Capítulo 1. Detención

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—¡Jayden Harris!, ¡Ethan Roberts! —se escuchó una voz femenina por toda la cafetería pronunciando nuestros nombres, proviniendo del altavoz escolar—. A la oficina del director en este instante.

—Mierda... —musitó Ethan levantándose de la mesa y tomando sus cosas mientras ponía los ojos en blanco—. Que bien empezamos el día...

—Si, bueno, al menos tuviste la oportunidad de comprar un refresco, el mío tendrá que esperar —dije levantándome y tomando mi chaqueta negra, alzándola en el aire y colocándomela en el hombro sobre la camisa blanca que llevaba puesta.

Ethan me miró con sus ojos azules y sonrío mostrando los dientes, un mechón suelto de su cabello teñido de rubio cubría  su ojo izquierdo pero logró hacerlo a un lado cuando sopló, dándole lugar en esa melena alborotada. Caminó junto a mí por los pasillos mientras terminaba de beber su refresco de Coca-Cola.

—¿Qué castigo crees que nos ponga el viejo esta vez? —preguntó Ethan con el refresco en la mano.  

—Ten por seguro que iremos a detención y tendremos que estar ahí sin hacer nada como siempre, soportando los fuertes ronquidos del profesor Edwin —dije despreocupado con las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón roto, no hay nada como meter las manos a los bolsillos. Mi mirada iba de un lado a otro observando a los demás chicos y chicas que pasaban por los pasillos de la escuela y le guiñe el ojo a las chicas más lindas, así como ellas me devolvían el guiño junto con una sonrisa.

—Oh, ese señor solo se la pasa durmiendo —Ethan se quejó tirando a la basura la lata de refresco vacía.

Al parecer no fue tan largo el recorrido, porque ambos ya nos encontramos justo frente a la puerta de la oficina del director, con la palabra "dirección" grabada en el recuadro de cristal incrustado entre la madera, la única puerta del lugar que está hecha de tal recurso natural.

—Después de ti —dijo Ethan haciendo una pequeña reverencia, apuntando a la puerta con su brazo extendido, como si fuera un mayordomo invitándome a la mansión de una familia o a un restaurante lujoso.

—Que amable... arrójame a la boca del lobo —susurré entre dientes mientras abría la puerta para pasar.

—Vaya, vaya... —dijo el director seriamente, dándose la vuelta sentado en su acolchonado sillón, mientras acomodaba su nombre grabado en esa barra de metal cubierta de pintura dorada que decía: "Dir. Caleb Phillips"—. Esperaba no verlos aquí por lo menos en dos semanas.

—Ups —miré a otro lado para evitar reír, pues parecía de esos villanos que se dan la vuelta sentados en un sillón para hablar con el personaje principal y sostienen en sus manos a un gato acariciándolo mientras revelan su malvado plan.

—Lo que hicieron no es nada gracioso muchachos, realmente es molesto tener que pensar en más castigos para ustedes.

—Director Caleb —interrumpió su secretaria con una voz suave—. Perdone que lo interrumpa pero la profesora Colette quiere pasar... —abrió la puerta por completo.

Una señora de mediana edad, flaca como un palo y encima siendo alta, entró por la puerta cubierta de un polvo blanco por encima de su piel morena, el polvo se encontraba situado en la zona de la nariz, y lo que le hicimos... bueno...

—¡Director Caleb Phillips!, estoy haaaarta de tener que lidiar con estas tonterías —se quejó en un tono francés y como una señora de la alta sociedad, mientras hacía mover cabello castaño, lacio y corto.

—Profesora, le pido que se siente, ya llamé a los muchachos para que... —fue interrumpido.

—¡Ustedes! —exclamó la profesora en un grito ahogado, señalándonos con el dedo y poniendo sus grandes ojos cafés sobre nosotros—. Muchachitos sin vergüenza, miren lo que le han hecho a mi bello rostro.

Este NO es mi Diario |Amor entre Diarios #1|Where stories live. Discover now