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   —¡ERES INSOPORTABLE! —gritó una pelirroja, con la mirada cargada de veneno. La delgada ceja de Scorpius se elevó, mientras la miraba con un deje de burla.

—¡Yo soy perfecto, la única insoportable aquí eres tú! —contraatacó Scorpius. Un breve gruñido salió de los labios de Lily.

—¡Vaya, Rey Malfoy! No sabía que tenías tanto ego! —escupió con sorna. De los dos, ella era la más amargada, mientras que Scorpius era bastante más divo; sus personalidades chocaban, causando tanta discordia entre ellos.

Habían empezada a pelear, hacía unas horas, en un salón inhabilitado. En un momento inoportuno, la puerta se cerró, dejándolos encerrados y muy nerviosos, ya que, a pesar de su enemistad, sentían una innegable atracción hacia el otro.

—En vez de estar criticando a mi «supuesto» ego, deberías tratar de abrir la puerta. —pronunció el rubio, ignorado el insulto antes dicho, y aguantando las ganas de rodar sus orbes grises.

—Ya traté, idiota. —A veces Lily se preguntaba porqué lo insultaba tanto, incluso lo hacía cuando él no la molestaba; estando sola en su habitación, pudo llegar a la conclusión de que lo hacía para defenderse de lo que sentía, ya que no estaba preparada para aceptar sus sentimientos hacia Malfoy; por supuesto que eso no lo iba a admitir en voz alta.

En un momento de silencio, donde sólo se escuchaba las agujas del reloj, se dedicaron a verse fijamente a los ojos, en su habitual guerra de miradas. Verde y gris fundiéndose en uno solo. Scorpius pensaba que si nunca hubiese visto los ojos de Lily, las cosas serían diferentes, puesto que aún recordaba como se quedó hipnotizado al verla por primera vez. Cuando él no pudo controlar sus impulsos, se fue acercando al relajado cuerpo de la pelirroja, como si un depredador acorralara a su presa; antes de que ella pudiera reaccionar, sus labios impactaron, en un beso feroz, hambriento, lleno de sentimientos no explorados, despertando sus instintos más carnales.

Lily no supo cuando empezó a corresponder el contacto, pasando sus brazos por la nuca del contrario, acercándolo más a ella. El platinado pasó de sostener las pecosa mejillas, a la cintura de la chica, ambos intentando acabar con toda la distancia que había entre sus cuerpos. Al momento que sus pulmones exigieron aire, ninguno quería separarse, reacios a dejarse ir.

—No te vayas, por favor. —susurró Scorpius, juntando sus frentes. Sin dejarse de ver a los ojos, volvieron a juntar sus labios, esta vez de una forma más suave, tomándose el tiempo de saborear la boca del otro.

—No iré a ninguna parte. —prometió Lily entre besos, sabiendo que era verdad y que no iba a ser capaz de estar lejos del calor que le daba Scorpius.

O8/O8/18

perfect ⋆ scorly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora