El mal siempre triunfa, o eso dicen

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Valentina estaba sentada en el suelo mirando fijamente la pared. En cualquier momento alguno de los dos despertaría y ella quería estar presente, pero, estar presente ¿Para qué? Si lo pensaba detenidamente el origen de todos los problemas era ella. Siempre lo había sido. Pero el ver a las dos personas que más amaba pelearse y sufrir por ella era lo que le había abierto los ojos. Que sencillo sería volver, volver a ese antiguo mundo al que ella pertenecía, y desaparecer nuevamente.

Con los ojos aún fijos en la pared entornó los ojos. ¿Era aquella la solución? ¿Desaparecer? Era una opción cobarde, pero ¿acaso no lo eran todas las decisiones que había tomado a lo largo de su vida?

Se levantó inconscientemente sintiendo como sus entumecidas articulaciones se quejaban tras tanto rato en la misma posición. Solo tenía un pensamiento en su cabeza. Por primera vez dejaría de ser una cobarde, quería enfrentarse al origen de sus problemas. Quería enfrentarse a ¿ella?

- ¿Qué es lo que me estás escondiendo, Odonai? - dijo con las manos apoyadas contra el gigantesco escritorio.

Odonai dio un salto y se giró sobre sus talones.

- ¿A qué viene está visita tan repentina, Val? - dijo sonriente sosteniendo un libro en sus manos.

- Quiero que me cuentes la verdad de todo esto.

- ¿A qué te refieres? - en su voz se sentía cierto nerviosismo. Valentina había dado en el clavo.

- Me has mostrado mi pasado, pero en estos dieciséis años ha pasado algo, lo tengo claro y lo quiero saber.

Odonai soltó un profundo suspiro y asintió mordiéndose ansiosamente los labios.

- ¿Quieres saber la verdad?

Valentina se asombró ante la facilidad con la que Odonai había accedido a contarle todo.

Le hizo un gesto y comenzó a andar por un largo pasillo. Ninguno de los dos articuló palabra durante todo el trayecto, hasta que llegaron a una habitación nueva la cual Valentina nunca había visto. Estaba cerrada con llave y dentro se encontraba un espejo. No era el espejo que Valentina conocía, no era aquel espejo que ya tantas veces había cruzado. Este parecía más antiguo, sus bordes se encontraban ennegrecidos y el cristal opacado.

- ¿Qué es...? - trató de preguntar, pero Odonai la hizo callar.

- Si de verdad quieres saber la verdad, aquí delante la tienes. Sé que me matarán si se enteran de que te lo he mostrado, pero sinceramente creo que ha llegado el momento. Cruza bajo tus propias consecuencias.

- ¿A qué te refieres?

- Yo no puedo decírtelo, no sé qué es lo que se encuentra ahí dentro.

Odonai se retiró y dejó a Valentina ahí frente al espejo.

Cogió aire profundamente pensando intensamente que eso era lo que debía hacer. Alargó el brazo decidida a cruzar aquella puerta que no sabía a donde la llevaría, pero para su sorpresa se topó con la fría superficie cristalina del espejo. Valentina quedó perpleja, aquel no era más que un simple espejo viejo. Se giró decidida a salir de aquella tétrica habitación, pero la puerta estaba cerrada con llave. Odonai había accedido rápidamente porque no pensaba contarle la verdad, simplemente quería tenerla un rato fuera de juego para que no estorbara. Porque eso era ella, un estorbo. Valentina se sentó nuevamente en el suelo soltando un suspiro.

- Esta no es forma de tratar a una princesa- se mofó Valentina en voz baja apoyando su cabeza sobre sus rodillas.

El aire comenzó a hacerse más denso, Valentina se levantó alarmada. Era incapaz de respirar, algo extraño estaba sucediendo a su alrededor. Motas de polvo caían sobre los muebles de aquella habitación a una velocidad que cada vez era mayor. Valentina giraba sobre si misma comprobando como los muebles se iban pudriendo y más tarde desapareciendo. Las paredes de la habitación comenzaron a derrumbarse hasta que finalmente con un gran estruendo que le hizo agacharse y protegerse de los escombros, todo a su alrededor cayó y quedó sola, en medio de la nada. En medio de una gran nada absoluta. Trató de articular palabra, pero no salía ningún tipo de sonido de su boca. Estaba inmersa una oscuridad que no le permitía siquiera ver sus propias manos.

Repentinamente una pequeña luz se encendió frente a ella. Quiso caminar hacia ella, pero en el momento en el que lo intentó la pequeña luz creció y la engulló por completo.

Ya no se encontraba inmersa en la oscuridad absoluta. Ahora se encontraba en medio de un gran bosque. El bosque de Etisse, no. Este era distinto, sus árboles eran mucho más altos, sus plantas crecían frondosas por todos lados y se respiraba paz en el ambiente. Valentina sentía la calma que aquel bosque desprendía. Se tumbó en la hierba y supo que ahí sus pensamientos si podría fluir plácidamente por su mente sin ningún tipo de impedimento.

- Podría quedarme aquí eternamente.

Mirando hacia el cielo vio como los arboles crecían y crecían lentamente, pero demasiado rápido para unos árboles normales. El tiempo corría y corría a toda velocidad, y Valentina podía comprobar como toda la naturaleza de su alrededor nacía y moría sin tan siquiera darle tiempo a pestañear.

Un gran estruendo, seguido de la oscuridad absoluta. ¿Acaso se encontraba nuevamente en el vacío? No. Sentía la atmosfera natura a su alrededor, pero la calma había desaparecido. En la completa oscuridad se alzó una figura redondeada de color azulado. La luna. La luna le permitía ver una pizca de luz en toda aquella oscuridad. De repente y como nacidos de ella, unos seres de luz con forma humanoide comenzaron a surgir de la naturaleza. Se movían rápidamente alrededor de Valentina sin percatarse de su presencia. Aquellos seres de luz convivían plácidamente con la flora y la fauna de aquel lugar, pero pese a todo, ya no existía aquella paz absoluta.

Otro estruendo, y nuevamente oscuridad. Todos los seres luminosos desaparecieron quedando únicamente dos. Frente a Valentina se desarrollaba una escena dantesca y discordante frente a la rapidez con la que se había movido todo a su alrededor. Era un asesinato. Todos aquellos seres de luz que habían sido tan pacíficos había descubierto lo que era el odio. El ser de luz se transformó en un ser rosado parecido al color de la sangre cuando toca el agua y en el firmamento otra esfera, esta vez de color rosa se alzó.

Los seres de ambos colores eran incapaces de juntarse unos con otros. Había formado sus propios grupos separados los unos de los otros. Pero la maldad en unos era palpable, al igual que la falta de esta en la otra. El mal siempre triunfa o al menos eso es lo que dicen. Los seres rosados asesinaban y destruían todo lo que tenían a su alrededor sin tener un mínimo de remordimiento. Valentina sentía que debía hacer algo, pero ella simplemente era un espectador ante todo aquello que se presentaba frente a ella.

Finalmente, los seres azules violaron la naturaleza por primera vez, cortaron un árbol y de él tallaron una figura con forma humana. En su interior se introdujeron dos seres, uno azul y uno rosa y de nuevo, un estruendo.

Valentina se levantó del suelo confusa. ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué acababa de ver? ¿Había sido todo un sueño? ¿O no?

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⏰ Last updated: Jan 15, 2018 ⏰

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