Capítulo XIII (Parte I)

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Anne se sentía extraña viajando junto a Jack en el patrullero

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Anne se sentía extraña viajando junto a Jack en el patrullero. Sobre todo porque estaba de copiloto y apuntándolo con un arma, mientras su compañera hacía lo mismo desde el asiento trasero. 

Finalmente se había decidido que lo mejor era que Jack condujera su propio vehiculo, para pasar inadvertidos, y por ende habían tenido que quitarle las esposas, hecho que requería el doble de precaución para evitar tretas por parte del "ladino oficial". Según había establecido Mónic.   

Esa mujer había sido más temperamental de lo que Anne pensaba, pero además astuta y muy valiente, debía reconocerlo. Sin ella no hubiera podido llegar a tanto, aunque para empezar, sin ella, y sobre todo sin Steven, no estaría en semejante brete.

—¿Cómo sabes que aquí vive Jaa

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—¿Cómo sabes que aquí vive Jaa...el policía? —le había preguntado la psiquiatra cuando la periodista había aparcado la motocicleta en la parte trasera de la casa de Jack.

—¿Crees que Steven es un improvisado chica?— le había respondido Mónic en un murmullo, pues debían ser precavidas en ese punto—. Es obvio que investigó a estos polis antes de meterse en su "guarida", y me compartió la información. Sé mucho de ellos: dónde viven, con quién, sus pasatiempos, sus gustos... —la chica había esbozado una media sonrisa en esa parte. Anne se preguntó, cuáles serían los gustos puntuales de Jack—. En fin, era menester un poco de inteligencia previa, que proporcionara equidad de condiciones o cierta ventaja— había dicho, mientras intentaba vulnerar la seguridad de la vivienda, con ayuda de uno de esos sofisticados artilugios tecnológicos, de los cuales Anne apenas podía determinar la forma, ni hablar del nombre, el cual formaba parte de la variopinta artillería que llevaba en el maletero de la motocicleta.

Mónic había conectado el aparato, similar a un teléfono móvil, al sistema de alarma, luego de abrir la puerta principal con una llave maestra. En la pantalla del mismo habían aparecido una serie de códigos numéricos que parecían no tener fin y que la doctora había adivinado, eran las posibles combinaciones de la alarma.

—¿A qué se dedica concretamente Steven?— se había animado a preguntar la morena obteniendo una mirada fulminante por parte de su compañera.

EvanescentWhere stories live. Discover now