Capitulo 11: ¿La venganza por un amor perdido?

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-Luna, ¿Qué haces aquí?- Tragó saliva fuertemente, ¿Estás bien? ¿Eso es sangre?

-Sí, - dije sin reparo- por cierto, qué pasó hoy en clase, no me lo digas, lo intuyo- dije a la vez que me tocaba la cara, donde había recibido la cachetada de Misaky.

-Por culpa de tu novio o amante, la he perdido- dije con las dos manos en la cara, pupilas contraídas, que eran mínimas, unos simples puntos- me tocó el hombro para consolarme.

-Luna, ¿Tú cómo sabes que tengo novio?- le cogí del cuello de la camisa y Javier empezó a temblar de miedo.

-Fácil- dije con la cara demasiado terrorífica- le seguí el otro día.

- ¿A quién?

-Javi, eres muy tonto- lo envié al suelo, pero antes aterrizó con una mesa.

-Ja, ja, ja – una risa malvada inundó la sala- Seguí a Nico, idiota, esto pasa por ser novio de mi detective.

Saqué el cuchillo, y este me miró con horror,

-Al final Nico tenía razón, tú eres la asesina.

-Pues sí, ja,ja, es divertido, ¿verdad?- dije mientras me auto cortaba parte de un dedo- Pero ahora tú vas a morir.

-Noo, susurró con auténtico pavor.

Me acerqué a él, levanté el cuchillo lista para atravesarle el corazón, pero bajé el cuchillo,

-Es demasiado poco.

-¿Poco?

-Sí, quiero que te encuentren de una manera que le impacte muchísimo- dije con la sonrisa más tétrica que podéis imaginar…

Se quedó sin habla, no podía ni imaginarse él mismo, los distintos tipos de muerte que le causaría.

-Ja, ja, ja, ¿qué podría hacerte?, Ahh ya sé…

Javi se sentía débil, indefenso, y acorralado, aunque aún no le había ni atado, pero su miedo hacia mí era demasiado.

Fui a la cocina, más bien la busqué, cogí un mechero y fui al salón, donde Javier lentamente intentaba irse hacia la puerta, pero se lo impedí, cortándole el paso.

-¿A dónde crees que vas?, Te he dicho que no te movieras de ahí, que podrías escapar…

Cerré la puerta con llave, tuve suerte, había dejado las llaves puestas.

-Ahora nadie podrá salir ni entrar- dicho esto, me acerqué a las llaves, las cogí y las guardé.

Busqué una cuerda, que no fue fácil de encontrar, ya que vivía en un apartamento. Como intentaba escapar, (“qué tonto yo iría a por algo para defenderme”) le di en la cabeza un fuerte golpe, se desmayó y quedó inconsciente.

Aproveché que estaba así y lo até por el cuello con la soga, lo senté, pasé la cuerda por un saliente que en el techo y que parecía resistente. Corté otro cacho de cuerda, lo suficientemente grande para atarle los brazos y piernas; de esta manera empecé a abofetear a Javi con fuerza hasta lograr que se despertara.

-¡Qué dolor en el cuello!-pronunció al despertar.

-Claro, idiota, te acabo de dar y por cierto, ¿cuál es tu último deseo?

-¿último deseo?, ¿a qué te refieres?

-Te has olvidado de tu posición, idiota, vaya debí darte un golpe más fuerte de lo que creía.

-¿Qué?- se mira a sí mismo y se vuelve a quedar perplejo.

En ese momento, ya estaba más, por así decirlo, contenta con aquella situación. De pronto, de forma inesperada, tocaron a la puerta, y tras ella sonó una voz familiar.

Diario de una psicópata/ Luna de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora