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Me quedo mirando la pantalla fijamente, dubitativa.
No, bueno, ya está. Es lo mejor.
Doy click.
La impresora empieza a hacer ruido y a los segundos tengo los pasajes del BuqueBus en mano. No sé si es la decisión más sabia, pero es lo mejor. Alejarme un poco de todo, tener tiempo para mí misma.
Y qué mejor lugar que las playas de Uruguay.
Agarro un bolso grande y empiezo a preparar todas las cosas que voy a llevar; el barco/lancha, lo que sea, sale pasado mañana al mediodía. Decidí no contarle nada a nadie, porque por ahí si les contaba, iban a querer frenarme y obligarme a quedarme acá en Buenos Aires.
No es que quiera alejarme de Damián, él no es el problema. El problema somos mi conciencia y yo, que no tenemos un buen equilibrio ahora mismo. Me siento indecisa, como si nunca supiera qué hacer cuando se trata de Damián. No sé si volver a intentarlo, si dejarlo... Bueno, obviamente, tratar de superarlo estando con otra persona no funcionó, así que esa opción queda descartada.
La puta madre, ¿quién dijo que enamorarse era fácil?
Métanse el amor por el orto.
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Damián.
Natalia, Marcos, Dani, Camila, Lucía, Midel y Ecko me miran como si yo supiera la respuesta.
—A mí no me dijo nada. —contesto levantando las manos, como demostrando mi inocencia.
—La puta madre, ¿dónde mierda se metió? —habla Camila desesperada, buscando refugio en Dani.
Lola hace un día y medio que no contesta el celular, ni tampoco está en la casa. Los viejos están en Chivilcoy y las pibas no iban a llamarlos solamente para preocuparlos, pero estaban desesperadas porque su amiga no aparecía.
No entiendo por qué piensan que yo puedo saber algo; no es que esté todo mal con Lola, pero tampoco somos mejores amigos como lo éramos antes.
Miro la hora en el celular. 11:18.
—Tengo que irme, chicos. Perdón. —suspiró agarrando mi bolso.
No es que me chupe un huevo Lola, probablemente esa piba sea lo que más me importa en este mundo; pero tengo que estar en un evento y no puedo fallarle a la gente, más cuando pagó entrada y meet and greet. Sino después me cuelgan.
Me despido de todos y salgo para la terminal, que por suerte no queda muy lejos de casa o sino ya habría perdido el viaje. Es una cagada que ninguno de los pibes vaya en el mismo horario que yo; Wolf ya había viajado ayer a la tarde y Nacho y Luchito salían mañana a la mañana.
Espero en la puerta de embarque que dice el billete: la 12. Me siento, me pongo uno de los auriculares, y cierro los ojos, esperando que se haga el tiempo a que llamen a los pasajeros.
De un momento a otro, la música se corta, cosa que no me extraña porque los auriculares no hacen buen contacto y a veces se desconectan, pausando la canción; y ahí es cuando la escucho.
Soy capaz de reconocer esa voz hasta en pleno recital de heavy metal.
Empiezo a buscar con la mirada y la encuentro, apoyada en la baranda, cerca del puente de embarque, mirando fijamente el BuqueBus, hablando por teléfono. Sé que es ella por la manera en que está parada, porque la conozco tanto que puedo distinguirla aunque haya mil clones alrededor suyo, porque sé bien cómo es. Después de años, meses y días junto a ella, me es imposible no reconocerla.
También me es imposible olvidarla.
Agarro mis cosas, guardando mi celular y mis auriculares, y me acerco sigilosamente a donde está parada. No quiero asustarla, así que dejo que me vea al ponerme al lado suyo, recostándome en la baranda tal como hace ella. Decido hablar primero, solamente para observar su cara de sorpresa.
—Ah, así que al final el celular te andaba. ¿Todo bien, Lola?
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estoy publicando desde la Patagonia espero que tengan eso en cuenta ahre
pregunta: les va una escena de garche fuerte? onda no sé si escribirla porque por ahí no les ceba pero idk díganme porque sino las mato y cancelo todo ahre
