Capítulo 6

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Ten está en su habitación, dentro de su cuarto de baño, sentado en el piso y recargado contra la pared, con las rodillas encogidas en el pecho.

El grifo del lavamanos está encendido, al igual que la ducha, ambos en su máxima capacidad, inundándolo todo del sonido intermitente del agua estrellándose contra las diferentes superficies y luego yéndose por la coladera y el drenaje.

Las lamparillas sobre su cabeza titilan delicadamente, encendidas; los faroles que rodean el área del jacuzzi, igual. Incluso se desprende un tenue aroma a hierbabuena, impregnándolo todo de una frescura muy bienvenida.

Y a pesar de las luces y el aroma distrallentes, a pesar de sonido del agua corriendo sin detenerse... a pesar de todo... Ten no puede evitar escuchar la discusión que se desarrolla en su cocina. Son sus padres, que llegaron hace no más de seis horas, ajetreados y con el jetlag nublándoles los sentidos... y que se gritan sin parar; que se gritan sin importarles que ahí está él, en el baño, intentando no escuchar nada pero escuchando de todos modos. Porque no hay manera de que bajen el tono de voz y Ten ya no sabe cómo hacer para mitigar aunque sea un poco todo el odio que puede oír arrastrarse entre los gritos de sus progenitores.

-¡Y no sabes que él es así por tu culpa! –Declara su padre, y Ten casi puede verlo apretando los dientes y señalando con el índice a su mujer. -¡Ten es así porque nunca le pusiste atención! ¡Si no hubiera decidido buscarse un "noviecito" hace años, tal vez no habríamos tenido que mudarnos!

Es verdad. Ten lo sabe. Ni siquiera tiene que empezar a pensarlo o admitirlo; él es como es porque nunca recibió atención de su madre. Ni de su padre tampoco. Así que no sabe por qué las acusaciones explotan en una sola dirección. Entonces, cuando cree que su madre va a quedarse sin decir nada, escucha que replica en un tono airado:

-¡Nuestros problemas no tienen nada qué ver con Chittaphon! ¡No es como si no supiéramos de su sexualidad!

En eso también tienen razón. Aunque sus padres saben perfectamente que él se ha involucrado tanto con mujeres como con hombres, su bisexualidad es algo implícito en la familia (con excepción de Doyoung), un tema que no se menciona, un tabú. Y así como puede no ser un problema para él y para su madre, es su padre quien siempre lo mira con recelo, como dudando si en realidad es hijo suyo, sangre de su sangre; porque el que sepa que Ten se siente atraído también por hombres, no quiere decir que le guste.

Y Ten no está muy seguro de qué fue lo que le impulsó a hablarles de Taeyong a sus progenitores, no es como si el muchacho y él tuvieran algo. Pudo haber sido por lo loca que se vuelve su cabeza cuando escucha la voz del chico, o el tacto suave pero a la vez brusco de sus manos masculinas en su cara, o tal vez sus ojos, que parecen absorberlo y no dejarlo salir. Como agujeros negros. Tal vez...

-¡No quiero que mi hijo tenga un... un... novio! –La voz de su padre interrumpe sus pensamientos. Ten casi puede verlo echando humo por las orejas.

Enseguida, Ten escucha que su madre le responde al hombre en un tono tan bajo que apenas puede distinguirlo por encima del sonido del agua al correr.

-¡Si es necesario mudarnos otra vez, lo haremos!

Los ojos de Ten vuelan abiertos de la sorpresa. ¿Acaso escuchó bien eso último? ¿Se mudaron por su ahora ex novio? ¿Quiere decir eso que sus padres van a evitar que suceda cualquier cosa con Taeyong? Pero Ten ni siquiera sabe si algo podría pasar entre ambos, lo que le tiene más desquiciado es el hecho de que sus padres sean capaces de tanto. ¿En serio no entienden que si le limitan lo harán infeliz?

Así que, juntando fuerzas de no-sabe-dónde-demonios, Ten se pone de pie y se acerca al lavabo que está a un par de metros de distancia de él. Se mira en el espejo y se desconcierto al ver que ha estado llorando. ¿A qué hora empezaron a caer las lágrimas? ¿De verdad ha estado tan inmerso en la discusión de sus padres y en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de las gotas saladas que ahora recorren sus mejillas?

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