Capitulo 11: ¿La venganza por un amor perdido?

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-¿Hola?

Javi no contestó, no reconoció la voz. Me levanté y descorrí la llave y abrí la puerta.

-Stiff, ¿qué haces aquí?

-Pues te he seguido, aunque pensé que te había perdido por una parte, te volví a encontrar, después de unos callejones.

-¿Cómo pudo haberme seguido sin darme ni cuenta?- murmuré- Claro- subí el volumen, con el cabreo que tenía.

-¿Dónde está?

Entró rápido en la casa, parecía un marido que busca al amante de su esposa.

-¿El qué?

-El chico, el dueño de esta casa- dijo ansioso por descubrir quién era.

No, no podía ser que descubriera a Javier atado. Aunque en el fondo, ya me daba igual, pronto tendría que morir como los demás, y antes de ese viernes, que era cuando volvía a Londres.

-No lo sé, pero te sugiero que no entres en el salón, allí no hay nadie- dije como si fuera idiota, para que fuera allí.

-Vale, gracias por la información.

Me quedé con la boca abierta, menudo imbécil (“ ja, ja, ja, que idiota”), con disimulo abrí la puerta del comedor.

-Así que, ahí estás- dijo Stiff

Javi y yo pensamos a la vez lo mismo por una sola vez en nuestras vidas:

-Chiquito idiota.

Stiff, al ver a Javi, amordazado se asustó,

-¿Qué pasa Luna?

- Ja, ja, ja-reí con sonido oscuro- ja, ja, ja – saqué el cuchillo, otra vez y éste se desmayó del susto- pasé de él y me dirigí a Javi.

-Sabes, se ha ocurrido una idea, qué hará traumatizar a tu queridísimo novio.

Entonces, le clavé el cuchillo con agilidad en el corazón, por una vez, me importó que sufriera, ya que solo quería dañar a Nico. Solté las cuerdas que oprimían sus manos y piernas, tapé la herida de su pecho, no quería que la sangre cayera ahí de esa manera. A continuación, rompí su camiseta, y le corté el pecho desde casi la garganta hasta el ombligo, de manera que parecía una autopsia.

Le desgarré los órganos, de forma que quedaron dentro, ya lo había acostado, cerré su pecho (estaba totalmente manchada de su sangre). A lo mejor mi idea, no quedaría completada como había imaginado. Uní las cuerdas, de forma que me quedara larga, y até todo el pecho con nudo corredizo y lo puse de manera para que de un simple tirón se pudiera soltar, colgué a Javier del techo como si estuviera ahorcado, cogí su móvil táctil y escribí un mensaje:

-Nico, hoy no tengo con quien ir a clase, te espero en mi casa a las 8am, gracias por acompañarme- lo preparo y listo para enviar.

Limpié la pantalla con agua y con un muñecajo que tenía, tocaba la pantalla cada 10 segundos y con una botella y una cuerda con la ayuda de la mano del muñeco preparé un sistema, con el que, el agua se acabará aproximadamente a eso de las 7am.

Por último, pasé el hilo de pescar por el nudo corredizo, le hice un nudo pesquero al mismo (que suerte que mi padre me enseñara y desde los 5 años me obligará a ir a pescar con él) (“son imposibles de soltar”) y lo até al pomo de la puerta, ahora cerrada. Ya estaba todo listo, pero tenía que deshacerme de un problema de última hora, Stiff.

Éste sí que tenía que sufrir, me había jodido bastante, por ello, también lo desperté a golpes.

-Stiff- repetí hasta que se despertó.

Diario de una psicópata/ Luna de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora