Capítulo 9. Café con las chicas.

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Por una parte me molesta bastante que no esté, aunque carezca de sentido... Por otra parte, me choca que me avise, ¿para qué? Nunca nos hemos avisado, solo nos hemos buscado en los momentos de excitación o necesidad…

Aunque de un tiempo a esta parte lo siento más como un amigo que como un “follamigo”. Lo que está claro es que nuestra relación está evolucionando hacia algún punto indefinido, y aunque sea muy lógico, a mí no me hace demasiada ilusión, por no decir, ninguna... ¿o sí?

Los recuerdos de la pasada madrugada cuando me dormí en sus brazos hacen que una sacudida revuelva mis tripas. El corazón ha dado tres latidos más acelerados que el resto y por un  microsegundo, me ha faltado aire…

“¡Joder! Estábamos bien con nuestro sexo brutal, mitad vikingo mitad íbero… ¿Cuándo se ha ido todo a tomar por culo?...”

Tal vez, el problema radica en que pienso en plural. Tal vez yo estuviera y esté bien, pero quizá Rob sienta otra cosa y esté moviendo ficha.

Vuelven a mi mente las palabras de la otra mañana, “¿lo soñé o lo dijo de verdad?”

Aguanto la respiración y sumerjo todo mi cuerpo y la cabeza en el agua, necesito agua, mucha agua, toda el agua…

Salgo de la bañera antes de que a Vera se le ocurra entrar y crea que me intento ahogar en la bañera de casa…

Me envuelvo en una toalla blanca y observo la imagen que me devuelve el espejo, no parezco yo… Habré perdido 4 ó 5 kilos en estos dos últimos meses y en mi cara se han instalado unas oscuras ojeras que me aportan una nota de pesadumbre, no sé lo que necesito pero un respiro no me vendría nada mal…

“No me quiero comer la cabeza, el lunes haré por verlo y lo aclararemos. Si todo está igual, pues bien y si por su parte, es de otra manera lo hablaremos”.

Sinceramente, nunca he sido mujer de un solo hombre y no quiero que nadie piense que tengo algún tipo de trauma paterno-infantil.

Si bien es cierto, que no conozco a mi padre, el cual nos abandonó a mi madre y a mí, nada más enterarse que mi madre se había quedado embarazada, pero mi liberación llegó en ese mismo instante. “Ningún hombre me ata a esta tierra”.

Solo uno lo intentó, por la fuerza, hacía ya más de diez años y la cosa salió mal… Pero sus consecuencias fueron extraordinarias. Gracias a aquel desgraciado evento, soy quien soy hoy, y tengo la vida que tengo, así que si los dioses no encontraron otra forma de que encontrara mi camino… Pues bienvenida fue esta…

Pero no soy idiota. Soy totalmente consciente de que tengo un cromosoma Y, que dice que un hombre anduvo por ahí en algún momento, pero en mi caso personal, no es más que una mera formalidad biológica…

Salgo al salón con mi chándal de los fines de semana y las chicas me esperan hablando tranquilas en la terraza que está orientada hacia el crepúsculo. Hace buena tarde, parece que el sol del sábado ha vencido, no del todo, las nubes del viernes y nos ofrece un atardecer delicioso de colores púrpura, salmón y fuego. Me uno a ellas sonriente.

Hablamos de todo un poco, de lo maravilloso que está quedando el local de Vera, a la que le preguntamos por Esteban y se sonroja sobremanera, parece que el idilio va viento en popa y todas nos alegramos por ella.

La pequeña Ruth apenas, deja ver en sus comentarios que su relación con Vicente, el “perfecto” universitario, no es todo lo maravillosa que ella y nosotras quisiéramos… Es muy difícil que vea, alguien que se empeña en cerrar los ojos… “Poco a poco. Paciencia, Eri. Antes o después, todo cae por su propio peso… por desgracia.” – me digo a mí misma en silencio. Ruth es ese tipo de chica que sientes la necesidad de proteger, frágil, como a una hermana pequeña, hasta el día en que se dé cuenta de lo que es capaz de hacer, y entonces será imparable, pero hasta entonces estaremos cerca para que pueda encontrar su valor….

Soy adicta al sexo Wattys 2014Where stories live. Discover now