Bajo protección

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La habitación estaba bajo un silencio casi sepulcral, mientras una joven estaba reposando sobre el cojín de un sofa, un carraspeo sonó y aun asi la joven no levantaba su mirar, la cual estaba dirigida a un punto central de sus piernas, otro carraspeo hasta que una voz gruesa pero serena resonó en la habitación.

--Dime Alicia ¿Tatiana tuvo razón en hacer lo que hizo?—aquella pregunta saco de su ensimismamiento a la joven mujer.

Su cabello negro caía en cascada sobre sus hombros hasta su cintura diminuta, que hacía contraste con el conjunto blanco que llevaba puesto, se encontraba sentada en un sofá rojo con sus piernas dobladas, como si estuviera en una sesión de Yoga, sus manos, que se encontraban sobre sus rodillas, mostraban unas manos suaves y cuidadas, a excepción de sus uñas, las cuales estaban roídas por sus propios dientes y sus labios rosados mostraban una sonrisa ladina, lo que ocurría cada vez que nombraban a Tatiana, sus ojos de un verde profundo cambiaron de objetivo y empezaron a observar la habitación donde se encontraba.

Su entrecejo se frunció, bajo el escrutinio de su mirada, al ver los diplomas y varios reconocimientos colgados en la pared, fotos familiares sobre un escritorio caoba, pulcro y ordenado, el ordenador se mantenía con un protector de pantalla en forma de líneas verticales y de varios colores, dos montículos de hojas apiladas a un extremo del escritorio.

--¿Alicia?—llamaron su atención-- ¿Puedes contarme sobre Tatiana, todo lo que recuerdes de ella? ¿Puedes contarme cómo era tu relación con ella? ¿Tatiana era mala contigo?

Esa pregunta hizo que Alicia concentrara su mirada en el hombre que estaba frente a ella en un sillón negro de cuero, no era alto pero tampoco un enano, los lentes eran circulares y pequeños como sus ojos, que eran de un café tan oscuro que parecían negros, la nariz halagüeña, labios finos, el rostro del hombre era serenidad pura.

>>Ella no era mala, y mucho menos conmigo—Alicia contestó, su voz era aguda, sus labios mostraron una sonrisa ladina y algo timida—Era la mejor hermana que alguien pudo tener.

Alicia lanzó un suspiro largo que denotaba su comienzo por hablar, su mirada se ubicó en un punto incierto de la pared, el hombre preparo su grabadora y pulsando el botón rojo, empezó todo.

>> Tatiana era de las hermanas que siempre te protegen, sin importar lo que hagas o fueras a hacer, en cada decisión que tomaba contaba con su apoyo incondicional, hubo veces en las que yo fracasaba y ella tomaba mi lugar en el castigo que papá infringía en mi mala toma de decisiones, a nuestros padres les costaba diferenciarnos, ya que en casa usábamos la misma ropa, un juego de gemelas que iniciamos desde que teniamos nueve años; a excepción de la escuela, aunque utilizábamos el mismo uniforme, ella era la que siempre destacaba de entre todas las personas, incluso de su propia hermana gemela, era la niña que siempre sonreía a todos sin importar él porque, sus finos labios rosados, sus cachetes siempre con un leve rubor la hacía que desde muy pequeña llame la atención de todo quien la observe por primera vez, era como una muñeca de porcelana.

--Alicia—El hombre interrumpió a la joven—debes dejar de morder tus uñas o terminaras haciéndote daño.

Ella vio sus uñas, y en consecuencia estas estaban más pequeñas y algo deformes, ni siquiera se había dado cuenta que se las había llevado a la boca, lo que ocurria cada vez que sus recuerdos volvían de Tatiana.

--¿Puedes contarme la relación que Tatiana mantenía con tu madre?

Alicia seguía viendo sus uñas y sus boca simplemente empezo a moverse, como si estuviera reproduciendo lo mismo una y otra vez.

>> La relación entre ambas no era muy buena, nuestra madre se enojaba con ella, por lo más mínimo que haga, la miraba con ojos llenos de reproche, cada vez que llamaba a Tatiana era como si espetara su nombre, ambas sabíamos que estaba enfadada por algo... La delataba el tono de voz, que era fuerte y lastimero, como si hubiera tomado zumo de limón sin endulzar, los ademanes que mamá utilizaba cuando hablaba con Tatiana, era como si en cualquier momento iba a soltar una bofetada, pero se contenía, nuestra madre sabia que a papá no le gustaba que tengamos marcas en nuestro cuerpo por algún golpe propinado por ella, Tatiana siempre se mantenía en silencio y con el mentón en alto, soberbia como solo ella podía ser, esa actitud hacía que mamá se enojara más y empezara a gritar. Madre nos culpaba por la falta de atención de nuestro padre hacia ella, la culpa recaía, en su mayoría, sobre los hombros de Tatiana, aseverando que tenía la culpa por haberle robado la belleza, que era una sinvergüenza por presumir lo que le había robado a su madre, que era una mala hija por querer siempre la atención.

El hombre carraspeo audiblemente llamando la atención de Alicia, quien lo observo por unos segundos luego volviendo su mirar a un punto incierto y él dijo-- ¿Tu qué piensas sobre lo que tu madre le reprochaba?

>> Que no tenía sentido, Tatiana apenas tenía ocho o nueve años, a esa edad eramos dos niñas inocentes, ingenuas y no sabíamos a lo que mamá se refería con respecto a nuestro padre con prestarnos más atención que a ella, además de que no se puede robar la belleza de alguien, que Tatiana haya heredado la hermosura de mamá no significa que la haya hurtado, es algo congénito el ser como nuestra madre.

--¿Si tú y Tatiana son gemelas, porque su madre no te reclamaba a ti tambien?—Alicia negó con la cabeza y sus mejillas se tiñeron de leve rosa.

>> Yo era la típica niña cohibida y tímida, algo miedosa también, me mantenía alejada de problemas, incluyendo de la gente en la escuela, yo era todo lo contrario a Tatiana, yo siempre procuraba pensar antes de actuar, la gente casi no me tomaba en cuenta, yo era la sombra de ella.

Un suspiro más del hombre y Alicia lo observo de nuevo por pocos segundos--¿No te molestaba ser su sombra?

>> Para nada, yo preferia mantenerme lejos de los problemas y con Tatiana Siempre llamando la atención y acaparando miradas por donde ella caminaba, continuamente conseguía estar tranquila y sin molestias.

--¿no sentías celos de Tatiana por tener la atención de todos?

Alicia observo al hombre por un momento mostrando confusión.

>> No tenía por qué tener celos de ella, que no me tomen en cuenta era bueno, porque asi no tengo en quien confiar y darle el poder a esa persona para dañarme, los humanos nacemos en blanco, todo aprendemos del medio que nos rodea, ahí es donde se crea la maldad, y las personas siempre tienen la intención de dañar a los demás, de dañarme a mí.

--¿Hacerte daño? ¿En la escuela intentaron hacerte daño?

>> No, he dicho que en la escuela no me tomaban en cuenta, Tatiana siempre fue la que llamo la atención de los demás por su belleza.

--¿Entonces quien intento hacerte daño Alicia?

>> Recuerdo cuando cumplimos quince años, Tatiana habia desarrollado su cuerpo y era más atractiva que otra cosa, tenía una cintura muy pequeña y unas caderas pronunciadas, su retaguardia era de un prominente tamaño, sus pechos tambien habían crecido, era toda una señorita, ella quería vestir con vestimenta provocativa mientras que yo no lo quería, ese día discutimos y como siempre ella gano, se vistió como quiso y yo decidí no salir de mi habitación el día de mi propio cumpleaños, no recuerdo muy bien que paso, solo creo haber quedado dormida muy temprano y no despertar hasta que la fiesta, que papá habia dado en nuestro nombre, acabara.

--¿No recuerdas los acontecimientos de ese día?—noto la omisión que la joven hizo sobre su pregunta anterior.

>> No, estaba dormida.

--¿Recuerdas quien estaba en la habitación, a tu lado, cuando despertaste?

>> Ella estaba a mi lado, susurrando en mi oído para que despertara.

Alicia observo sus manos, luego alzo la mirada para observar con quien estaba interactuando, sus mejillas se ruborizaron.

--¿Me puedes hablar de tu padre?

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