~WEAPON CODE. [ 1 ]

X

—Steve.

—¿Sí?

—Cállate— Le dijo antes de alzarse de puntas y volver a encontrar sus labios con los de él, suaves y cálidos, con su dulce sabor a inocencia y pureza; Molly movió, con cierta torpeza aún así, los labios contras los de Steve en un beso intercalado que le pareció flotar. . . Un sonido de carraspeo interrumpió aquel íntimo momento entre la mutante y el Vengador. —Siento, uh, siento mucho interrumpir Cap, pero es hora de irnos.— Confundida, volvió a mirar a Steve. 

—¿A dónde vamos? 

—No, Laurel, tú no iras. 

—Espera ¿qué?— Le replicó, frunciendo el ceño. —¿cómo que no voy a ir? Claro que iré con ustedes, necesitamos encontrar a aquellos que se infiltraron en SHIELD. 

—Lo sé, Laurel, pero ya es demasiado. . . Lo que te ocurrió. No permitiré que te pase lo mismo. No sé que ocurriría, sí te perdiera... Te perdieramos— Ante esa repentina declaración de amor entre líneas ocultas, Molly no tuvo opción ninguna si no aceptar aquello que Steve le pedía. Pues, eso tendría que hacer, pero no se quedaría de manos cruzadas. Iría tras Eckard Morton. Asintió con la cabeza, mirando tanto a Steve como Sam, tenía un plan trazado en su cabeza.

—De acuerdo— Dijo sin más, podía escuchar los pensamientos de Steve y la confusión que había por su repentina "colaboración". Steve la conocía demasiado bien, él sabía lo testaruda que era. Le sonrió, dejando entonces un último casto beso en los labios, quizá sabiendo que podría ser el último de ellos. —Steve, cuando todo este desastre se acabe, hablaremos de tú y yo— Le susurró la joven, Sam incómodo, palmeó la espalda del Cap y conjunto a Nat salieron de la casa de Sam. Debido a que Mónica la esperaba para hacerle un rápido chequeo, tenía la ayuda perfecta, de pie frente a Mónica Drakeman la identidad de Anya Lehnsherr se coló dentro del cuerpo de Molly Laurel Evans. 

—Tengo un plan para detener a Eckard—

[. . .] 

Laurel Anya Lehnsherr— Le recitó a Mónica, como final de su relato mientras tomaban la autopista hacía el centro, ahí seguramente darían pie a todos los acontecimientos, que Zola les había comentado. —Vaya, entonces eres la hija del hombre que casi destruyó el mundo en los ochenta— Con las cejas alzadas, Mónica continuó manejando, incluso le parecía cómica la situación en la que se encontraba. Jamás lo imaginó aún cuando sabía a qué se refería SHIELD.

—No me hagas spoilers sobre mi padre, Mónica, por favor— Acomodándose en su asiento, Laurel miró por la ventana, sosteniéndose del asiento ante el repentino freno del auto; mirando al automóvil de enfrente, que al parecer había chocado y causado un efecto cadena. —¿Qué está pasando?— Mónica se bajó del auto, como todas las demás personas de su alrededor, había un completo escándalo. Cerrando los ojos, Laurel intentó reconocer las voces dispersas en su cabeza, encontrando entonces la voz de Eckard a una distancia considerable.

—Es Eckard, está enfrente. Tengo que ir a detenerle— Laurel comenzó a caminar. 

—¡No! ¡Mo...Laurel! ¡Espera! ¿Qué hay del Capitán? ¡¿DE TU VIDA?!—  Laurel negó una vez más, deteniéndose sólo para mirar a Mónica. —Has sido una gran ayuda, ahora tengo que hacer esto sola— Con una sonrisa honesta, Laurel corrió entre los autos, perdiendo la vista de Mónica y logrando llegar hasta su objetivo.

Eckard Morton estaba en el aire, literalmente, estaba en el aire. Portaba un uniforme extraño, con una estrella roja en el pecho, su cabello estaba revuelto y de sus palmas brotaba un aura platinada. Parecía buscar a alguien, o quizá, esperar una señal. Laurel se detuvo frente a él, tomando todo el valor que necesitaba. —¡Eckard!— Lo llamó.

—¿Qué es lo que quieres?— No le dirigió la mirada. 

—Necesitamos hablar— El aura se detuvo, bajó, pero aún así parecía expectante. 

—Eckard, esto, no es lo que quieres. Eres más que esto, que un sirviente de HYDRA, podemos juntos vengar a Fury y estar libres.— Notó que fruncía el ceño, pero aún así, no se veía como el chico al que había besado. . . Estaba como. . . ausente.

—Nada de lo que digas me hará cambiar mi punto de vista— Laurel negó con la cabeza, no se detendría sin luchar.  —Eckard este no eres tú, tú amas practicar deportes, eres intimidante y divertido. Tienes mucho potencial, y tus habilidades son maravillosas. . .

—No. Soy un arma, un código. . . Como tú— Giró el rostro hacia el suyo su mirada era fría, no lo vio venir, se estampó contra un auto y luego este empezó a desintegrarse, mientras se corroía apresó las muñecas de Laurel y la mantuvo apresada. Eckard bajó la mirada, parecía escuchar algo, entonces volvió a elevarse y el aura platinada lo rodeó al extender los brazos; la onda expansiva voló los autos e incluso en el que Laurel estaba atrapada, gritó, de costado intentó safar las manos de la prisión improvisada pero no podía lograr nada. Concentrada en salir, su mente parecía ejercer presión sobre el metal y éste se contrajo, se separó de su unión e hizo lo mismo con la mano que quedaba atrapada. Laurel se levantó entre jadeos volviendo a correr hacía la dirección de Eckard, jamás había intentado levitar a un humano, pero lo hizo envolviendo al muchacho e impulsando su pesado cuerpo hacía un edificio. Pudo escuchar las sirenas de policía, Eckard se levantó nuevamente, con sus ondas expansivas intentó empujar a Laurel pero ésta lo contrarrestó, tenían dones similares. 

—No luches conmigo, no lo hagas— Pidió Laurel en voz alta con el esfuerzo marcado en cada palabra por el esfuerzo. 

—Sí, debo hacerlo ¡tú me gustabas, Molly! ¡Creía que podríamos unirnos a HYDRA juntos! ¡Yo te quería! ¡Y ME RECHAZASTE!— Resentido total, pensó Laurel, mientras tomando todo su poder y concentración empujó a Eckard hacía la autopista debajo del puente. Se escuchó un fuerte estruendo, corriendo a ver observó como el muchacho volvía a levantarse con esfuerzo y profiriendo un grito otra onda expansiva destruyó los autos a su alrededor. No supo como lo iba a vencer, o sí moriría al intentarlo, pero algo tenía que hacer. . . 

O si no, nunca sabría quién había sido. 

Ni quién sería después de eso.