–Vuelve a la tierra.

Giro la cabeza para encontrarme a mi preciosa mujer y sus largas piernas encaminándose hacía mí. Sin tener que invitarla se sube a mi regazo, rodeándome el cuello con sus brazos.

–¿Cómo ha ido el día hoy? – Me pregunta quitándome el botellín de cerveza para darle un sorbo.

Me quedo observando como rodea con sus labios el cristal y el movimiento de su garganta. Me pasaría la vida entera mirándola, o mejor detendría esté momento, donde puedo oír a mis hijos riendo, y entre mis brazos tengo a la mujer de mi vida, con el pelo rubio semi recogido en una cola, una camisa de tirantes blancas con un más que caritativo escote y unos pequeños pantalones vaqueros, que dejan al descubierto la mitad de sus muslos.

¿Qué he hecho para merecerme esto?

–¿Ryan?

–¿Ummm?

–¿En que pensabas?

Beso su cuello y subo hasta morder el lóbulo de su oreja. Siento su escalofrío y mi mente deja vía libre a los pensamientos en los que esté desnuda, frente a mí, gimiendo…

–Vale– Dice removiéndose sobre mi entrepierna– Ya no se hace falta que me lo digas.

Se carcajea sin dejar de moverse sobre mi miembro, el cual ya está preparado para atacar.

–Marmotita…–Le advierto juntado nuestras bocas– No juegues con fuego que te puedes quemar.

–Ya sabes que me gusta quemarme– Murmura besándome.

Algo cae sobre sobre nosotros, empapándonos. Abro los ojos de golpe, para ver a los cafres de mis hijos riéndose. Ambos llevan un cubo, el cual ahora esta vacío, dado que su contenido los tenemos encima Vicky y yo.

–Ups. Habéis despertado al monstruo– Les avisa Vicky– A los Gremlis no se les puede mojar.

–Tienes razón. Se enfadan.

Me levanto, cargando a mi mujer en un hombro y siguiendo los pasos de mis hijos, que corren entre risas. Al llegar a la piscina le pregunto a mi carga:

–¿Tienes el móvil encima?

–No ¿Por qué?

–Genial.

Y si decir nada más la lanzo al agua, riéndome al oírla gritar “capullo”.

Julieta y Edward me empujan intentado tirarme a mi también. Reviso mis bolsillos para cerciorarme de que estén vacíos y una vez los compruebo, dejo que me tiren. Vicky intenta hacerme la ahogadilla, pero antes de que le de tiempo sujeto sus brazos y la beso, pegando mi pelvis a su estomago y restregandome contra ella.

–Luego me explicaras lo de capullo.

Sonrío satisfecho al ver que le falta el aire, y no precisamente por culpa de la ahogada.

–¿Pero se puede saber que esto?

Todos nos giramos al escuchar la voz de mi madre, quien nos mira desde el porche con los brazos en jarras.

–Sois peor que los críos– Nos reprende.

–Buela Isabeeeeel– Grita Julieta corriendo a lanzarse a los brazos de su “Buela”

 Edward por el contrario, se acerca al borde la piscina, alargando sus bracitos, pidiéndome que lo meta en el agua a él también. Sin demora lo hago, y en cuanto mira a su madre con sus preciosos ojitos castaños real acude a cogerlo. Los agarro a ambos y los acuno, mientras la abuela Isabel se encarga de la pequeña princesa, colocándole la nueva diadema de no se que princesa.

La Desconocida.Where stories live. Discover now