Capítulo XVI: i'm not the only one

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-¿Qué carajo flasheó este pibe?- preguntó Jazmín, sorprendida-. ¿Estás bien, Flor?

-Si, si- responddió Flor tomandose el pecho-. Ehhhm.

-¿Segura?

Jazmín tenía una bronca irrefrenable por ver la preocupación de la otra en sus ojos.

Martín se alejó en la noche, cruzándose con Carla en el camino. Por cortesía, esta última lo saludó, pero el pibe la ignoró olímpicamente.

-¿Qué pasó?- preguntó, llegando a la cabaña y encontrando a las otras dos paradas en la puerta, atónitas.

Carla parecía sorprendida por el rostro de Flor y Jaz.

-Vino a gritarnos- replicó Flor, aún movilizada-. No entiendo, dijo algo de la novia, nos maltrató...

-¿Lo conocés?- inquirió Jaz.

Carla asintió, mirando nuevamente al chico que ya se había perdido en la oscuridad.

-Es el hijo del intendente- repuso, encogiendose de hombros-. Estuvo acá el día que llegué. Y tengo ententendido que es el novio de Brenda, la nena de Soledad y Julio.

-Bueno, es un idiota- dijo Jaz, sin rodeos.

Flor carraspeó.

-Pero yo vi que nos miraba mal- explicó Flor, recordando la noche en el restaurante, cuando lo vió parado en una esquina hablando con Brenda y un grupito de amigos-. Y no nos quitó los ojos de encima en toda la noche.

Jaz la tomó a Flor de la mano al ver que esta se movía con cierto frenesí junto a su cintura, antes de que saliera disparada a su pecho o alguna otra parte de su cuerpo.

-Tranquila- le dijo mirándola a los ojos-. No dejemos que nos arruine los planes. Vayamos a cenar con Carla y divirtamonos.

Flor asintió, tratando de desdibujar el gesto de preocupación que había en su rostro.

-Si, vamos.

Las tres desandaron el camino que las llevaba al edifico principal del complejo, donde pidieron un Uber para ir al centro del pueblo. Era jueves y esa noche empezaba la feria que se hacía hasta el domingo. Había puestos ordenados en el centro de la calle peatonal, decorados con luces de colores alrededor. La gente ofrecía sus productos artesanales. Jazmín se paseó entre los puestos, viendo como los artesanos vendían desde mermeladas caseras, dulces, quesos, panes hasta enormes animales tallados en madera, antigüedades, incluso pinturas. Las luces de colores se reflejaban en los ojos de Jazmín que miraba maravillada las artesanías.

-¿Cómo vienen con Jazmín?- le preguntó Carla a Flor, que iban caminando un poco más atrás-. ¿Mejor?

Flor dudó.

-Si y no- respondió Flor-. Conectamos... físicamente.

-Ah, cogieron.

-Ay, Carla- dijo Flor, haciendose la escandalizada-. No digas así.

-Y pero es verdad, ¿o no?

Flor no respondió.

-Si no me decís que si las encierro en la cabaña, te lo juro por Mario.

-¡Ay, no lo nombres a papá en esta situación! No quiero hablar del tema- dijo Flor seria, inaugurando un breve silencio-. Bueno, si. Si, si, cogimos después de mil siglos. ¿Estás contenta?

Carla dió un par de saltitos en el lugar, dando un aplauso y sonriendo como una quinceañera.

-¿Y entonces?

Nada nos va a separar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora