Capítulo 39. No voy a volver.

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"Algunas decisiones deben tomarse, aunque no se sientan correctas, con el tiempo veremos que lo fueron" Emily Williams.

10 de agosto de 2012.

Sonrío al escuchar el parloteo de Charlotte, mi compañera de dormitorio aquí en Italia, está hablando sobre el chico con el que salió el día anterior y como se encontraron con dos de sus ex novios y el chico con el que había salido la semana anterior.

—Eso es tener muy mala suerte—me burlo.

—Mala suerte sería encontrarme a un ex en una cita, lo mío se llama haber sido una asesina en serie de niños en mi vida anterior, solo así podría justificar tanta desgracia.

Olvidé mencionar que es igual de dramática que Beth, pero en muchas cosas me recuerda a Kate, como en que es inglesa y decidió estudiar en otro país. Además, tiene un toque infantil y soñadora que me recuerda a los chicos.

—Tú— me señala con una sonrisa que me inquieta—, deberías salir con alguien, sí, definitivamente pareces necesitar un poco de compañía masculina.

—Definitivamente no, y tú—la señalo como ella hizo conmigo—, estás completamente loca.

—Oh vamos, solo una cita. Conozco al italiano perfecto para ti.

—Eso no va a pasar.

No miento, no va a suceder.

—Aburrida.

—Zorra inglesa—contraataco.

—Estirada americana.

—Puta extranjera.

—Al menos soy una puta fina y de primera, ya quisieras que fuera lesbiana— me guiña el ojo y niego divertida.

Se despide excusándose sobre algo de buscar trabajos, realmente sale corriendo detrás del profesor que acosa y tiene en la mira. La veo alejarse y tropieza accidentalmente con el profesor—claro que no es un accidente y el profesor lo sabe—, me doy la vuelta y me dirijo hacia los dormitorios ya que le prometí a los chicos hacer una video llamada.

Saludo a la mujer que cuida los dormitorios y tomo las escaleras, un consejo de mi fisioterapeuta fue ejercitar mis piernas y es justo lo que hago, subir más de doscientos escalones es un buen ejercicio. Bajo la mirada mientras busco las llaves del cuarto en mi bolso y cuando las encuentro estoy segura que ya he llegado frente a mi cuarto, levanto la vista y dejo caer mis llaves de la sorpresa.

—Conejita—sus palabras son apenas un susurro, pero siento que las dijo en mi oído.

Abro la boca y la vuelvo a cerrar ya que no sé como hablar, mi pulso se aceleró y mi respiración se volvió irregular. Parpadeo varias veces intentando darles crédito a mis ojos, me acerco un paso y toco su rostro solo para aceptar que está frente a mí y que no se trata de una cruel broma de mi imaginación. Llevo ambas manos a mi boca para disimular mi sorpresa y siento las lagrimas acumularse en mis ojos.

—Matt. ¿Qué haces aquí?

—Vine por ti.

—¡No!

—Conejita por primera vez en mi vida fui egoísta e ignoré lo que me pediste en esa horrible carta, ¿no podías darme una carta declarándome tu amor en vez de una para terminar conmigo? No pienso ser una persona madura y justa, no me pidas que lo sea, por favor no lo hagas.

—Detente, por favor no lo hagas.

—Quiero una explicación, quiero que me mires a los ojos y sin titubear o dudar me lo digas, porque de lo contrario tomaré un avión contigo a mi lado.

¿Cuánto más vamos a fingir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora