Deseos y celos.

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Regresaba de salir a correr, el sol aun no había salido pero regresó en buen momento, pues su madre ya estaba preparando el desayuno para la familia, su padre aún no había salido a trabajar, su abuelo estaba en el jardín ocupándose de algunos bonsái y lo único que le quedaba hacer era darse un baño para ir a desayunar, también debería despertar a su amado y pareja, junto a su hijo pequeño, era la primera vez en tres semanas que Kunihara estaba para desayunar en familia por lo que no perdió tiempo en buscar a los miembros faltantes.

— Suke — exclamó entrando apresurado después del baño.

— Hermanito— dijo el castaño mientras estaba parado frente a la cuna, donde el pequeño infante intentaba repetir sus palabras. — Hermanito.

— Suke, ya hablamos de eso— interrumpió mirando molesto.

— Hola Mitsu ¿Qué tal el ejercicio matutino?

— No desvíes el tema Fuji Syusuke, ya hablamos de eso, es demasiado pronto para tener dos hijos, ya uno es pesado.

— ¿A qué te refieres con pesado? — pregunto el castaño cruzándose de brazos.

— Yo viajo de torneo en torneo, tan rápido paso el tiempo que no me di cuenta del momento que Kunihiro empezó a caminar y a hablar, y la habitación que compartimos es pequeña.


— Sería más grande si pusieras tus cosas de pesca en otro lado.

— Eso se queda.

— No vas a pescar nunca señor profesional y sobre la cuna de Kunihiro está tu fea colección de anzuelos, que de seguro tiene pesadillas con ellos.

— Podríamos también sacar tus cactus que están sobre la cómoda.

— Lo mío es decorativo y ocupa un pequeño espacio, en cambio tu vitrina de cañas de pescar es estorbosa.

— Tu colección de cactus ocupa toda el mueble, es excesiva— acoto señalando la misma, luego decidió que mejor era interrumpir la discusión tomando al pequeño en brazos, el cual miraba con comprender. — Hora de desayunar ¿A ti no te molestan mi colección de anzuelos verdad? Te Gustan.

Como si fuera una especie de respuesta el menor sonrió y luego señalo al cuadro que ocupaba toda la pared que daba contra su cuna, donde estaban a plena vista una colección de anzuelos de pesca que Kunimitsu tenía desde que comenzó a pescar cuando niño. Sus manitas se estiraron no más poder hasta aquel cuadro en la pared, intentando tocar los anzuelos coloridos que estaban protegidos tras un cristal.

— Punto para mí.

— Los anzuelos se pueden quedar y el paisaje de montaña también...ahora la vitrina.

— No te escucho — exclamo en burla saliendo del cuarto con el menor en brazos.

— Tezuka Kunimitsu no me ignores.

El castaño siguió a su pareja por las escaleras exigiéndole que lo escuchara, pero el de lentes lo ignoraba ante aquella cuestión. Llegaron hasta la cocina sin darse cuenta con aquella discusión, el de lentes sentó para desayunar mientras el resto de la familia no daba crédito lo que escuchaban.

— Debo sacar foto de esto — exclamo el patriarca de la familia Tezuka levantándose de su asiento. — La primera pelea de los enamorados.

— No es una riña abuelo.

— Eso no es lo que veo.

— Exijo que saques esa vitrina de pesca de la habitación, estorba.

El Regreso a CasaWhere stories live. Discover now