los chicos no dejaban de echarte el ojo eh? – Dijo sonriente Lapis, guiñándole un ojo como si
le hubiera estado leyendo la mente, la rubia decidió no responder, esta chica la ponía nerviosa.

Cuidame ~ LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora