Problemas

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—Tenemos que llamar a la policía —Jonathan pasó sus manos por el cabello, agobiado. Ninguno de los dos sabía qué hacer en una situación así.

—¿Qué? —ni siquiera tenemos celular—. Sí, eso es lo que no hay que hacer.

—¿Cómo puedes estar tan tranquila? —le sonreí. Me miró perturbado. Entonces, entendí que no era la situación adecuada para hacerlo—. ¡Está muerto!

Para ser sincera, estaba a punto de entrar en pánico y yo también quería vomitar—Yo no lo maté —me encogí de hombros intentando parecer tranquila—, tú tampoco. Así que ya cálmate —me levanté de la roca en la que estaba sentada y lo tomé por los hombros—. Solo vámonos de aquí —él miraba hacia abajo tratando de procesar todo. Asintió lentamente— ¿Estás... Llorando?

Se limpió rápidamente las lágrimas—No —dio un paso hacia delante—. Espera en el auto —él era muy sensible respecto a la muerte, ya que su padre murió y él fue quien presenció todo. Me encogí de hombros, tratando de no prestar atención. Caminé al carro. Una vez en el asiento grité con todas mis fuerzas, tenía muchas ganas de hacerlo.

Ya sé lo que estarán pensando, por qué no me quedé con Jonathan. Porque no me gusta ver a las personas sufrir, me recuerdan a mí y lo débil que era.

Me sobresalté al escuchar de nuevo los gritos agudos de Jonathan, bajé del carro y corrí otra vez a donde él se encontraba.

JONATHAN

—Sabes, mejor sí quédate —miré hacia atrás pero Lisa me había dejado solo.

Esa chica no tiene sentimientos, que clase de ser humano no se siente aterrada al ver una persona muerta. Y sinceramente, este sujeto me recuerda a mi padre. Tal vez esa es la razón por la que me siento así, sólo ha pasado un año de su muerte.

Al escuchar el sonido brusco del agua, me sacó de mis pensamientos y levanté la mirada. Abrí los ojos, espantado. El sujeto que yacía en el suelo se había levantado. Grité a todo pulmón haciendo que el tipo se asustara y también gritara.

—¡¿Qué sucede...?! —Lisa volvió y al ver tal escena ella también gritó.

Corrí hacia ella, tomé su mano—¡Vámonos! —nos apresuramos al carro. Mi corazón está a mil, mi respiración era agitada gracias al susto.

—¡Rápido, pon en marcha el coche! —busqué las llaves con desesperación en mis bolsillos, pero no estaban.

—¡No las tengo! —el tipo de antes tocó la ventana fuertemente. Lo miramos asustados. Nos mostró su mano, en ella tenía las llaves del auto.

Bajé un poco la ventana—¿Buscabas esto? —asentí, intenté quitársela, pero las apartó en un rápido movimiento— Te las daré si me das un aventón —miré a Lisa, ella decía que no con la cabeza discretamente. Tal vez tenía razón, no era una buena idea, pero necesitamos las llaves.

—Está bien, sube —subió y me entregó las llaves. Lisa carraspeó haciendo que la mirara, pero ella simplemente se mantuvo mirando para enfrente. Estaba molesta o tal vez asustada, como yo.

Diez minutos más tarde me dí cuenta que no le había preguntado a qué dirección lo llevaba. Le iba a preguntar pero Lisa me ganó la palabra—¿A dónde se supone que te vamos a llevar? —sabía que se había disgustado por mi decisión.

—Tengo una cabaña cerca de aquí —con "cerca" se refería a unos treinta minutos.

Cuando llegamos, él se bajó—Gracias por traerme —vimos la enorme casa que tenía. Para un tipo que estaba en medio del bosque, dormido en un charco de agua. No era muy creíble que viviera en una cabaña lujosa.

The day everything went to hell ¡EDITANDO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora