Capítulo 2: "The other side of the door"

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Los Padalecki eran una famila muy conservada. Gerlad enseñó a su único hijo con cariño y se sentía feliz de los frutos de su educación. En lo alto de su alcoba vislumbró a Jared en el amplió jardín del palacio conversando con Gen, la compañera perfecta que él había encontrado para su hijo. Los dos se conocían desde pequeños y conectaban a la perfección. Además, los Cortese eran una familia con clase, reyes de Bulgaria. Dando un suspiro dio media vuelta sabiendo que su vida marchaba como él quería.

—Jay, la rosa está hermosa —dijo Gen con mucha alegría.

—Que rosa no crecería si tu no la cuidas, eres su ángel de la guardia —dijo Jared pasando su brazo delicadamente sobre la joven, haciéndola entremecer.

Genevieve sonrió ampliamente y dio un ligero beso en la mejilla del chico, luego lo tomó de la mano y fueron a dar un corto paseo por lo largo del jardín.

Estaban acercándose a su árbol favorito cuando Gen casi tropieza tomando firmemente los brazos de Jared, quien la sostuvo suavemente. La joven alzó su mirada y miró a Jared quien reflejaba en sus ojos ternura absoluta.

—Gen, tengo algo que decirte. —dijo Jared con obvio nerviosismo— Te lo he querido decir hace mucho... yo...

Pero Gen nunca supo a que se refería su amigo, un gritó los despejó de su conversación haciendo que se separaran instintivamente.

—¡JARED! —era sin duda la voz de Stephen, el mejor amigo de Jared. Gen sonrió timidamente ante el acercamiento del rubio de ojos azules. Stephen notó su incomodidad y temió haber interrumpido algo importante. Conocía a Gen lo suficiente para interpretar sus gestos.

—Oh, lo siento, si quieren vuelvo en otro momento.

—El momento aparentemente ya paso querido Stephen —dijo Jared sonriendo— ¿Ocurre algo?

—Es Ian, está aquí. Pero no sólo él, también mi primo, Robbie. Tengo que admitir que mis genes me han sorprendido, él es increíblemente atractivo.

—Stephen, tu eres la codicia de todas las doncellas.—dijo Jared tomando a Gen de la mano caminando en dirección al castillo- Y no me lo niegues , las he visto.

—¿Enserio? ¿Gen? ¿Tú piensas que soy de tu gusto? —dijo Stephen a lo que Jared negó.

—No la compares Stephen, ella es una princesa.

—Ya chicos —dijo Gen calmandolos.

—Deberíamos colocar nombre a este trío —dijo el rubio con un guiño

—Callate —dijo Jared empujándolo levemente

—¿Cállate? Es un nombre muy feo querido Jay —respondió Stephen con ironía a lo que los tres empezaron a reir.

Al otro lado del castillo se hallaba un ansioso Jensen. Aún dudaba de la promesa forzosa que había realizado Ian de seguirle la corriente con que él era Robbie. Si su plan fuera descubierto, no dudaba de una sentencia a muerte. No había dejado absoluto cuerpo después de la masacre. Todos los hombres que lo escoltaban eran alemanes, disfrazados de aliados. Ian era él único enemigo que conocía —aunque no del todo— lo que se traían entre manos. Estaban sentados en el gran salón y sintieron pasos cercanos. Jensen e Ian intercambairon una mirada seria a la vez que se ponían de pie para recibir a los próximos.

—Más te vale cooperar Stovhaltaker —dijo el rubio en un susurro que sólo llegó a los oídos del moreno.

Jensen suspiró. Frente a él estaban varios soldados, pero resaltando dos personas: En rubio de ojos azules que supuestamente era su familiar junto a una —lo suponía por su vestimenta— princesa.

—Ian, veo que ya te colocaste cómodo —dijo el primero con una sonrisa de oreja a oreja. El otro joven asintió al que tenía en frente. Los soldados empezaron a retirarse en cuanto la princesa se los ordenó con amabilidad.

—Amigo, deja esa expresión —le dijo Ian nostalgico— Sé que fue un largo viaje, pero llegaste sano y salvo al reino.

Ian siguió con la misma expresión. Si tan sólo Stephen supiera la verdad de todo, lo entendería. Entendería que se encontraba así por la pérdida de su amigo y por el secuestro de su novia. Lo peor de todo era que Nina era una doncella cualquiera para Weimar, no se notaría su ausencia, y él no podía hacer nada sin que ella saliera lastimada.

—Genevieve Cortese —dijo la chica de repente acercándose y ofreciéndole su mano— Princesa de Bulgaria.

Ian besó su mano con una fingida sonrisa —Ian Stovhaltaker, duque de Weimar

Casi inmediatamente Jensen se presentó de la misma manera: —Robbie Amell, conde de Weimar

—Estos dos caballeros son cercanos a mi persona, querida Gen —le dijo Stephen— Uno es mi amigo y otro mi primo. —al decir esto último se dirigió a Jensen— Ya hablaremos luego de cómo está mi familia por allá— El rubio sólo atinó a asentir. Ian tosió y agachó la cabeza.

—Esta noche tendremos una cena de bienvenida —dijo Gen— A pedido del rey Gerald. Y por supuesto, ustedes son la razón, deben estar ahí.

—No me lo perdería —afirmó Jensen con cierta picardía.

La habitación que se le había otorgado a Jensen era sumamente acogedora. Sintió las suaves sábanas en donde descansaría y sonrió con satisfacción. Hace mucho no tenía algo así. Mejor dicho, hace años no se sentía tan bien. Se acercó a su alcoba y vislumbró el jardín. Volvió a ver a la princesa con el duque Amell paseando por el rosal. Era el primer día de su estancia, así que recorrería el castillo. Acomodó su ropa y salió de su habitaciín. Estaba por bajar las escaleras cuando uno de sus hombres lo interceptó.

—¿Qué haces aquí? —le dijo Jensen al único soldado que sabía su nombre.

—Los demás necesitan instrucciones. ¿Qué hacemos?

Jared cerró con cuidado el portón de el despacho de su padre y se giró para verlo frente a frente. Gerald asintió y su hijo se acercó a él.

—Jared, siento llamarte de improviso, pero es necesario.

—No estaba haciendo algo importante, Stephen me iba a presentar a los recién llegados.

—El conde y el duque de Weimar estan aquí. Lo sé. Por ello ordené la cena de esta noche. Pero no es por eso que te necesito hijo.

Jared no respondió.

—En dos días quiero que dirijas a mi ejército. Alemania está dando pasos arriesgados. —continuó hablando Gerald— Eres mi mejor soldado. Una batalla para ganar las tierras de Mainz

Jared no dudó en aceptar. Luego de escuchar instrucciones, le dijo a su padre que de inmediato organizaría a los que irían con él al ataque. El Rey le dio un apretón de manos y Jared se dispuso a retirarse. Una batalla más le tenía sn cuidado, siempre había triunfado. Estaba caminando por los pasillos cuando escuchó pasos cercanos. Estaba a punto de ignorarlo, cuando decidió revisar. No muchas personas pasaban por allí, sólo las de confianza. Saludó a un guardia y siguió las voces, esta vez más lejanas. Estaban al otro lado de la puerta de una habitación. Empujo levemente y entonces vio a un desconocido que hablaba con un rubio. Se hallaba a punto de pronunciar un saludo cuanto escuchó parte de su conversación.

—Jensen, debemos aclarar las cosas.. —le decía un aparente soldado al chico que estaba a espaldas.

—¿Jensen? —pronunció Jared a lo que el rubio volteó al instante.

Falsa IdentidadWhere stories live. Discover now