Prólogo

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Estaba amarrada con cuerdas en las manos y los pies. Frente a la desesperación, trataba de cortar las cuerdas con un clavo que había en el suelo, me hacía falta poco, en ese momento en que me hacía falta un hilo para liberarme, entró en la habitación el compañero que me trajo aquí. El hombre es fornido y alto, se me acercó y me golpeó la cara, escupí la sangre que había en mi boca, olía a alcohol, me gritó y se fue. Seguí cortando, logré romper la cuerda, mis muñecas duelen demasiado, con la poca luz que entra por la ventana cerca de mí logro ver que la cuerda había hecho una herida profunda en ellas, ¡Sangraba por el labio inferior y ahora por las muñecas -además la pierna me estaba matando- no sé con certeza como escaparé tan herida! Luego de sobarme un poco, desate mis pies.

Me paré y busqué algo con que golpear al hombre cuando entrara a la habitación de nuevo para escapar y dejarlo encerrado, encontré un pedazo de madera, eso serviría para dejarlo inconsciente. Ahora lo que tenía que pensar es cómo iba a llegar abajo y cruzar los peligros, recuerdo cuando me trajeron aquí, luego de llegar, no recuerdo nada. El golpe que me dieron en la cabeza cuando llegué debió de causarme amnesia. Esperé detrás de la puerta a que el hombre volviera a entrar, cuando lo hizo, lo golpeé en el cuello, calló al suelo y yo corrí fuera de la habitación, había dos hombres, uno sin armas y el otro con una calibre 16, golpeé al hombre sin armas y me puse detrás del otro, cuando se dio cuenta de que su compañero había caído, se agachó para tomarle el pulso y lo golpeé por la espalda. Tomé su arma y corrí por las escaleras, bajé y ni yo creía lo que veía, reconocía algunos rostros pero no sabía en donde los había visto, había un hombre de espaldas pero sentía que sabía quién era y también a quien le hablaba.


Atrapada en mi libertadWhere stories live. Discover now