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- dos semanas después -

- ¿Qué tan segura estás de esto?- Marcos se recostó en el marco de la puerta del cuarto de Aisha.

- Muy segura.- Guardó la camiseta modo diablo del talle de Duki, que él mismo le había regalado.

- Te voy a extrañar.- Mks hizo una cara triste.

- Yo también, pero no puedo seguir viéndolo todos los días y no puedo prohibirte a vos traer a tu mejor amigo.- Fue a abrazar a su amigo.

- Te voy a ir a visitar igual.- Sonrió.

- Si, tenemos que hacer pijamadas.- Rieron.

- Bueno, te dejo que sigas guardando tus cosas, cualquier cosa que precises estoy en la cocina.- Besó la cabeza de la morocha y se fue.

Aisha se paró frente a la cama, donde había un montón de ropa bastante grande para guardar.

Entre esas cosas estaba el camperón. Ese camperón el cual tenía un gran valor sentimental.

El camperón de Duki.

Agarró dicha cosa y se la puso. Aspiró.

Seguía teniendo su perfume el cual ella amaba.

Aisha se puso la campera, la miró y se sentó en el suelo. Las lágrimas salieron sin ningún tipo de permiso, y aunque ella las secara, más salían.

- ¿Qué pasó, Mau? ¿qué nos pasó?- Dijo tapando su cara.

Respiró profundo y agarró su celular.

Mauro Lombardo
última conexión 15:43 p.m

aisha🌺 // 16:55 p.m
hola, ¿estás en tu casa?

Mauro Lombardo // 16:56 p.m
Hola, si, por?

Mauro Lombardo // 16:56 p.m
Pasó algo?

aisha🌺 // 16:57 p.m
no, no. Tengo que ir para dejarte algo

Sin esperar respuesta, se levantó del piso, se lavó la cara, se sacó la campera de Mau y fue a su casa.

[…]

La morocha esperaba a que alguien le abriera el portón de la casa, mientras que su corazón latía muy rápido.

- Hola linda. - Salió Sandra con una sonrisa en su rostro. Se acercó al portón y lo abrió.

- Hola San, ¿cómo estás?- Le sonrió a pesar de la presión que sentía en el pecho.

- Bien amor, Mauro está en su cuarto, tengo que ir a la cocina porque dejé las cosas en el horno.- Besó la sien de Aisha y fue corriendo a la cocina.

Aisha subió las escaleras y se paró frente la puerta del cuarto de Duki, suspiró y tocó tres veces la puerta.

- Mamá, estoy jugando, no jodas.- La chica rió suavemente al recordar aquel vídeo.

- No soy tu madre, pero si querés te dejo jugar.- Mordió su labio mientras sonreía.

Escuchó pasos apurados y en milisegundos, Mauro estaba en la puerta, con su pelo rubio despeinado y su vieja remera de Ciudad de Montevideo. Aisha evitó babear, estaba más lindo que nunca.

- Perdón, pensé que eras mamá.- Rió y se quedaron viendo unos segundos, que para ellos fue una eternidad.- Pasa.- Duki se hizo a un lado y ella pasó.

- Te vine a devolver esto, capaz que la necesitas para tener suerte con algo.- Rió un poco triste. No quería despegarse del camperón, sentía que era una parte de él que ella la tenía. Pero sentía que devolvérsela era lo correcto.

- No, yo te la regalé.- Se negó.

- ¿Seguro que no la querés conservar?- Señaló el camperón.

- Seguro, a no ser de que vos no y te quieras deshacer de ella.- La miró fijamente y Aisha murió por dentro.

- No me quisiera deshacer de nada tuyo.- Tragó en seco.

- Menos de mi.- Aisha miró hacia otro lado al escuchar esas palabras.

- Bueno, me voy.- Caminó hacia la puerta, pero Mauro la paró.

- Para, me quiero despedir emocionalmente de vos.- Sus ojos se cristalizaron.

La respiración de Aisha se comenzó a agitar, en cualquier momento lloraría.

No lo pensó más, agarró el cullo del rubio y lo besó.
Un beso incomparable.

Al separarse, se vieron a los ojos.

- Me tengo que ir.- Aisha salió casi que corriendo de la casa de los Lombardo.

Al pasar la puerta, las lágrimas aparecieron de nuevo. Era una mezcla de rabia y tristeza.

Caminó un poco y apoyó la frente en un poste y lloró.

Un arranque de impotencia vino de repente y golpeó el poste.

- La puta madre, soy una pajera bárbara.- Dijo mirando su mano y ver que sus nudillos sangraban.

Destroying.- Duki.Where stories live. Discover now