Automutilación Indolora

Capítulo 1

No lo comprendía. Aun cuando llevaba buen tiempo de verlo y "conocerlo" como profesor, no lo entendía del todo. Su exterior era el de un hombre común, alegre, bromista, gentil y quizá más cosas las cuales me estaba saltando a propósito, para así no terminar perdido entre mis pensamientos.

Sin embargo, su interior, su verdadero carácter, era algo que desconocía por completo. Aunque, probablemente, no era el único el cual no estuviese enterado del montón de cosas que él no dejaba ver tan fácilmente, pero eso no mejoraba mi sentir, solamente provocaba que me sintiera igual de inferior que el resto.

No me gustaba dirigirme a mis compañeros como si estos fuesen inferiores o algo así, pero al menos en esa situación, me gustaba imaginarme por encima de todos, aun si eso sonaba mal el colocarme como una persona superior aun cuando no lo era.

Tal vez era producto del estrés, debido a las clases que se volvían más y más pesadas con el pasar de tiempo, o el sentimiento enfermizo que muy a menudo me producía nauseas, pero estaba suspirando mucho más de lo que acostumbraba hacerlo últimamente. Aun cuando sabía que me sentiría mejor luego de haberme desahogado, prefería ignorar ese pequeño detalle.

Gire mis ojos hacia la ventana, centrándome en el tapiz de nubes negras que cubrían cada tramo del cielo, impidiendo que un solo rayo de sol pudiese alumbrar el día, produciendo un paisaje lúgubre y deprimente. El ambiente también era algo tranquilo y, curiosamente, silencioso, perfecto para permitirme pensar cómodamente y sin interrupciones.

Aunque, la turbulencia de mi cabeza siempre detonaba cuando sentía la necesidad de voltear el rostro para así mirarle, mientras que él explicaba algún tema nuevo, al cual ni siquiera le estaba prestando su debida atención.

Era algo desesperante no poder concentrarme en sus palabras. Siempre terminaba perdiéndome en las facciones de su rostro, o en el movimiento constante de sus labios, causando una terrible sed que repasaba mi garganta con una lentitud tortuosa.

Cerré mis ojos con una innecesaria fuerza, quizá para regresar mi mente a la tierra.

Quería dejar de pensar en él, pero mi cerebro era débil y, por ende, yo lo era. No podía evitar sucumbir a lo que más deseaba, y eso era verlo hasta sentir que necesitaba pestañear para no dejar mis ojos secos. Podía llegar a sonar bastante estúpido y hasta cierto punto exagerado, pero era algo que se me hacía imposible de no hacer, y aún más si consideraba el hecho de que de vez en cuando me dirigía miradas sutiles, pero igualmente intensas que provocaban en mi interior una corriente eléctrica que erizaba cada vello de mi piel.

Desde un comienzo, hubiera preferido no verlo, así al menos no sentiría mi rostro arder ante la idea de captar la atención del profesor... ¿Qué tan mal sonaba eso? ¿Y por qué me producía satisfacción pensarlo?

Era demasiado enfermizo, incluso yo podía entender eso. Pero era aún más enfermizo sentirme bien con esa idea.

Regresé mi mirada a su persona, esperando encontrarlo mirándome. Sin embargo, apenas me había dado tiempo para voltear un poco el rostro cuando el espantoso sonido del timbre resonó por toda la escuela, indicando el comienzo del descanso para el área de preparatoria.

Y, como alma que llevaba el diablo, muchos de mis compañeros salieron disparados por la puerta, mientras que otros pocos se tomaban su tiempo para sacar quien sabe que cosas de sus mochilas.

Aun estando en mi lugar, lo mire guardar sus cosas en silencio, al mismo tiempo que yo fingía estar buscando algo de entre todas mis pertenencias. No necesitaba nada en realidad, simplemente quería hacer algo de tiempo hasta que el salón se encontrase vacío y así poder quedarme a solas con él. Sólo quería, aun si solo eran segundos, hablar tranquilamente sobre cualquier cosa. No me importaba el tema, solo quería tenerlo cerca.