Capítulo 12

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Me acerqué a la pared y comencé a pegarme en la frente con ella. Necesito una solución urgente.

Cuando dejé de auto-maltratarme, inspeccioné el lugar.

No era tan pequeño, posiblemente era el único cuarto de aseo en la escuela y tenían que tener todos los utensilios allí. Estaba llenos de estantes divididos por productos, las escobas y trapeadores de un lado, jabones de diferentes olores del otro. Había una pequeña puerta frente a la “principal”. Me acerqué a ella y la abrí despacio, nadie sabe lo podría aparecer allí.

Al abrirla completamente noté que era un baño, muy pequeño, pero lo era. Nada más tenia un retrete y un lavabo. Supongo que era para los conserjes.

El cuarto de aseo y el pequeño baño no tenían casi iluminación. Eran de esos bombillos que alumbraban en tonos rojizos y te hacían creer que estabas en algo parecido al infierno.

William aún seguía sentado en el piso con las manos en su cabello. Por un segundo pensé tirarme junto él, pero me di cuenta de mi aspecto y la idea se borró de mi mente como un rayo. Tendría que pensar en algo rápido para quitar esta horrible mancha de mi camisa.

Me quedé de pie, intentando pensar en algo razonable, hasta que mi estúpida mente se acordó de algo: traía una blusa de tirantes debajo de mi camisa.

¡Carajo! ¿Cómo no me acordé antes? Siempre traigo una blusa debajo de mi ropa de la escuela. Dios, así de perdida tengo la mente hoy.

Tendría la blusita toda manchada también pero sería algo mínimo, creo.

Lo primero en venirse a mi mente fue quitarme la camisa y lavarla en el pequeño lavabo con esos jabones olor a bebé. Nunca había lavado una camisa, ni siquiera mis pantys, solo veía a mi mamá hacerlo mientras yo jugaba videojuegos y refunfuñaba por comida. No sería tan difícil.

—¿Qué estás haciendo, Caroline? —William tenía el ceño fruncido y hablaba con nerviosismo.

—¿Qué pasa? —pregunté de vuelta.

—¿Como que qué pasa? —Volteó los ojos—. ¡Te estás quitando la camisa!

—Ah, eso. Tengo otra debajo, cálmate.

Rodé los ojos, que paranoico llegaba a ser. Terminé que quitarme la camisa y la dejé en el lavabo, cogí uno de los jabones y uno de esos cepillos que servían para restregar. Abrí la pluma y coloqué la camisa. Remojé el jabón para que hiciera espuma y lo pasé sobre la camisa. Lo que pensaba que iba a dejar era espuma pero dejó pedacitos de jabón en toda la camisa.

—¿Pero qué...? ¡Tenía que dejar espuma!

Noté que William llegaba y se recostaba en el marco de la pequeña puerta, mirando atentamente todo lo que hacía.

—¿Quieres que te ayude? —Se acercó a mí y tomó el jabón.

—Si lo pudieras hacer todo tú, sería mucho mejor.

Me miró divertido y empezó a lavar mi camisa. Por un momento imaginé si sería así cuando estuviéramos casados, luego empecé a reír como desquiciada, imposible que William y yo terminemos casados.

—¿De qué te ríes? —dijo y comenzó a reír a causa de mi risa.

—Cosas mías —le respondí mientras salía del pequeño baño con un gesto de mano.

Intenté una vez más abrir la puerta pero no cedía. Hannah me la iba a pagar muy caro.

Mi blusa de tirantes milagrosamente no estaba manchada. Me quedaría con ella el resto del día, si es que saldría de aquí.

Minutos más tarde William había terminado de lavar mi camisa. Me sorprendí que en realidad lo hubiera hecho, nunca lo habría imaginado. Le di las gracias y me senté en el suelo junto a él.

Pasó alrededor de una hora. William y yo habíamos entablado una agradable conversación, cuando otra vez mi estúpida mente se acordó de algo.

—¡Un móvil! —grité de repente.

—¿Eh?

—¡Un móvil! —repetí—. ¿Tienes uno?

—C-claro —tartamudeó y se apresuró a darme su teléfono.

Se lo arrebaté de las manos y empecé a marcar el número de Lucy. A los tres tonos contestó.

—¿Hola?

—Lucy soy yo, Caroline.

—¡Mujer! Alan y yo te quedamos esperando en...

—Estoy encerrada en el cuarto de aseo.

—¿Cómo pasó? No. Espera. No me digas, fue Hannah.

—Necesito que vengas y me abras la cerradura.

—Cuando se acabe la clase salgo disparada hacia allá. —Se quedó en silencio un segundo.—. ¿De dónde llamas?

—Cuando vengas te darás cuenta.

Colgué la llamada y mire la hora. 1:30pm, solo faltaba media hora, podía soportarlo.

Seguí hablando con William. De cierto modo, estaba nerviosa de meter la pata como siempre lo hacía, pero recordaba que podía mantener una conversación como lo hacía cuando estaba en mi casa y los nervios se esfumaban un poco.

—Em... Caroline —puse mi atención en él—, tengo algo que decirte.

Se me vino lo peor a la mente.

—Yo... —comenzó.

—¡Caroline!

Un ruido estruendoso nos hizo mirar de donde provenía. Era Lucy, y venía acompañada de Alan y el conserje. Me levanté rápidamente y la abracé por un segundo.

—Gracias, comenzaba a hacer calor —le dije.

Miró a William y luego me miró a mí con una expresión pícara, rodé los ojos y salí del cuarto, encontrándome con la hermosa luz del día.

William salió tras de mí y se me colocó a un lado.

—¿Qué ibas a decirme? —Lo miré con una sonrisa.

—No era nada importante.

Por alguna razón lo vi decepcionado. Me sonrió y se fue caminando cabizbajo.

Tenía la intuición de que lo que me iba a decir era algo sumamente importante.

~~

Lamento no haber subido antes, estaba en las últimas semanas de clases y es cuando los profesores se ponen más intensos.

Como ya estoy de vacaciones tendré tiempo de escribir y subir más seguido, ¡yeii!

Espero que les guste y ¡disfruten!

PD: Estoy comenzando una nueva historia, se llama "Apuesto a que te enamoras" Me gustaría que se pasaran y me dijeran que tal, estoy pensando seriamente en que si gusta mucho esa nueva historia, la publicaré el papel, pero primero necesitaría su opinión, sooo.

No se olviden de votar y comentar, me animan mucho<3

Chica TorpeWo Geschichten leben. Entdecke jetzt