Capítulo 25

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Después de que se fuese terminé de comer el pastel en paz, pagué mi cuenta y decidí ir a ver las tiendas del centro, que no eran muchas. No volvería a casa hasta que estuviese segura de que mis padres o mi hermano estarían ahí, así que decidí ver todo lo que había. Tenía algo de miedo de que mis padres me descubrirán fuera de clases, pero preferiría más un regaño, que estar sola con Scott.

La verdad la mayoría de las tiendas del centro me parecían muy malas. Casi no tenían nada y uno terminaba de ver todo en segundos. Así que como estaba muy aburrida me puse a jugar en una tienda de ropa a la que me metí por ahí. Era la más lujosa del lugar y así la más cara. Yo jamás compraría nada de ahí, pero como no tenía que hacer, pues ¿por qué no?

Empecé tomando algunas de las bolsas que había en la entrada. La verdad me parecían muy feas y jamás llevaba bolsa, pero de todas formas me las anduve probando. Luego fui a la sección de zapatos y finalmente vi la ropa.

La verdad la ropa de ahí si me gustaba, pero era muy cara, por lo que yo solo muy de vez en cuando compraba algo ahí. Al ver que había varias cosas lindas decidí probarme todo. Tomé una blusa roja, otra negra con rosas de un lado, una falda negra con estrellas, un top blanco y uno azul claro, unos jeans obscuros, otros claros y otros con rosas,un suéter blanco con escote, uno negro con cuello de tortuga y unas playeras para deportes. Todos los que trabajaban en el lugar se voltearon a mirarme. De seguro se preguntaban si yo de verdad compraría algo de eso y le respuesta era no. Ni un euro traía, pero estaba aliviada de que nadie me dijera nada.

Después de esperar mi momento en la fila la para los cambiadores, logré entrar y me probé todo lo que traje y hasta experimente para ver que se vería bien con que. Ya cuando terminé de probar todo salí del probador, pero de inmediato alguien me volvió a empujar dentro de este.

Fue tan rápido que ni vi quién era y sólo me concentré en decir- ¡Oye!

Ya después vi que era Scott y la furia me invadió. Estaba tan enojada con él por lo que pasó en el bosque, que no dudé en empezar a gritarle. Claro que él no quería que todos oyeran eso, así que me colocó la mano sobre la boca, a lo que yo reaccioné intentando morderlo. No funcionó, pero por lo menos logré babearle toda la mano.

-Ya, Maya, deja de hacer eso. Afuera está tu madre así que te quédate aquí y contrólate. Luego podremos resolver nuestros problemas en un lugar más privado- dejé de babearlo y me controlé. Iba a matarlo, pero lo iba a hacer cuando mi madre no estuviese cerca.

En cuento sintió que ya me había tranquilizado quitó su mano de mi boca, pero jamás dejó de estar atento a si se me ocurría alguna otra locura.

-Iré a ver si ya se largo- dijo y me dejó ahí sola. Primero pensé en volver a escaparme, pero la verdad empezaba a creer que no servía de nada hacer eso. De alguna manera ellos siempre me encontraban. Tal vez tenía un localizador y no lo sabía. Después de unos minutos volvió.

-Vámonos. ¿Vas a pagar eso?- me preguntó.

-No.

-Pues vamos.

-¿Y si yo no me quiero ir contigo? ¿Por qué nunca me dejas sola? Ya ni privacidad tengo. No le diré a nadie lo que vi, ni lo que pasó, de por sí nadie me cree.

-Pues ya es muy tarde. Los Anguis te conocen y no creo que no traten de venir por ti. Ahora larguémonos de aquí.

Juntos salimos de la tienda y me sorprendió que nadie se percatara de que Scott y yo salimos del mismo probador, pero sólo lo acepté. Parecía que eso era todo lo que tenía que hacer últimamente. Nadie me daba explicaciones. Las cosas sólo eran así porque sí.

Espiando al chico del trenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora