Inconcebible Azar

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Tweek había desaparecido el mismo día que debía cumplir diez años.

Los poetas, escritores y otros artistas se lamentarán al saber que Craig no presintió cuando la existencia de la persona más importante para él se había esfumado de la faz de la Tierra. No fue nada romántico, como despertar pasadas las tres de la mañana con una sensación de vacío. Tampoco tuvo pesadillas, ni recibió el amanecer sintiendo el mundo diferente. Lamentablemente no fue así. Tampoco se percató de lo realmente mal que iba todo cuando fue a la escuela y no encontró a su novio, eso se debía a que Tweek a veces faltaba a clases, aunque no tanto como al inicio de su relación. Pero su preocupación se disparó cuando le escribió al rubio y este no le contestó. Tweek era del tipo de persona que saltaba por y para contestar los mensajes, además, siempre era de rápida comunicación, al punto en que si lo llamaba, Tweek ni siquiera dejaba que sonara el tono de marcado porque ya estaba atendiendo. Así que hizo lo más lógico posible, se escapó de clases y corrió el resto del camino hacia la casa de su novio. Los posibles escenarios para que ni siquiera los padres del rubio lo contactaran para avisarle la razón por la cual su hijo faltaba sin poder usar el teléfono eran preocupantes por decir menos. Cuando abrió la puerta con su juego de llaves se sorprendió ante el escenario que se encontró. Rara vez sentía que sus emociones se le escapaban de control, pero en ese momento algo en su interior se rompió hasta volverse polvo.

La madre de Tweek lloraba inconsolablemente en el piso de la sala, abrazada a la camisa verde que más usaba su hijo. El señor Tweak estaba callado y en silencio, su mente parecía estar en otro mundo.

- ¿Craig...? Oh... lo siento tanto...

La mujer lo miró con sorpresa, sus ojos pardos estaban rojizos, su cuerpo temblaba desesperadamente y sus ojeras eran marcos oscuros, eso último le hizo recordar el motivo por el cual estaba ahí, ese parentesco doloroso por ser algo tan común lo empujó de la confusión a la ansiedad. En su cerebro sintió una palpitación atrás de sus ojos, buscó a su alrededor pero no encontró a Tweek. Lo cual pensó que era extraño porque su novio nunca dejaría a su madre luciendo tan devastada.

Algunos dirían que fue un maldito bastardo al dejar a una mujer destruida y con los brazos extendidos en su dirección buscando el consuelo que le faltaba. Pero corrió escaleras arriba.

- ¡Craig!

No quiso oír.

- ¡Craig!

La voz de la mujer se rompió en llanto cuando él abrió la conocida puerta del dormitorio de Tweek y solo se encontró con una cama desordenada como solía verse cuando el rubio despertaba. Las cortinas seguían echadas pero a través de ellas entraba una luz grumosa que no necesitó, porque reconoció bien el desorden. Nada estaba fuera de lo normal. Las tazas vacías, los legos en el suelo, los videojuegos curiosamente organizados y los zapatos lanzados al azar.

A tumbos bajó las escaleras, no recordaba ni cómo caminar. No quería pensar. No quería imaginar que locura había ocurrido en ese maldito pueblo. Pero debía ser muy malo si la madre de su novio estaba tan desconsolada. El llanto femenino lo guio como un canto hipnótico y se dejó caer junto a la mujer, lo hizo como un autómata, sin realmente permitirse sentir.

- Oh... Craig... -la ahogada voz materna lo estrechó en un abrazo que no correspondió- Mi Tweek... mi pequeño...

- ¿Dónde está? –demandó, pudo sentir el pánico romper su neutral voz.

- Lo secuestraron, dejaron una nota, no podemos llamar a la policía. No podemos. No... ¿Craig...? ¡Craig! ¿A dónde vas?

Esa misma modalidad autómata se activó, se soltó de la mujer y miró al padre de Tweek quien solo asintió confirmando la noticia. Ambos se miraron y en ese momento no pudo descifrar nada. No quiso ver la supuesta nota. No se dio el lujo de sentir.

Inconciliable Destino «South Park» [Creek]Where stories live. Discover now