Prólogo

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Me di cuenta que mis lágrimas no iban a dejar de caer a menos que me calmara, o hiciese alguna estupidez con mi vida, de no ser así, no iba a detenerme. Opté por la segunda opción, mi vida ya estaba mal de todas formas, ¿Qué mas hacer? 

Con la poca fuerza de voluntad que aún conservaba conmigo, y a pesar del frío que se sentía, tome el varandal de la protección. Pensé en subir, pero los incómodos zapatos de Teff que aún conservaba resultaban una molestia, así que, sin importar de que la nieve helara mis pies los bote a un lado. Escalé las barras de metal, hasta que la más alta la tenía a la altura de los muslos y me sujetaba de un muro con cuidado. No quería caer demasiado rápido, lo tenía todo calculado.
Imagino que cuando alguien está a punto de hacer lo que yo no le toma mucho tiempo; no si sabe a lo que va. Pensar en esto me hará arrepentirme, y si sucede quizá no sea tan malo.

¿A quien le afectará? Es claro que a diario mueren cientos o miles de personas al día, y nacen otras más, que se yo.

No pasa nada si me les uno a aquellos que dejan este mundo, es claro que ya viví lo que tenía que vivir.

—    No hagas una estupiez.— Una voz. Me sorprende oírla, no me paré a fijarme si alguien me siguió, pero pensé que en ese momento todos en este lugar estaban riendo y festejando. Decido encarar con frialdad a quien me impide dejar de pensar en lo que quiero hacer, así que miro de reojo y atrás de mi se encuentra él a un lado de la puerta. No se ve cansado, su perfecto cabello sigue pinado con cera y parece no estar agotado. En cambio se ve serio, eso es algo nuevo—. Por favor.

Después de verlo a él me limito a volver a mirar lo que tengo en frente; un vacío que parece un poco doloroso, pero si le busco el lado bueno, si opto por seguir ya no voy a sentir nada.

Si tan solo él no estuviera aquí.

Si tan solo no hubiera dudado en lanzarme de una sola vez.

Si tan solo...

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