Grecia.

Apolo

Bajo Apolo yace taciturna la sangre seca
aquella vertida en tiempos de guerra
junto a sus flechas, él siempre peca
añora el Olimpo pero a ella se aferra.

Deambula nefelibato cavilando en Armonía
pero ella no le venera, él pierde a su guía
muda de hombre a Grifo, está en sequía
así que ruge y bebe apacible su sangría.

Apolo fue repudiado por su musa
sin clemencia decretó propagar la plaga
pues codiciaba hostigar a la intrusa
que de su corazón había hecho una daga.

Al séptimo alba, él, ya manso, cesó.
Vio lo hecho pero no hizo mueca
a pesar de las penas que causó
y de sus pies teñidos de sangre seca.