Capítulo XVIII: half of my heart is in Havana

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-¡A comer!

El grito estrepitoso de Flor desde el interior de la cabaña estremeció a Inés y Brenda que jugaban afuera.

-¿Estàs bien?- le preguntó Jazmín a Flor, clavándole la mirada en la suya- y tomándole la mano. La comida no está todavía, gorda.

Flor no la oyó.

-A comer- les repitió Florencia, abriendo la puerta y asomando la cabeza afuera.

Las dos se levantaron del piso, donde estaban sentadas, y se acomodaron en la mesa prolijamente dispuesta en la galería. Carla y Miranda hicieron lo mismo, mientras Jazmín y Flor traían la cena. Las dos se dirigieron a la cocina para tomar las cosas que hacían falta.

-Flopi, ¿me llevás... ey, que pasa?

Jazmín levantó la mirada y vio a Flor con el rostro desfigurado por la preocupación.

-Gorda, ¿qué pasa?- insistió.

Flor soltó un sollozo que estaba conteniendo, lleno de aire, se encogió de hombros y cerró los ojos. Se llevó las manos a la trompa, tratando de esconder su gesto de tristeza.

-Perdón, perdón...-se disculpó.

-No me pidas, perdón, tonta- le recriminó Jazmín-. Solamente quiero que me digas que te pasa.

-La extraño- replicó Flor, llorando-. Me hago la enojada pero la verdad es que la extraño tanto. Quiero que vuelva, quiero que vuelva ya.

Lás lágrimas que resbalaban por las mejillas encendidas de Flor eran cada vez más, y Jazmín no pudo evitar tomarla entre sus brazos y apretarla fuerte contra su cuerpo. Las manos de Flor temblaban por el tourette que, de pronto, había regresado de un momento a otro.

-Sh, sh...no llores, por favor- trató de tranquilizarla-. La comida no está, esperen un poquito.

Jazmín dijo esto fuerte para que las cuatro que estaban afuera escucharan con claridad y la acompañó a Flor a la habitación, donde la ayudó a limpiarse la cara y acomodarse el poco maquillaje que se había aplicado antes de la cena. Flor temblaba frente al espejo, por las palabras acumuladas que ahora salían de su boca como una catarata.

-Quiero que vuelva, Inés la necesita, yo la necesito...- decía Flor, sin conseguir frenar las lágrimas.

-Yo voy a intentar convencerla de que vuelva- le dijo Jaz-. Y nos vamos a sentar a hablar las tres. Pero las dos tienen que ceder.

Flor asintió, como si fuera una nena y le estuvieran concediendo el capricho que le negaron siempre. Pero Jazmín sabía que no era un capricho ni una excusa, sino que Florencia estaba realmente dolida.

-Pero esta charla nos la debemos las dos- repuso Jaz, tomándola del rostro y mirándola fijo-. Porque ya me escondiste lo que te pasa demasiado tiempo y mi único propósito en la vida es que vos seas felíz. Si no puedo lograr eso, se me parte el alma en mil pedacitos, Flopi.

Jazmín la besó suavemente y consiguió calmarla un poco. Cuando se hubiera calmado y arreglado la cara, las dos volvieron a la cocina. La pasta que estaba en la olla ya estaba lista. Jaz la sirvió prolijamente en una bandeja, le colocó la salsa y las verduras y la decoró con especias y hojas verdes. Salió a la galería donde Flor ya estaba sumada a la mesa y sirvió la comida a todos los invitados.

-Está riquísimo- se delitió Miranda.

-Si, muy, muy rico- agregó Carla-. Como siempre, bah.

Jazmín les agradeció complaciente.

-¿Te gusta bebé?- le preguntó a Inés, que engullía un montón de fideos enredados con la ayuda de Flor.

Inés asintió con la cara manchada de salsa y la boca llena.

Nada nos va a separar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora