Capítulo 8.

987 16 4
                                    

Capítulo 8.

ROSIE: ¡Cálmate, Stephanie!
STEPH: ¡No puedo! ¡Esto es demasiado estrafalario! ¡Sois como hermanos! ¡Alex es
como mi hermano pequeño! ¡No podéis hacerlo! ROSIE: ¡STEPHANIE! ¡NO LO HICIMOS!
STEPH: Ah.
STEPH: Pues entonces ¿qué ocurrió?
ROSIE: Ahora no pienso contártelo, Doña Histerias.
STEPH: ¡Deja de torearme y cuéntamelo de una vez!
ROSIE: Vale, soy consciente de que fue una gran estupidez por mi parte y estoy
profundamente avergonzada, así que no te pongas hecha una furia conmigo... STEPH: Continúa...
ROSIE: Bueno, en realidad es mucho más inocente de lo que piensas, pero sigue siendo muy embarazoso. Le di un beso a Alex.
STEPH: ¡Lo sabía! ¿Y qué pasó?
ROSIE: Nada, que no me correspondió.
STEPH: Vaya. ¿Y te importó?
ROSIE: Lo que me tiene desasosegada es que sí. Me importó.
STEPH: Oh, Rosie, lo siento mucho... pero estoy convencida de que Alex reaccionará.
Probablemente se quedó de una pieza. ¡Seguro que siente lo mismo! ¡Qué
emocionante! Siempre he pensado que algún día ocurriría algo entre vosotros. ROSIE: He estado tendida en la cama mirando al techo desde que llegué a casa, intentando entender lo que me ocurrió. ¿Perdí la cabeza y actué impulsivamente por culpa de algo que comí? ¿O fue algo que dijo Alex y que quizá malinterpreté? Estoy intentando convencerme de que no fue
únicamente el silencio de ese instante lo que cambió mi corazón.
Al principio teníamos tanto que contarnos que hablábamos a más de cien palabras por segundo y cuando apenas habíamos escuchado el final de la frase del otro, ya habíamos pasado a la siguiente. Y nos reíamos. Nos reíamos mucho. Luego la risa cesó y se hizo ese silencio. Ese silencio extraño y cómodo a la vez. ¿Qué demonios fue eso?
Fue como si el mundo dejara de dar vueltas en ese instante. Como si todos los que nos rodeaban hubiesen desaparecido. Como si hubiese olvidado todo lo que me aguardaba en Irlanda. Fue como si esos pocos minutos hubiesen sido creados sólo para nosotros y lo único que pudiéramos hacer fuese mirarnos el uno al otro. Era como si Alex estuviera viendo mi cara por primera vez. Parecía confundido y al mismo tiempo complacido. Exactamente igual que yo. Porque estaba sentada en la hierba con mi amigo íntimo Alex, y aquél era el rostro de mi amigo íntimo Alex con su nariz, sus ojos y sus labios, pero todo ello me parecía distinto. De modo que le di un beso. Me dejé llevar por la magia del momento y le di un beso.
STEPH: Caray. ¿Y qué te dijo?
ROSIE: Nada.
STEPH: ¿Nada?
ROSIE: No. Absolutamente nada. Sólo me miró fijamente.
STEPH: ¿Y entonces cómo sabes que él no sintió lo mismo?
ROSIE: En ese preciso momento llegó Sally dando saltos. Habíamos estado
esperándola para salir los tres por ahí. Estaba muy emocionada. Quería saber si Alex ya me había dado la buena noticia. Él no dio muestras de oírla la primera vez. Así que Sally chasqueó los dedos delante de nuestras caras. Entonces repitió: «Alex, cariño, ¿le has dado a Rosie la buena noticia?».
Alex se limitó a pestañear, de modo que Sally lo abrazó y me la dio ella
misma. Van a casarse. Por eso volví a casa. STEPH: Oh, Rosie.
ROSIE: Pero ¿qué diantre fue aquel silencio?
STEPH: Suena como algo que me gustaría. Tuvo que ser bonito.
ROSIE: Lo fue.

PHIL: ¿Qué clase de silencio?
ALEX: Un silencio extraño.
PHIL: Ya, pero ¿qué quieres decir con «extraño»?
ALEX: Insólito, fuera de lo común.
PHIL: Ya, pero ¿fue bueno o malo?
ALEX: Bueno.
PHIL: ¿Y eso es malo?
ALEX: Sí.
PHIL: ¿Por qué?
ALEX: Sally es mi prometida.
PHIL: ¿Alguna vez has notado «el silencio» con ella?
ALEX: A veces tenemos momentos de silencio...
PHIL: Margaret y yo también. No siempre hay que hablar, ¿sabes?
ALEX: Ya, pero ese silencio fue diferente, Phil. No fue sólo un silencio, fue..., bah, ¡yo
qué sé! PHIL: Hostias, Alex.
ALEX: Vale, vale. Estoy hecho un lío.
PHIL: Muy bien, pues no te cases con Sally. ALEX: Pero es que la amo.
PHIL: ¿Y qué pasa con Rosie?
ALEX: No estoy seguro.
PHIL: De acuerdo, pues no veo dónde está el problema. Si estuvieras enamorado de Rosie y poco seguro de Sally, sí que tendrías un problema. Cásate con Sally y olvida ese condenado silencio.
ALEX: Como siempre, me has hecho ver las cosas con perspectiva, Phil.
Querida Rosie:
Siento mucho lo que ocurrió. No tenías por qué marcharte de Boston tan pronto, podríamos haber arreglado esto... Siento no haberte contado lo de Sally antes de que vinieras aquí, pero quise esperar a presentártela para que la conocieras. No quería contártelo por teléfono. Quizás hubiese sido mejor...
Por favor, no te distancies de mí. Hace semanas que no sé nada de ti. Fue maravilloso volver a verte... Escribe pronto, por favor.
Besos, Alex

Donde termina el arcoiris| Cecilia Ahern.Where stories live. Discover now