Ese cuerpo que la esperaba expectante, como si nada hubiese sucedido, días atrás se había arrastrado dentro de las húmedas profundidades de otra mujer.

¿Por qué...? Shaina no podía evitar preguntarse mil veces la razón, pero muy en el fondo sabía que era cuestión de tiempo: Milo era débil ante la carne y el placer, y el hecho de mentir jamás parecía haber sido un inconveniente para él.

—Shai... ¿Qué está pasando? Quiero sentirte, ven conmigo.

—¿Sabes qué día es hoy? — finalmente habló ella, mirándolo con crudeza.

Milo tragó saliva con fuerza, puesto que no tenía la menor idea de lo que su novia estaba diciéndole.

—Perdón mi amor, sabes que no soy muy bueno con las fechas... ¿Por qué no me cuentas?

Sin embargo, el reproche que esperaba no apareció: contra todo pronóstico Shaina lo sorprendió con una sutil sonrisa, sus pupilas más afiladas que de costumbre. Se acomodó delicadamente un mechón de pelo por detrás de la oreja, fingiendo tranquilidad.

—Hoy es nuestro aniversario, Milo... Cumplimos cuatro meses juntos.

—O-oh sí, ¿cómo pude olvidarlo...? Lo siento mucho Shai, no quiero excusarme pero sabes que estos últimos días la oficina ha estado algo revolucionada...

—Claro que lo sé mi amor. — acotó ella. — Sé que has estado extremadamente ocupado, y por eso he preparado algo especial para que celebremos.

Los hombros de Milo, que hasta ese momento se habían comenzado a contracturar por los nervios, se relajaron de golpe; su cabeza agachándose hacia adelante al mismo tiempo en el que tomó una bocanada de aire fresco.

—Uff eres la mejor... Me encanta verte así pero, ¿por qué no me quitas estas esposas, así podemos divertirnos mejor?

—Me temo que no puedo, cariño... Es que si te suelto la sorpresa no tendrá gracia.

—Vamos Shai, ya sabes que soy muy ansioso, no me gusta esperar. — insistió Milo. — Quiero hacértelo ya mismo.

—Tranquilo mi bichito...

Acompañando sus últimas palabras Shaina se puso de pie, su corazón latiendo con fuerza. Sentía nervios, pero el resquemor de la humillación era aún peor y aquello sólo le provocaba querer llevar todo a cabo lo más pronto posible. Parada frente a él procedió a quitarse la remera, dejando ver un precioso sostén de encaje negro, el cual había comprado especialmente para esa noche. Sus pechos turgentes exhibían con claridad las ventajas de usar el talle perfecto, puesto que su belleza natural era reafirmada por el corte y empuje de la prenda, mostrándole al escorpión un escote de infarto. De la misma manera, al quitarse los jeans, Milo descubrió con excitación cada detalle de las panties de satén, las cuales se unían entre sí por un fino hilo que se enterraba en sus carnosas caderas.

—Dime, Milo...— comenzó a hablar ella, deslizando sus ojos hacia el reloj que colgaba de la pared: ya faltaba poco, pero no quería dejar pasar la expresión que pondría a continuación.... — ¿Qué tal la pasaste con Hilda la otra noche?

El escorpión empalideció en segundos, pero tenía que mantenerse tan inocente como siempre.

—¿De qué estás hablando...?

—De lo que hiciste con Hilda, ya sabes... Tu secretaria, en la oficina...

Despojada de sus ropas volvió a colocarse sobre la cama, ascendiendo con lentitud por sobre el cuerpo del hombre que la había engañado. Se movió con cautela para no tocarlo, para no encenderlo aún más; pero a la vez guardando una íntima distancia, por el miedo a descolocarse y arruinar todo.

—S-shai, ¿qué dices...? — balbuceó él, respirando con miedo el dulce perfume que brotaba de ella. — Hilda y yo no... Tú sabes que eres la única para mí.

—No me tomes por estúpida...

No. Tenía que controlarse, no podía perder el control.

—Quiero decir, mi amor...— continuó, acercándose hacia el oído de Milo para susurrar directamente en él. — ¿Qué tal la pasaron juntos...? ¿Disfrutaste cogértela?

—S-shaina, ¿p-pero qué diablos...? Suéltame, por favor, podemos hablarlo...

En ese instante el timbre del departamento sonó con fuerza dos veces, interrumpiendo las plegarias del joven. Shaina lo abandonó con prisa, encerrándolo, y prácticamente se abalanzó sobre la entrada dejando a un asustado escorpión a la deriva, aterrorizado con sus pensamientos: tenía un muy mal presentimiento al respecto.

—Gracias por venir...

Desde aquel lugar miserable en el que estaba aprisionado pudo sentir la voz de su mujer recibiendo a alguien: sonaba expectante y un timbre erótico se había despertado en ella, provocando que a Milo se le revuelva el estómago de celos... ¿Por qué Shaina salió tan contenta, sin siquiera volver a vestirse? No podía ser, ¿acaso lo había planeado todo de antemano?

—Bichito, como te decía antes... — volvió a hablar ella desde la entrada. —Con motivo de nuestro aniversario quería prepararte algo especial, pero verás, sola no podía hacerlo... Para mi suerte, alguien que conoces bien se mostró muy dispuesto a ayudarme.

Frente a los alarmados ojos azules del escorpión, la puerta de la habitación comenzó a abrirse de a poco, lenta y tortuosamente... Y cuando lo tuvo frente a él se sacudió violentamente, su cuerpo sintiendo una traición sin precedentes.

El pecado y el vacíoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon