—Te juro que voy a regresar— Nayeon se subió a su triciclo, dispuesta a pedirle ayuda a su papá.

—¡Pero no me vayas a olvidar!— dijo sonriendo, jugando con más globos de agua—Mi hermana tardará en regresar.

—No, no te voy a olvidar.

—¿Lo prometes? No me quiero quedar toda la tarde aquí— hizo un puchero.

—Di, Di, lo prometo—rodó los ojos y pedaleó de regreso a su casa, dónde vió la motocicleta de una pizzería estacionada. El camión de mudanzas ya no estaba. Nayeon alegremente abrió la puerta de su casa y su padre la recibió junto al repartidor.

Los tres estaban comiendo, la mesa estaba envuelta en plástico todavía por mudanza, pero aún así estaban comiendo hasta que pasó hora y media y decidieron mirar la tele.

—¿Y qué hacías Nabongs?— preguntó su padre, recostado en las piernas de la mujer. Nayeon estaba sentada en el suelo.

—Nada papi, una niña me lanzó un globo con agua y...

—¡Con razón estabas toda empapada!— su madre la interrumpió, haciendo que Nayeon olvidara lo que estaba platicando.

—¿Y ya? —la menor asintió—Que interesante.

Continuaron mirando las caricaturas, ya empezaba a oscurecer y Nayeon recordó—¡Ahh! ¡Ven papá!— Lo jaló con todas sus fuerzas del brazo hacia la puerta—¡Vamos!

—¿Qué ocurre Nayeon?— logró hacer que su papá saliera de la casa. Nayeon comenzó a correr hacia la casa de aquella niña en el techo, y por instinto su padre la siguió.

—Dijiste que no me olvidarías— estaba abrazando sus piernas, quedaban unos cuantos globos y sus manos estaban mojadas.

—Y-Yo... Edtaba comiendo pizza— rascó su nuca y tomó la mano de su padre— Pero mi papi puede ayudarnos.

—Hola pequeña, ¿así que no puedes bajar?— tomó la escalera y empezó a subir para ofrecerle una mano a la niña— ¿Nayeon se olvidó de bajarte de ahí?

La niña asintió y tomó la cubeta de globos que tenía y tomó la mano del mayor para bajar con temor del tejado—Prometió que no lo haría.

Nayeon comenzó a reír, pero abrió los ojos luego de que otro globo se estrellara en su cara. Lo había lanzado su padre— Nunca se rompen las promesas.

Ambas niñas rieron, pero de repente una joven chica llegó con varias bolsas de un supermercado—¿Momo? ¿Qué haces afuera a estas horas?

—¡Hana!—la niña corrió hacia la chica, y mojó su chaqueta— Adivina que me pasó. ¡Me quedé en el techo toda la tarde! ¡Y me muero de hambre!

Rió con un poco de pena, levantó a Momo y se acercó a los Im— No entiendo que acaba de ocurrir.

—Creo que Momo estaba en el techo y la escalera cayó, Nayeon olvidó que la iba a ayudar y ahora estamos aquí— sonrió su padre. Si fuera por Nayeon, ya se habrían ido; si ya la "ayudó" no tendría porque continuar platicando.

—No es la primera vez— miró Hana con un poco de enojo a Momo, quien sonrojeció—¿Son nuevos verdad?

—Somos los Im, y espero que nos llevemos bien —un saludo tan cliché, demasiado.

—Hirai Hana y Momo— era demasiado joven su hermana. No parecía rebasar los 18, se veía muy pequeña. Ella era quien cuidaba y criaba a Momo desde que cumplió 5, pues cuando sus padres viajaron a Las Vegas nunca supieron como regresar pues era muy grande, y si no estabas atento podías perderte; o eso era lo que le decía Hana a Momo. Los señores Minatozaki también ayudaban cuando Hana debía estudiar, no siempre podía estar detrás de Momo.

A dos cuadras.Where stories live. Discover now