Capítulo XVIII: half of my heart is in Havana

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Flor soltó una risita, disfrutando la mirada de suficiencia y enamoramiento con la que Inés miraba a Jazmín. Jaz se sentó en la punta, entre Brenda que se encontraba a su derecha y Flor que estaba al otro lado. Por debajo de la mesa, mientras enredaba tallarines en su tenedor, acarició la rodilla de Flor con la otra mano y depositó su mano allí, sintiendo el contacto de su palma con la piel fría de su esposa.

-Mami, mami- le dijo Inés a Jazmín, exaltada-. ¿Mañana me llevas a nadar?

-Hace un poco de frío, chinita- le explicó Jazmín-. ¿No querés que vayamos a andar en bicicleta a la montaña? No fuimos con tu mamá.

Inés hizo un gesto por la negativa y frunció el ceño.

-No.

-Ey, ¿qué es ese capricho?- le preguntó Miranda a su sobrina desde el otro lado de la mesa.

La nena la miró avergonzada ante la reprimenda, escondiéndose un poco bajo la mesa y dejando ver sus rulitos rubios apenas sobre la línea del mantel.

-No te escondas, bebé- le dijo Flor, tratando de sacarla de abajo de la mesa-. Mamá tiene razón.

Pero Inés estaba haciendo el mismo capricho de siempre, dándose la vuelta sobre el banco y dándole la espalda al resto de la mesa.

-Chinita, mirame- le insistió Flor.

-Dejala, Flor- replicó Jazmín-. Está grande para caprichos. Así no le vamos a poder dar los chocolates que compramos en la feria. Son para las nenas que se portan bien. Se los voy a dar a Brenda.

Inés miró de reojo al resto de la mesa, y Jazmín le devolvió la mirada traviesa y abrazó fingidamente con un solo brazo a Brenda, que ahora estaba sentada junto a ella. La chica se sorprendió por el gesto.

-Brenda se lleva los chocolates.

Sorprendida por el repentino acercamiento de Jazmín a su nueva amiga, Inés se bajó rápidamente de la mesa y se interpuso entre las dos, abrazando el torso de Jazmín desde abajo, tratando de separarla de Brenda.

-Mami, bueno, perdón, mejor vayamos a andar en bicicleta, mejor...- dijo, alborotada y siguió haciendo fuerza, empujando con sus bracitos diminutos los cuerpos de Brenda y Jazmín para que se separen. Pero no tenía suficiente fuerza.

-Basta, Brenda- dijo Inés con la voz exigida por la fuerza-, vos no sos mi hermana para abrazar a mamá.

Jazmín soltó a Brenda repentinamente, la tomó a Inés y la subió a sus piernas.

-Hoy estás siendo muy cruel- replicó su mamá-. ¿Què pasa?

-Dejala, Jaz...- le dijo Flor del otro lado de la mesa.

-Se pone así por la hermana- le aclaró Carla a Brenda, que no entendía nada.

Hubo un silencio incómodo.

-¿Quién quiere postre?- preguntó Miranda, levantándose de la mesa-. ¿Querés que te ayude con eso Jaz?

-Deja, yo le doy una mano- la frenó Carla, incorporándose junto a Miranda y entrando als dos en la cabaña para traer el último plato.

Jaz miró con amor a Flor, que tenía la mirada clavada en el piso. Extendió su mano sobre la mesa y se la ofreció a Flor, que la contempló por una milésima de segundo antes de enredar sus dedos en ella. Jaz levantó las dos manos entrelazadas y besó el dorso de Flor con terminar.

-Mira, Brenda- le dijo Inés a la chica, que miraba conmovida-, mamá le está haciendo una caricia a mamá otra vez.

-¡Pero qué picante que estàs, china!- replicó Jazmín, divertida, al ver que su hija notaba el gesto de cariño entre ella y Flor.

Nada nos va a separar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora