CHAPTER XXIII.

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Todos llegamos a un punto de nuestra vida donde nos ponemos seriamente a reflexionar sobre nuestras decisiones, nuestros actos o nuestra forma de ser. Muchas veces estas reflexiones pueden ayudarnos a mejorar, o en su defecto, a empeorar.

Jazmín solía tener muchos de estos momentos; en su trabajo donde se ponía a pensar en qué pudo haber mejorado en el dibujo que recién le había tatuado a una persona o después de haber saludado de mala gana a uno de los hijos de los adinerados amigos de su padre.

De cualquier modo, nunca había reflexionado acerca de su vida amorosa, porque realmente nunca había existido una.

Nunca había existido esa persona por la que era capaz de posponer su ocupada agenda.

Nunca había existido esa persona a la que invitaría a una de sus preciadas convenciones.

Nunca había existido esa persona por la cual interrumpiría un elegante evento con un montón de veganos protestantes, exponiendo su libertad.

Nunca había existido esa persona por la que se dejaría golpear; dos veces.

Nunca había existido esa persona por la cual bailaría en público.

Hasta que llegó ella.

Jazmín suspiró por quinceava vez en los últimos minutos. Todavía seguía con medio cuerpo sumergido en la fría piscina, incapaz de mover un solo músculo para salir de ella.

No podía creer lo estúpida que había sido por aceptar venir a ese lugar, si en lo más profundo de su ser ya sabía que todo terminaría exactamente como terminó. ¿Qué pretendía? ¿Cambiar el futuro y el orden natural de los factores en una sola noche?

Sin embargo, había hecho un progreso, ¿No? Es decir, seguro que ahora tenía más frustración sexual que nunca, pero Flor le había dicho que no se arrepentía.

"No me arrepiento."

Jazmín tenía sus dudas acerca de ello. Si no se arrepentía, ¿Por qué salía corriendo detrás del otro idiota? Seguro que él era su novio ante los ojos de todo el mundo, pero ambas sabían que solo era un bulto.

Ya no tenía más fuerzas para seguirlo negando. Simplemente ya no podía hacerlo; no podía seguirse inventando excusas a sí misma para tratar de cubrir lo que realmente estaba pasando.

Tengo sentimientos por Flor.

Ese era el único pensamiento que invadía su mente. Finalmente sabía que quería de Flor, y sin dudas no era solamente un acostón. Era algo más allá; algo que le quemaba dentro de su cuerpo cuando no estaba con la otra chica, y ese mismo sentimiento se hacía presente cada vez que la miraba con Dani.

Dani.

¿Qué tenía que hacer para que ese chico desapareciera? Nunca había sido una persona violenta, pero este individuo en particular ya la estaba empezando a exasperar. No por el hecho de que parecía tener un radar que le indicaba cuando interrumpirlas en las situaciones más comprometedoras, sino por la manera en la que trataba a Flor como si fuese un objeto de su propiedad.

Tenía bastantes cosas que aclarar con él, pero también sabía que no era su lugar. Después de todo, la misma Flor era la que le pedía constantemente que no se metiera en su relación.

Después de unos cuantos minutos más de reflexión Jazmín salió de la piscina, envolviéndose a sí misma con sus brazos para tratar de contrarrestar el frío viento que bajaba de las montañas. Se dirigió hacia la habitación que estaría compartiendo con Javo durante el fin de semana con la mayor cautela posible, planeando no despertar a nadie con ruidos no deseados.

Tinta roja. {Flozmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora