Capítulo 16. Autocontrol.

147 18 1
                                    



"Detrás de una gran sonrisa se esconden los corazones más dañados, lo sé porque es algo que compartimos" Emily Williams.

Mientras los chicos preparaban la casa para la fiesta, Kate me ayudaría a sacar a los chicos en una cita doble.  Es por eso que me alisté un poco más de lo normal, me puse un vestido en un lindo tono de verde jade oscuro, llega un poco arriba de medio muslo y tiene una abertura al frente dando una buena vista de escote, mi cabello lo ondulé y me tomé mi tiempo maquillando mi rostro, hoy quería lucir muy bien y es que tenía unas cuantas sorpresas para Matt. Me coloqué unas botas de gamuza que llegaban un poco arriba de mis rodillas y me encontraba lista para salir. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bajo las gradas y me detengo al inicio desde donde Matt me mira fijamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bajo las gradas y me detengo al inicio desde donde Matt me mira fijamente.  Sus ojos se detienen más tiempo del necesario en mi escote y luego en mis piernas, suelta un silbido cuando me doy la vuelta para que tenga un vistazo completo de mi atuendo. Ver sus ojos y la intensidad de su mirada crea un caos en mi sistema, por lo que acabo con la distancia entre ambos y lo beso, de una forma lenta pero bastante intensa para hacerme jadear por aire cuando nos separamos.

—Hoy vamos a descubrir que tan bueno es mi autocontrol—murmura sonriendo contra mis labios.

Sus manos se deslizan lentamente por mi cintura y me acerca hacia él, enarco una de mis cejas y lo miro esperando su próximo movimiento, que nunca llega.
Mi hermano y Kate se acercan a nosotros empujándonos hacia la puerta, tomo su mano mientras nos dirigimos al auto que mi hermano conduce con Kate sentada a su lado de copiloto. Las manos de Matt se encuentran muy entretenidas jugando por el borde de mi vestido por lo que observo el espejo retrovisor para asegurarme de que mi hermano no esté observando, pero se encuentra muy entusiasmado hablando con la castaña y con la vista fija en la carretera. Cuando siento que una mano sube un poco del límite de la decencia—o al menos en presencia de mi hermano, no voy a mentir—, la detengo y uno mi mano con la suya, nuestros dedos se entrelazan y se quedan así por el resto del camino, incluso cuando llegamos al restaurante nuestras manos siguen unidas y se mantienen así hasta que nos sentamos en nuestros lugares.

—¿Así que cuánto tiempo llevan saliendo?

Miro a Matt, pero él solo se encoje de hombros, pensé que le había contado todo a mi hermano y no fue así.

¿Cuánto más vamos a fingir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora