Secuestrador

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—Veamos... ¿quién será? —la persona habló para sí misma. Se encontraba sentada en su escritorio, observando las cámaras que había colocado en cada una de las habitaciones. En ellas se contemplaban a varias jóvenes amordazadas y encadenadas de pies y manos. Estas estaban luchando con gran fuerza para tratar de liberarse, pero todo lo que hacían era inútil. Aquella persona que las observaba reía internamente. Le causaba realmente mucha gracia todo eso como cuando el gato juega primero con el ratón antes de comérselo. Al fin, luego de tantos años de espera, finalmente había comenzado. Su deliciosa venganza. Y disfrutaría de cada instante de esta.

Contempló detenidamente a cada una de ellas, podía elegir a cualquiera y listo. Pero sabía perfectamente que no lo debía tomar a la ligera, había que pensar en cada detalle cuidadosamente. Ya estaba claro a quién iban a dejar para el final, por eso debía empezar por otra parte.

—Creo que ya me decidí... sí. Ella será —. Con su blanco en mente de dirigió a la habitación en donde se encontraba. Tomó su máscara y la colocó sobre su rostro. Entró.

—¡POR FAVOR NO ME MATES! —gritó la mujer cuando la persona entró.

—Descuida —su voz salió distorsionada, con un tono casi robótico, gracias al micrófono que poseía dentro del objeto que le cubría su cara— aún tenemos planes para ti. Así que si no quieres que te aniquile aquí mismo, harás todo lo que te pida. ¿De acuerdo? —apuntándole firmemente el arma en su cabeza. La joven sólo asintió. Temblaba violentamente, el miedo ya la invadía por completo y sus lágrimas ya habían mojado gran parte de su rostro—. Ahora vendrás conmigo. No te tengo que decir que si cometes alguna tontería no vivirás para contarlo, seguramente ya lo sabes —. Con la mano que poseía libre, tocó el sensor de huella digital, que estaba en la pared, para que los candados de las cadenas se abrieran.

—¿A...a dónde me llevarás?... —observó con horror la pistola que no se apartaba de ella. En su mente había imaginado la posibilidad de arrebatársela pero no era posible, ella no poseía las habilidades necesarias para hacerlo. Era una torpe debilucha aunque le doliera admitirlo.

—Ya pronto sabrás...

Cuánto me amas [Pausada] [MLB] [Adrinette] Where stories live. Discover now