—Oh, muchas gracias, Ryan.

Eran amigos, ese detalle no interpretaba nada, pero tampoco quería que él empezara a confundir las cosas. Su amigo estaba por decir algo más, pero una voz muy conocida los interrumpió.

—¿Rebecca? —La voz de Allen se oyó detrás de Ryan—. Tienes que venir para entregar el proyecto que hicimos —dijo sin prestarle atención a la presencia de su amigo.

Becca lo miró con extrañeza, el proyecto ya estaba entregado.

Ryan volcó los ojos con fastidio.

—¿Puede ir en un momento? Estoy hablando con ella —reclamó Ryan sin un atisbo de gracia.

La chica notó la tensión que se percibía en la atmósfera, por lo que avanzó y le dio un beso en la mejilla a Ryan para que no se enfadara. Pero tampoco quería hacerle un desplante a Allen. Si se trataba de elegir...

—Ahora tengo que ir a ver eso, es importante. —Lo miró a los ojos—. Pero en la hora de salida nos vemos, ¿vale?

Ryan asintió dubitativo, pero sin dejar de mirar inquisitivamente al hombre que acababa de interrumpir su charla con ella.

—Está bien.

La joven sonrió y comenzó a alejarse, pero antes de que Allen comenzara a avanzar junto con ella, este miró por encima del hombro al rubio con una expresión fulminante. Ese chico ya le caía terriblemente mal.

• ────── ✾ ────── •

Rebecca guardaba sus cosas en su mochila mientras analizaba todavía lo que había pasado. Allen había dicho que no recordaba que ya lo hubiesen entregado, cosa que no creía en absoluto. Levantó la mirada y se encontró con su inquilino. Lo vio y bajó la atención nerviosa. Demonios, el efecto que causaba en ella parecía jamás disolverse. ¿Y cómo? Si Allen no solo era demasiado atractivo, también poseía unos ojos de infarto. Era eso: sus ojos volcánicos la derretían.

Allen estaba intranquilo consigo mismo, no entendía la sorprendente invasión de coraje que sintió cuando vio a Becca salir junto al rubio sin darle siquiera una mirada. Y cuando los descubrió juntos y tan cerca... Simplemente se sintió insoportable.

—Rebecca, yo... —titubeó frente a ella—. Perdona mi intromisión, pero... ¿Él es tu amigo? Porque no es necesario ser inteligente para saber que tú le gustas.

Becca sonrió y alzó las cejas, contenta y asombrada por el efecto que eso había causado en Allen. Así que se había puesto celoso, sin duda.

—¿Te molestaste por eso? —preguntó con inocencia—. Tranquilo... Ryan es solo mi amigo —aclaró y se puso la mochila sobre los hombros.

Allen comprendió lo absurdo del caso. Se tocó el puente de la nariz y sacudió la cabeza. No podía actuar así.

—Estoy actuando como un idiota —farfulló consternado—. Tú puedes hacer lo que quieras, porque entre tú y yo no hay nada más que solo... —se detuvo y no terminó la frase.

Porque ya no sabía qué era lo que ellos tenían. Porque algo le susurraba que era algo más que solo sexo. De eso estaba seguro.

Sin saber qué decir, se dio la vuelta y salió del aula con un aire de impotencia. Tenía que admitir que le había dolido lo que Allen estaba a punto de decir, pero se calmó y se llenó de esperanza al ver que las palabras y las acciones de Allen no coincidían para nada.

En ese momento llegó la rubia teñida a su lado.

—¿Me perdí de algo? —cuestionó.

Becca negó.

Heridas Profundas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora