1. A pink life

163 7 31
                                    

Un nuevo día amanecía en la universidad Arkadia. Los rayos del sol se colaron por los grandes cristales de la ventana de la habitación, acabando por iluminarla entera. Y en una enorme cama con sábanas de terciopelo y almohadones rellenos de plumas yacía una joven durmiendo, con cabellos negros, nariz definida y labios carnosos. Un antifaz morado le tapaba los ojos para que la luz no le interrumpiera el sueño.

Su cuello estaba ladeado, con la parte derecha de la cara apoyada sobre la almohada, y una de sus manos se posaba tranquilamente junto a su rostro y la otra sobre su vientre. Un leve bostezo indicó que ya estaba despierta, así que la muchacha se recostó sobre la almohada y sus finos dedos apartaron ligeramente el antifaz y lo colocaron sobre su pelo. Sus párpados se abrieron y la luz se reflejó en su iris color chocolate, creando un contraste precioso. Apartó las elegantes sábanas y metió sus pies en unas pantuflas rosas adornadas con un pompón del mismo color. Salió de la habitación y entró en la contigua a la suya, entrando en un enorme vestidor de dos plantas con una pequeña cómoda redonda blanca en el centro de la sala. La habitación entera estaba rodeada de ropa, y no se veía pared por ninguna parte.

El atuendo que escogió consistía en un vestido rosa claro con una chaqueta blanca y tacones a juego y un collar de piedrecitas de plata. Salió del vestidor y llegó hasta las escaleras curvas, que conectaban directamente con el salón. La joven bajó la vista y vio a sus hermanas de la fraternidad femenina Kappa Kappa Sigma esperándola al pie de las escaleras: Clarke Griffin, Nora Withman, Raven Reyes y Grace Perry.

-Buenos días, Darrell- dijeron las cinco al unísono.

Darrell Foster, la líder de la fraternidad femenina, se dedicó a hacer su bajada elegante por las escaleras, pasando la mano por la barandilla y pisando fuerte con sus tacones de diez centímetros cada escalón, y no respondió al saludo hasta que hubo bajado del todo.

-Buenos días, chicas- contestó.

Nora dio un paso al frente y le tendió a Darrell unas gafas de sol, y cuando ésta se las puso las demás hicieron lo mismo.

-Ya estamos listas para irnos- sentenció.

Encabezó el grupo y las cinco chicas cruzaron el largo recibidor con pulcras paredes blancas y salieron por la gran puerta de la fraternidad femenina Kappa Kappa Sigma. Salieron del recinto por la enorme verja negra que tenía inscritas las iniciales de la hermandad en sus rejas, y se dirigieron hacia una cafetería cercana de la ciudad.

Cuando llegaron al local, pidieron su habitual capuchino con doble de espuma y esencia de vainilla, y el camarero se los sirvió a los pocos minutos. Mientras disfrutaban de su café matutino, el teléfono móvil de Darrell emitió un breve sonido, lo que significaba que le había llegado un mensaje. Era de la decana de la universidad, Faith Keegan.

-Chicas, la decana me ha escrito que vaya a su despacho "inmediatamente"- dijo, haciendo comillas con los dedos con la última palabra. -He de dejaros. Nos vemos luego por el campus.

Darrell se levantó de la silla, volvió a ponerse las gafas, cogió el café y salió del local. Llegó a pie a la universidad, que estaba a ocho minutos andando de la cafetería. Cruzó por los campos de fútbol y béisbol para no tener que rodear todo el centro y entrar por la puerta principal, y mientras pasaba por allí, no vio la veloz pelota que volaba hacia ella, y ésta acabó golpeándole la mano y tirándole el café al suelo. Darrell gritó de susto y rabia, y cuando giró la cabeza para ver quién había sido el idiota que le había lanzado la pelota, vio a eso, a un idiota.

Bellamy Blake, el líder de la fraternidad masculina Kappa Kappa Alfa se aproximaba hacia ella corriendo como si se creyese un deportista profesional.

-Perdona, Foster, no te había visto- dijo riendo.

-No me llames Foster- le regañó la chica. -Puede que entre los miembros de vuestra hermandad os llaméis por los apellidos como si os creyérais militares o algo, pero nosotras nos llamamos como la gente civilizada: por nuestros propios nombres- explicó Darrell con tono sarcástico, como si le estuviera explicando algo a un niño pequeño, finalizando la frase con una sonrisa de superioridad.

-Sí, lo que tú digas- masculló Bellamy. -Por cierto, mi hermana pequeña, Octavia, va a entrar en vuestra hermandad- soltó.

Darrell lo miró fijamente y arqueó una ceja.

-¿Qué?

-Sí, ¿Verdad? Yo también le dije que era una estupidez, que la fraternidad femenina era una mierda- se burló el chico riendo. -Pero no me quiso hacer caso, así que ahora tenéis que admitirla.

-Perdona, pero nuestra fraternidad no es una mierda, y no voy a permitir que ningún Blake pise el suelo de la hermandad de Kappa Kappa Sigma- exclamó Darrell dando un paso al frente y negando con el dedo.

-Oye, sé que estamos enemistados y eso, pero mi hermana es una chica- continuó Bellamy. -Quiero decir, que no creas que vais a meter a un doble mío en vuestra fraternidad sólo porque sea mi hermana.

Darrell soltó un profundo suspiro y finalmente dijo:

-Oye, gracias por la innecesaria información sobre que tienes una hermana y quieres que la admitamos, pero la decana me reclama y tengo asuntos más importantes que hablar con ella- soltó mientras se alejaba del campo de fútbol.

-Oye, ¿Te crees que me lo estoy inventando?- continuó Bellamy alzando la voz a medida que la chica se alejaba cada vez más.

Darrell se detuvo, giró sobre sus tacones y respondió:

-Viniendo de ti...- hizo un gesto como si estuviera pensando una respuesta, colocando un dedo sobre la barbilla y mirando hacia arriba- francamente sí, Bellamy Blake. Hasta nunca- se despidió, retomando su camino.

***

Tres golpecitos en la puerta llamaron la atención de la decana Keegan, y antes de que pudiera decir "adelante" la que había llamado a la puerta ya estaba acomodándose en sus elegantes sillones rojos.

-Bueno... Darrell Foster- comenzó la decana.

La chica cogió sus gafas de sol levantando el dedo meñique, se las quitó y las dejó sobre su regazo, mirando firmemente y con algo de altivez a la decana.

-Tengo una gran noticia para ti- sonrió la decana Keegan entrelazando los dedos sobre la mesa y sin poder contener la sonrisa. -Sabes que odio a las chicas de fraternidad, sobre todo a ti- dijo, señalando con su delgado dedo índice consumido por las arrugas a Darrell.

La chica puso los ojos en blanco y resopló.

-Vaya al grano, Keegan.

La decana se levantó de su silla, tras su refinada mesa de madera del despacho y comenzó a caminar lentamente por la habitación, golpeando fuerte con cada paso para que se escuchara su firme tacón, y haciendo caso omiso de la muchacha, continuó parloteando:

-En cambio, sabes que adoro a los chicos de Kappa Kappa Alfa, y eso es un punto menos a vuestro favor- dijo. Luego, volvió a sentarse en su silla, lo que significaba que por fin iba a soltar esa noticia tan importante. -Sobre todo adoro al líder, Bellamy Blake- nombró. -Por desgracia para él y por increíble que parezca también para mí, vais a admitir a una nueva hermana en Kappa Kappa Sigma- declaró: -su hermana pequeña, Octavia Blake.

Darrell abrió sus bonitos ojos todo lo que pudo y se levantó de un salto del sillón.

-¿Qué? O sea, ¿Que era verdad?- exclamó.

-¿A qué te refieres, querida?- preguntó la decana Keegan, mas Darrell ya salía apresurada por la puerta del despacho.

Al pasar por el campo de fútbol otra vez y por la furiosa manera en la que caminaba, Bellamy Blake no pudo hacer otra cosa que echarse a reír al verla pasar desde el centro del campo. Darrell sacó su carísimo iPhone y le envió un mensaje a sus amigas:

"A la fraternidad. Ahora."

The 100. FraternityWhere stories live. Discover now