Mala jugada

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— ¿salir dices?— preguntó la madre de Hilary mientras apartaba el examen de su rostro, parecía algo preocupada— ¿a dónde?

— no lo sé con exactitud, solo dijeron que saldríamos a tomar algo, una malteada quizá, no lo se— admitió.

— Hilary, hija. Tu nota ha sido perfecta, pero no, no puedes ir. Lo lamento si crees que soy mala madre y puedes decirme lo que quieras, pero... No irás—. Lo dijo en tono firme pero temblaba mientras lo decía, no quería decirlo, pero aún no estaba segura de lo que su hija pudiera estar haciendo.

— oh, bueno, esta bien. De todas formas solo fue una invitación cualquiera no es una obligación ir—. Dijo Hilary, realmente no tenía muchas ganas de ir, pero admitía que podía ocupar esa oportunidad para ganar, pero no podía ir.

—¿no te ha molestado?— preguntó Megan.

— no, claro que no. Aún así ya es muy tarde, y me causaría problemas ir, así está mucho mejor de cierto modo— se levanto de el sillón y abrazo a su madre—. Lo haces por mí, lo sé.

Su madre no dijo nada, solo le sonrió de manera suave, pero Hilary sabía que esa sonrisa decía mucho, decía perdón, y gracias también. Subió a su habitación y cerró la puerta, suspiro con pesadez y se tiró a su cama, estaba algo cansada, el examen la había votado por completo, pero valió la pena, había sido la mejor nota y estaba segura de que ni Éder la había superado en esa nota. Su teléfono comenzó a sonar, alguien le estaba llamando, sabia quien era, pero dudo en contestar, aún así tomó el teléfono y habló, si no lo hacía su madre podía sospechar el porque no había atendido esa llamada.

—¿Éder?

— el mismo, dime, novia mía, ¿ya estás lista? Llego allá en veinte.

— no iré, mi madre no me ha dejado ir, tendrás que ir solo con los pro.

¿ir solo? No, debes ir conmigo, será divertido, tienes que venir, además ya voy para aya— Hilary suspiró y comenzó a pensar— olvida lo de esta tarde, ¿quieres? No tienes que faltar solo por eso.

— ya te lo dije, no es por eso, además ¿qué quieres que haga? No tengo permiso. Y no es como si fuera la gran cosa, realmente no me importaba ir de todas formas.

— tienes que vivir, mujer, pero bueno, dime una cosa, ¿tú cuarto tiene ventana?—.Hilary se sorprendió y se molestó al mismo tiempo.

— no me voy a escapar, Éder.

— no me digas que nunca lo has hecho.

— pues no, tengo principios y cordura—Éder río ante su comentario—.además, mi cuarto está en el segundo piso, aprecio mi vida por si no lo sabias.

— eso no es problema, has una cuerda con sabanas, lo más grande que sea y yo te atrapó, no estás pesada, así que no será problema.

— ¿y si digo que que no? ¿y si mis padres se enteran? Éder, si se estarán que me escape estoy muerta, literalmente.

— tienes una idea muy errónea de los padres, cariño mío, si se enteran solo te gritaran, y ya, pero obviamente no te van a matar, eso sería homisidio de segundo grado.

— ¿y tú cómo rayos sabes eso?— preguntó.

— porque sigo vivo, y hecho cosas que ni te imaginas. Bueno, volviendo al caso, apresúrate, llegó en quince—. Éder colgó la llamada e Hilary se alteró. No sabía qué hacer, si lo hacía, corría el riesgo de que sus padres se enteraran, pero si no lo hacía, Éder podía hacer un escándalo fuera de su casa, que era quizá un poco peor. Lanzó el teléfono a su cama y abrió rápidamente el armario, se quitó su pijama y tomó lo primero qu encontró. No se maquillo, quizá solo se trataba de una cafetería o algo así, iría casual, no elegante. Pronto jaló sus sabanas y comenzó a unirlas con varios nudos, gruesos y grandes, de esa forma no se soltarían ni caería siete metros y medio hacia el suelo, gravedad, a veces la odiaba y aterraba.

Jump With MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora