six

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Fui hasta el aula para tomar todas mis cosas y largarme de ese maldito lugar de una buena vez. Al llegar a mi asiento, comencé a meter mis libros y cuadernos a mi mochila, y al tomar uno de ellos, algo cayó al suelo. Lo tomé; era una hoja de papel que contenía un pequeño dibujo de un chico mirando hacia una ventana el cielo grisáceo. A su lado había una nota que decía:

"Soy lo malditamente cobarde para decirte de cara a cara que seas fuerte. Aún así espero que lo seas y salgas de ese hoyo oscuro antes de que te sumerjas más profundo y nunca logres escapar de ahí. Yo creo en ti, Perth."

Entendí que el chico del dibujo era yo, alguien lo había hecho para mí y creía en mi.

Esa fue la vez que me rompí.

Antes de que mi mamá se fuera al extranjero por el tratamiento de mi hermana iba a visitarnos por una última vez. Así que decidí, ese día les diría todo lo que sentía, ya que las cosas eran tan asfixiantes para mí que yo ya no podía más.

Recuerdo que mi voz temblaba, mi corazón se encogía, mi llanto lleno de dolor, las miradas comprensivas de mis padres y sus lágrimas saliendo de sus orbes. Agradezco que siempre he tenido una buena comunicación con ellos, siempre, sí tenía algún problema ellos me entendían y ayudaban, siempre fui agradecido de aquello.

Me rompí frente a ellos, diciéndoles que sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento si seguía donde estoy, que era como estar en un infierno cada día de mi vida, sin tener palabra, como si estuviera ahogándome en un mar profundo de torturas. Dos años de estar sufriendo la misma mierda ya era suficiente.

Yo ya había tenido suficiente.

Ellos me abrazaban mientras se lamentaban por no darse cuenta, recuerdo haber visto el corazón roto de mi mamá en sus ojos, ella siempre dijo que yo era su pequeño niño, el príncipe de sus ojos.

Mis padres no podían creer cómo yo había llegado hasta este punto sin obtener ayuda alguna, no podían creer que yo no era aceptado aquí cuando en mi antigua ciudad tenía muchos amigos y todos eran amables conmigo. Mencionaron que mi único error fue mantenerme callado todo este tiempo. Me pidieron disculpas por no haberlo notado, llegaron a la conclusión que lo mejor sería cambiarme de escuela.

Esa noche vi a mi mamá llorando cuando las luces estaban apagadas, tratando de no ser escuchada mientras apretaba su frágil corazón.

Mi vida está llena de cicatrices, pero aún así yo quería seguir luchando.

—La Vie.

LOSER ✔Where stories live. Discover now