Mi sombra II

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MI SOMBRA II (CAPITULO FINAL)

El casi imperceptible sonido que se provocó cuando el cuerpo femenino se movió sobre la cama, robó la atención del Uchiha, demasiado atento a cada movimiento de la chica. Los ojos lunas expresaron claramente el terror al obtener su mirada y él solo pudo sonreír ladinamente haciéndola estremecer aun más.

Caminó a pasos lentos hasta que llegó hasta ella, se sentó al borde de la cama, a su lado y sin contemplación posó su grande mano en el vientre de cinco meses de gestación, un vientre más pequeño de lo usual, o quizás se debía a la delgadez de la chica Hyuga o a su continua falta de apetito.

Ella por su parte se quedó quieta, tal como lo hacía cada vez que él la tocaba, no, incluso bastaba una sola mirada, aunque de la mirada a tocamientos había una variación, cuando él la acariciaba ella temblaba y posteriormente casi siempre lloraba.

-Creo—Sasuke empezó a hablar con esa voz grave que tenía, Hinata lo miró con reticencia a los ojos al escuchar que no continuaba—Creo, que empiezo a recordar—Luego dibujó una sonrisa torcida con los labios, una sonrisa que lo hacía ver tan guapo pero Hinata se negó a seguir observándolo, ¿cómo podía pensar que él lucía guapo?

No podía hacerlo, no podía recordar lo que esos labios provocaban cuando tocaban su piel, las miles de sensaciones dolorosas y placenteras que provocaban, él era su captor, un maldito loco que cada noche... desde aquella noche; los ojos volvieron a aguársele, lo odiaba tanto como le gustaba.

-Pero no estoy seguro si solo estoy alucinando porque tú lo dijiste o si es verdad...—Volvió a guardar silencio e Hinata supo por qué, el bebé acababa de moverse, volvió a observarle el rostro, Sasuke tenía una expresión perpleja y había borrado esa sonrisa torcida—¿Se movió?

Su voz sonaba áspera, dura. Hinata solo asintió con la cabeza y ladeó su rostro hacia la pared, a pesar de estar pintada de blanco y que el cuarto estuviera ampliamente iluminado por el ventanal enorme, muchas veces, no dejaba de ser lo que era, su prisión...

Sasuke no le había mentido en nada, tuvo un lugar a dónde llevarla, un lugar que probablemente le hubiese gustado si hubiera terminado ahí por otro tipo de circunstancias. La casa era bonita, de dos pisos y no era demasiado grande, en la parte de abajo se encontraba una sala, el comedor, la cocina, un baño y el cuarto de lavado, arriba tres habitaciones y un estudio, rodeada de un amplio e interminable jardín por los cuatros lados, en medio de la nada... e incluso ahí dentro, no podía caminar libremente, Sasuke mayormente la mantenía vigilada y si no, lo hacía un chico corpulento de pelo naranja...

Pero después de aquella mañana en la cual llegó, no hubo ninguna precaución para que no se diera un embarazo, por tal motivo ahora llevaba a ese bebé dentro de ella.

La maternidad, la llegó a pensar alguna vez pero no en ese momento, no algo cercano y sin embargo en cuatro meses... Tardó tiempo en darse cuenta que ocurría con su cuerpo, simplemente estaba aturdida, creyéndose en una pesadilla, luchando con su traidor cuerpo que vibraba cada vez que él la tocaba.

Y no podía odiarse más por eso, luchaba porque no ocurriera pero era imposible no sucumbir cada vez que él la miraba, la tocaba, la acariciaba, la tomaba; y al mismo tiempo odiarse, ¿cómo podría gustarle? ¿Había perdido también la razón?

Estaba asustada, hace dos meses cuando descubrieron que algo pasaba con su cuerpo, también descubrió los alcances de Sasuke, él llevó un médico, uno que ignoró sus suplicas y solo se dedicó a revisarla con aparatos que lucían de última tecnología, a ese hombre no le importó y tampoco lo hacía que ella estuviera contra su voluntad a lado de Sasuke; entonces lo entendió Uchiha Sasuke, por supuesto, a pesar de estar desaparecido él seguía teniendo control sobre la inmensa fortuna familiar, por eso no podía huir, por eso estaba ahí y él incluso tenía acceso a sus drogas...

ONESHOTS (SASUHINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora