Adrien (2)

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—Señor Agreste, los papeles para la junta de mañana ya están aquí —un bella y esbelta mujer le entregó un block de hojas con una pose muy provocativa para cualquiera menos a él.

—Gracias Chloe, ya puedes retirarte —habló ignorándola por completo y tomando lo que le había entregado. Tal vez unos años antes hubiera sucumbido a la tentación y habría tenido sexo con ella en ese mismo instante. Ese hubiera sido el anterior Adrien, pero no él, porque desde que llegó su amada princesa a su vida, cambió radicalmente. Se convirtió en una nueva y mejor persona, alguien que se preocupaba por los demás y no sólo por sí mismo; alguien que trataba a todos por lo que eran, personas, y no como simples objetos para poder usarlos cómo a él le gustara.

Sonrió nuevamente pensando en la anterior noche, en la cena que había preparado con sus hermosas manos sólo para él. No fue una comida como la de un restaurante de 5 estrellas, pero aunque hubiera sido la peor cena de todo el mundo, él la hubiera comido gustoso ya que ella la había hecho. Estaba sonriendo como un tonto enamorado, porque eso es lo que era, un tonto enamorado que sería capaz de dar su propia vida sin dudarlo por ella. Tomó la pequeña cajita negra que tenía guardada en uno de los cajones de su escritorio y la abrió contemplando el hermoso y elegante anillo de diamantes y zafiros. Finalmente, luego de 3 años de noviazgo, al fin decidió dar el siguiente paso. No tenía ninguna duda, quería pasar el resto de su vida al lado de su princesa. Ya lo tenía todo planeado, él iba a ir a buscarla en la casa de ellos, la llevaría a lo alto de la torre Eiffel donde los estaría esperando una espléndida cena junto al mejor violinista de todo París. Y ahí, en medio de todo ese mágico ambiente y con todas la luces de la hermosa ciudad del amor, le pediría matrimonio. Rogaba con todas sus fuerzas que ella aceptara, si lo hacía, él oficialmente se volvería la persona más feliz de todo el mundo.

Y de repente un gran escalofrío recorrió todo su cuerpo. En su mente apareció la imagen de aquella carta que había recibido hacia ya unos días. Sacudió su cabeza para tratar de quita ese pensamiento. Tan sólo era un broma idiota, nada de qué preocuparse.

Suspiró pesadamente cuándo observó el reloj de su muñeca, aún faltaban 3 horas más antes de que pudiera volver a su hogar. Sin dudas sería una larga tarde.

El tiempo pasó más rápido de lo que el rubio se había imaginado, pero una extraña sensación de que algo malo estaba a punto de ocurrir no le permitió concentrarse. Cuando el reloj marcó la hora acordada, rápidamente tomó sus cosas y se dirigió hacia su casa. Algo en su interior le decía que su princesa estaba en un gran peligro.

—Cariño ya llegué —habló un poco más fuerte de lo normal, pero aún así se notaba su preocupación—. ¿Princesa? —nada—. ¿P-Princesa? ¿E-Estás en casa? —la respuesta fue la misma, silencio. Con desesperación corrió hacia su habitación. El cuarto se encontraba impecable, pero no había ninguna señal de ella. Con pánico bajó las escaleras hasta llegar al lugar en donde se encontraba el personal—. D-Disculpen pero de casualidad han visto dónde está Marinette —se encontraba temblando, tenía miedo, realmente mucho miedo. Y la respuesta que tuvo a continuación no le ayudó a mejorar.

—Lo sentimos señor, pero no hemos visto a la señorita en todo el día, había dicho que se iría de compras pero aún no ha vuelto.

—¿A qué hora fue eso?...

—Fue temprano a la mañana, como a las 10 —Adrien pudo sentir cómo su corazón se paralizaba.

—No se preocupe tanto señor, tal vez se quedó en la casa de su hermano.

—Sí... puede ser... mejor voy a llamarla —. Con paso decisivo se dirigió hasta el salón principal y marcó. Nada. Su corazón no dejaba de latir con fuerza. Marcó nuevamente y aquel bee bee bee lo estresaba aún más. De nuevo nadie contestó—. Maldición Mari, ¿dónde estás? —marcó el número de su hermano, tal vez su sirviente tenía razón y podría estar con él.

Hola Adrien ¿Cómo estás? En muy raro que me llames —la otra voz en la línea habló.

Hola Marin, disculpa que te moleste, ¿pero de casualidad no está Marinette ahí? Es que trato de contactarla y no me responde.

—¿Mari? No, no le he visto. ¿Le pasó algo malo? —el miedo se hizo presente en él, después de todo Mari era su hermanita y se moriría si le pasaba algo malo.

El rubio al escuchar aquellas palabras casi de desploma en el suelo.

¿Adrien? ¡Adrien contesta! ¡¿Le pasó algo malo a Marinette?! ¡Contesta! —Marin seguía hablando por el celular, pero era inútil, la persona a la cual le estaba hablando no lo escuchaba.

Sin más, Adrien cortó. Ya no sabía qué hacer. Las lágrimas estuvieron a punto de caer hasta que un ruido esperanzador lo iluminó completamente. Aquella canción que estaba sonando la había puesto especialmente para ella, para distinguir cuando ella lo llamara. Vio su celular y efectivamente era ella.

—¡Marinette! ¡Al fin contestas! ¡Estaba muy desesperado! ¿Dónde estás mí cielo? —habló con gran alegría cuando contestó la llamada, pero lo que escuchó a continuación le heló la sangre. Un pequeña risa maquiavélica se asomó del otro lado de la línea.

Bienvenido al juego señor Agreste...

Cuánto me amas [Pausada] [MLB] [Adrinette] Where stories live. Discover now