- Pronto todo estará bien. –le prometió el señor Tweak.

Y fue verdad. No pasó ni un día y esas palabras se cumplieron. Las emociones desaparecieron, los recuerdos se esfumaron, el nombre que tanto había repetido desapareció de sus labios. En la noche no entendía por qué se sentía tan mal si había logrado escaparse de clases sin que nadie le dijera nada pero ¿Qué había hecho el resto del día? No recordaba bien, tal vez había dormido. Pero no tenía mucho sentido porque en la noche se había ido a dormir extremadamente temprano, agotado de una forma extraña, con un dolor en el pecho que no comprendió.

Al día siguiente tuvo clases y el camino fue sorpresivamente solitario. Clyde, Token y Jimmy lucían igual de desorientados, silenciosos y algo en él comenzó a picarlo desde el centro abstracto de su ser, tal vez en eso llamado alma. Los dedos le picaban, sentía un frío curioso que hacía tiempo no experimentaba. Los días siguieron igual y algo pesado, nubloso y oscuro se instaló en su pecho, aunque no tuviese sentido tenía la sensación que ya no sonreía pero ¿Por qué le extrañaba? Él no mostraba esa emoción. Pero no era el único, se percató que todos sus amigos buscaban la mirada de un quinto miembro inexistente, haciendo preguntas al aire hacia un lugar que habían reservado pero que nadie había ocupado.

Un mes después ni siquiera podía salir de su cama. Depresión. Por alguna ilógica razón se sentía deprimido y perdido. Sus pensamientos estaban flotando en un bote sin remos, alejándose de la orilla. Pero no sabía por qué, así que no tenía forma de arreglarlo. Lo cual lo desesperaba más. Aunque frente a su familia luchaba por actuar normal, si no era algo que pudiese explicar con linealidad, ningún miembro de su casa podría solucionarlo. Lo que más le dolía era ver a Stripe mal, apenas comía y desesperadamente miraba desde su jaula hacia la puerta, como si esperara... algo ¿Acaso sus oscuras emociones estaban afectando a la única criatura que le importaba? La depresión tenía dedos largos que arañaban sus ideas y manos pesadas que presionaban su pecho conteniendo un suspiro que se ahogaba en la parte trasera de su garganta hasta extender una picazón dentro de él, ansiosa y nerviosa.

Pero fue en esa época, en el completo silencio de su hogar, que escuchó el llanto de su hermana, uno desgarrador que lo puso en alerta y salió disparado a la habitación de Tricia, irrumpiendo sin permiso. Y se encontró con la rojiza cabellera de su hermana enterrada en el regazo de la pequeña Karen, quien luchaba por consolarla.

- ¡Lo extraño tanto! –lamentó Tricia y levantó la mirada hacia su hermano- Me siento tan sola... ¿Qué me pasa? –algo en ella demostraba miedo ante lo desconocido- Oh Dios ¿Qué me pasa...?

- ¿A quién extrañas? –preguntó sorprendido.

¿Un novio había terminado con ella? Eso no tenía sentido, ambos eran indiferentes a la gente, era imposible que alguien tuviese el don para atravesar la indolencia fría de los Tucker.

- No lo sabe. –respondió Karen, acariciando el cabello de la otra niña- Simplemente se puso a llorar. –lo miró con sorpresa en sus ojos- ¿Alguien falleció en la familia?

Los dos hermanos negaron, Tricia desde su escondite, avergonzada y dolida, él sorprendido y empático.

No, no empático.

Devastado.

- ¿Tricia...? –se oyó hablar, como si estuviese en otro mundo.

- Si vas a burlarte, guárdatelo. –gruñó la chica, mirándolo desde el regazo de Karen a la defensiva- No necesito que me digas lo extraño que es esto ¡Porque ya lo sé! ¡Ya sé que no tiene sentido! –contuvo un gemido doloroso- Pero no puedo parar... N-no puedo...

Esa era la primera vez en años que veía a su hermana con el rostro surcado en lágrimas. Si no se equivocaba, la última vez había sido cuando Tricia cumplió tres años y él se comió su pastel de celebración junto con Clyde.

Inconciliable Destino «South Park» [Creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora