Inazuma Eleven Go "Nuevos Amigos...Nuevos Amorios"

Inazuma Eleven Go: "Estúpido Ruloso" Capitulo 11

Con los chicos la de pie, tras la lucha de vestir a Sol y que Riccardo dejara de molestarme por mi lado maternal, terminamos saliendo muy tarde de nuestra pequeña habitación. El desayuno fue rápido, una visita corta a la cafetería y partimos con tostadas a medio comer.

— ¿Ahora dónde vamos? — Riccardo se limpió las migas de su cara, se había terminado de comer su tostada.

— No tengo la menor idea, pero no volvamos a las piñas — aclare, viendo como Sol levantaba sus hombros — ¿tienen alguna idea?

— No sé — contesto Riccardo — por algo pregunto. Además, no debemos perder el tiempo en estupideces.

— Cada segundo es valioso — agregue, comenzando a caminar sin destino fijo — No sabemos la situación de Dorian, pero aun así, siento que debemos tener prisa.

— "El volcán de la vida aguarda una pureza escondida" — repitió Sol, mirando al cielo — ¿Qué será?

— Todo lo que hemos creído, no ha sido —tristemente comento Riccardo, bajando la mirada — ¿Sera que no entendimos el mensaje?

Caminamos por la Isla, compartiendo diversas ideas, tratando de resolver la incógnita de Dorian. El paisaje pasaba sin pena ni gloria ante nuestros ojos ya que, estábamos metidos en nuestros recuerdos, mentes, en cualquier lado pero menos en la tierra.

— Tan jóvenes y tan tristes — dijo un señor sentado sobre una gran roca, a un lado del camino — Sonrían, que la vida es bella.

— Gracias — hablo rápidamente Riccardo, haciendo una reverencia — pero estamos pensando sobre un acertijo...

— Quizás este anciano pueda ayudarte... He visto muchas cosas — el señor debía rondar cerca de los 60 años. Tenía su piel bronceada, y se notaba que tenía un buen físico, ya que en su rostro no habían grandes huellas del paso del tiempo. Su cabello ya estaba gris, y sus ojos negros tormenta te decían que había vivido lo suficiente para valorar la vida — Claro, si quieren...

El señor se bajó de la roca en la que estaba sentado, terminado junto a Sol. Se estiro la espalda y sonrió hacia el cielo. Casi como agradeciendo haber estado sobre la roca, o caer bien. Nos sonrió y con un ademan nos incito a hablar.

Pudo haber sido el enorme respeto que siento por la tercera edad, lo que me hizo querer confiar en él. También la necesidad de encontrar lo antes posible a Dorian o también, fue su fuerte mirada y cálida sonrisa.

Cuando comencé a contar, Riccardo y Sol me miraron sorprendidos, pero luego ellos entendieron por qué lo hacía. Mi mirada les dio seguridad, y pronto los tres estábamos contando historias.

— Y se murió ese malnacido — dijo Sol negando con la cabeza — y sin avisar, una falta de respeto total.

— Por cosas del destino, creemos que no es así y que esta acá — Riccardo miraba con determinación — Nos dejó unas frases, que tras nuestras deducciones nos trajo acá, pero quizás nos equivocamos.

— ¿Cuál frase los trajo acá? — pregunto con amabilidad el señor.

— El volcán de la vida aguarda una pureza escondida... — recito nuevamente Sol a memoria.

El señor estaba en silencio, pensando. Nosotros tres lo mirábamos con esperanza, creyendo fielmente que él nos podría ayudar. Lo cual si pensamos mejor, era bastante inocente pensar que un señor que recién conocemos nos de la respuesta a este acertijo maldito de Dorian.

El señor nos miró y sonrió, para después reír levemente. Comenzó a mirar a los alrededores y asintiendo, como si estuviera confirmando algo con la vista. Paso de las montañas a las playas, del cielo a la tierra y de la roca a nosotros.